Desde Londres
Theresa May está tan adelante en los sondeos que respondió a la radical plataforma electoral del laborismo con un programa que combina ajustes fiscales en los ingresos de su propia base electoral -jubilados y mayores de 50 años- junto a promesas que buscan birlarle al partido de Jeremy Corbyn su tradicional electorado, la golpeada clase trabajadora del norte del país, que votó mayoritariamente a favor del Brexit.
Con sondeos que le dan una cómoda ventaja de 13 puntos a tres semanas de las elecciones, Theresa May se apartó del endiosamiento Thatcherista del mercado y apostó a “la nación y la comunidad” para superar “el individualismo egoísta y el libre mercado sin control”.
El manifiesto fue más frondoso en su retórica que en políticas concretas, pero obligó a May a negar que su “intervencionismo” fuera un rechazo del Thatcherismo. “Margaret Thatcher era conservadora. Yo soy conservadora. El manifiesto es conservador”, dijo May.
En las escasas promesas concretas que hizo, May se inclinó más por la ortodoxia que por una nueva visión económico-social. La primera ministra señaló que su gobierno adoptaría algunas medidas difíciles para lidiar con el déficit fiscal como eliminar el llamado “triple Lock” - triple candado - que adoptaron los mismos conservadores en 2015. El triple candado asegura que las jubilaciones crecerán a la par del salario promedio máximo, la inflación o un mínimo de un 2,5%: entre estas tres alaternativas el estado se compromete a elegir la que garantice un mayor aumento al ingreso jubilatorio.
La jubilación estatal abarca a 13 millones de personas que cobran unas 600 libras mensuales (unos 800 dólares) con un costo total para el fisco de más de 90 mil millones de libras, 12% del gasto estatal. Los conservadores siempre mimaron a este sector que tradicionalmente no solo le ha dado el voto sino que representa a nivel etario el de menor nivel de abstención. En su manifiesto May propone un “double lock” que elimine la opción del 2,5%: la pensión se ajustará con la inflación o con el crecimiento del ingreso promedio, ambos menores al 2,5%.
La apuesta no es menor. May confía que mantendrá el voto “gris” porque los jubilados no se inclinarán por Corbyn por más que el laborista se haya comprometido a mantener el “triple lock”. La lealtad de este “voto gris” es uno de los enigmas que decidirá esta elección porque a nivel etario ha sido el sector más favorecido con el gasto social en los últimos años y, al menos en teoría, nadie cede un beneficio a la ligera.
Desde 2010 las jubilaciones aumentaron un 25% muy por encima del incremento del ingreso promedio (14%) o el de la inflación (15%). Mientras tanto el seguro de desempleo o la ayuda a la vivienda o la matriculación universitaria, todas políticas de gran impacto en los jóvenes, sufrieron considerables recortes o, en el caso universitario, una triplicación del gasto estudiantil. En el manifiesto May promete equilibrar esta disparidad generacional.
Uno de los caminos para hacerlo es la promesas de construir un millón y medio de viviendas en los próximos cinco años para lidiar con el creciente déficit habitacional. La inflación del precio de la vivienda y del alquiler ha dejado a los menores de 40 años con escasas posibilidades de acceder a la vivienda propia y con rentas que requieren un porcentaje cada vez mayor del salario. Los conservadores prometen también un fondo especial para reducir las desigualdades entre las cuatro naciones que conforman el Reino Unido: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. En cambio, los jubilados sumarán a la merma de ingresos por el “double lock”, la pérdida de unas 300 libras de subsidio energético invernal y la eliminación o recorte de subsidios a los jubilados de mayores ingresos.
May negó que esta política fuera parte de un nuevo movimiento, el “Mayismo”, pero está claro que la campaña electoral se ha centrado en su figura como garantía de un gobierno “estable y previsible”. Cuando convocó a elecciones anticipadas a mediados de mayo May tenía una ventaja de 18 puntos: hoy es de 13. Un sondeo revelado ayer señala que hoy un 45% se inclinan por el partido de May y un 32% por Corbyn. Si bien este porcentaje es mejor que obtiene el laborismo desde el inicio de la campaña, de confirmarse estos guarismos los conservadores gozarán de una amplísima mayoría en el parlamento.
Desde ya que no se pueden descartar sorpresas si se toma en cuenta los yerros de las encuestadoras que no previeron ni las elecciones de 2015, ni el Brexit, ni Donald Trump. Habrá que ver además si el impacto de las plataformas electorales, muy discutidas en los medios y las redes sociales, logran contrarrestar la popularidad individual de los líderes. May aventaja a Corbyn por más puntos que los conservadores al laborismo, pero las principales propuestas de gobierno del Corbynismo presentadas el martes probaron ser populares con los votantes que mayoritariamente están a favor de la nacionalización de los trenes, los servicios energéticos y un programa redistributivo.
Entre los laboristas comienza a respirarse un mayor optimismo. Andrew Gwynne, coordinador electoral del laborismo, opina que los programas ofrecen una línea divisoria entre un manifiesto que favorece a los trabajadores y jubilados y uno que se basa en la inseguridad y la caída del nivel de vida. “Las garantías previas respecto a la reducción de impuestos ya no existen. Prometieron una caída de la tasa corporativa, pero no se comprometieron a reducir la carga tributaria sobre los ingresos medios y bajos”, señaló Gwynne.