Una familia compuesta por una mujer y un varón que trabajan, son propietarios de su vivienda y tienen dos hijos de 9 y 6 años requirió 19.042 pesos en abril para adquirir la canasta de bienes y servicios que define la línea de pobreza. Las cifras publicadas ayer por las autoridades estadísticas porteñas muestran un incremento de 2,25 por ciento frente a marzo y un salto del 26,2 por ciento en los últimos doce meses. La canasta alimentaria que sirve para establecer el umbral de ingresos monetarios para la indigencia se ubicó en 7356 pesos. En ese indicador, el aumento mensual fue de 1,7 por ciento y la variación interanual llegó a 30,46 por ciento. La medición de inflación porteña, vector fundamental para determinar la evolución de la pobreza e indigencia, se ubicó el mes pasado en 2,1 por ciento y el primer cuatrimestre del año acumuló una suba de 9,4 por ciento.
La Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad difunde en su informe los valores de las canastas para un conjunto de hogares representativos. Así, las autoridades porteñas estimaron que en abril una pareja con dos jóvenes de 25 años que trabajan pero alquilan el ingreso necesitó 10.673 pesos para superar la CBT que marca la línea de pobreza, un aumento mensual de 2,25 por ciento y una variación anual de 27,85 por ciento. Esa misma pareja debió sumar ingresos por 4462 pesos para no ubicarse por debajo de la CBT. Ese dato representa un alza de 1,33 por ciento en abril y un aumento de 24,3 por ciento con relación al mismo período del año pasado.
Por su parte, un hogar compuesto por adultos mayores inactivos que son propietarios de la vivienda debió obtener 7369 pesos el mes pasado para superar la línea de pobreza. La valorización de la canasta básica total para esos hogares fue en abril 2,42 por ciento superior al mes anterior y 27,38 por ciento más alta que un año atrás. Finalmente, la CBT para un hogar unipersonal de un adulto varón de 25 años, económicamente activo y propietario de la vivienda fue de 5278 pesos en abril que marca una suba de 2,6 por ciento mensual y 28,12 interanual.
El año pasado la inflación medida por las autoridades de la Ciudad fue la más elevada en 25 años, al acumular un alza de 41 por ciento y superar incluso los aumentos de precios de 2002, cuando la crisis y la mega devaluación de ese año generaron una inflación de 40,6 por ciento. Esa dinámica no se quebró en el primer cuatrimestre del año. Los datos porteños muestran que en el primer año de gestión de Horacio Rodríguez Larreta, la brecha entre los ingresos reales de los hogares porteños más pobres y los más ricos, así como las diferencias entre el norte y del sur del distrito, se amplificaron. La combinación de aumentos de precios, caída en el poder adquisitivo del salario e incremento en el desempleo arrojaron como resultado un deterioro en la distribución del ingreso y un incremento en la pobreza e indigencia.
El Indec informó esta semana que la brecha entre el ingreso familiar promedio del diez por ciento de los hogares más pobres y el diez por ciento más rico llegó a 18,7 veces en el último trimestre del año pasado. La interrupción de la publicación de los datos dispuesta por el Indec impide realizar una comparación interanual. Pero la información disponible muestra que en el segundo trimestre de 2015 la distancia entre los ingresos de los hogares del primer y el último decil había sido de 16,5 veces mientras que durante el mismo período del año pasado llegó a ser de 18,9 veces. Entre julio y septiembre de 2016 la diferencia de ingresos entre los extremos había ascendido a un pico de 21,7 veces pero no hay posibilidad de compararlo con el mismo período de un año antes.
Otro indicador que permite analizar la evolución de esos indicadores en la Ciudad es el último informe publicado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA). La entidad estimó que la pobreza pasó de 29 por ciento registrado a fines de 2015 hasta el 32,9 por ciento de la población entre junio-septiembre del año pasado. Por su parte, la indigencia pasó del 5,3 al 6,9 por ciento en ese mismo período. La metodología y muestra utilizadas por ese instituto que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA) sobreestiman la magnitud de la problemática pero sus datos ofrecen una aproximación a la trayectoria de ambas variables.