¿Pagar para dormir en un autobús? En Hong Kong, esa es la apuesta de una nueva empresa de autobuses turísticos que propone giras sin destino, una solución para luchar contra los problemas de insomnio.
En un domingo soleado de noviembre, unos 70 pasajeros -niños excitados pero también jubilados con cabello gris-, suben en dos grandes autobuses de dos pisos. Destino final: "ninguna parte". El primero es un "autobús silencioso", en el que la gente puede dormir, el otro, un autobús turístico clásico.
El viaje de 85 kilómetros comienza en un animado barrio de la ciudad, antes de recorrer las autopistas costeras y llegar al aeropuerto de Hong Kong, casi desierto desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
Mientras que algunos disfrutan de la vista, otros se colocan protecciones antiruido en los oídos y máscaras sobre los ojos sumergiéndose rápidamente en los brazos de Morfeo durante cinco horas, el tiempo que dura el viaje del autobús, que pasa por varios lugares turísticos.
"Creo que todo el mundo ha vivido la experiencia de no poder dormir en casa, mientras que en un autobús se puede dormir muy profundamente, porque se balancea y vibra", explica a la agencia AFP Ho Wai, un flamante cliente de estos autobuses silenciosos.
"Todos los habitantes de Hong Kong están estresados por el trabajo, por los precios de los departamentos, por la vida, y ahora no podemos viajar", lamenta, haciendo referencia a las estrictas normas de cuarentena para luchar contra la covid-19, que prácticamente han aislado a Hong Kong del resto del mundo.
"Con todo el estrés acumulado, creo que muchos habitantes de Hong Kong no duermen bien", explica.
Sensación de viajar
Otro pasajero, Matthew Chick, también decidió formar parte del viaje con la esperanza de resolver los problemas de sueño de las últimas semanas. Pero le resulta difícil apartar la mirada de la ventanilla.
"El día está demasiado lindo como para dormir", subraya el joven de 29 años.
El precio de los billetes oscila entre 12 y 51 dólares. Las plazas de la planta superior son las más caras.
Según Frankie Chow, presidente y contratista de Ulu Travel, las rutas elegidas tienen el menor número de semáforos posible para reducir las paradas que pueden despertar a los pasajeros.
Para él, el objetivo de estos viajes es doble: que las personas que tienen dificultades para dormir puedan hacer una siesta, y también ofrecer un momento de evasión a los hongkoneses que quieren hacer un poco de turismo después de 20 meses de cierre de las fronteras.
La estrategia de cero coronavirus aplicada por el gobierno ha permitido mantener la tasa de infección en un nivel bajo, pero ha aislado completamente al centro de negocios internacional.
Pagar por la paz y la tranquilidad no es algo exclusivo de Hong Kong. Los estresados surcoreanos también buscan consuelo en los cafés, donde pueden reservar franjas horarias para sentarse en silencio y desconectar.
En 2015, los cafés silenciosos también se convirtieron en una tendencia en Japón, donde los clientes acuden a espacios para sentarse a solas y tener un poco de "tiempo para mí".