El presidente Mauricio Macri mantuvo silencio sobre la crisis que enfrenta su aliado, el presidente de Brasil, Michel Temer, cercado por denuncias de corrupción. Macri fue uno de los primeros en reconocer su gobierno y uno de los pocos en hacerle una visita de Estado. Ayer, desde el Gobierno, advirtieron que por el momento no habrá una comunicación oficial sobre la situación del país vecino –y cuya economía impacta sobre la Argentina–, aunque advirtieron que “se sigue de cerca el tema”. Se espera que cuando inicie sus actividades oficiales hoy en su gira por Japón, algún periodista le pregunte a Macri por el tema y deba esbozar una opinión. Salta a la vista que no tendrá la virulencia ni la velocidad con la que Macri habla de otras causas de corrupción.
A no olvidar: Macri se mostró como un respaldo del gobierno de Temer, desde que comenzó el polémico proceso por el que logró destituir a Dilma Rousseff y suplantarla en la presidencia. El Gobierno argentino fue el primero en reconocerlo en medio de la polémica que denunciaba un golpe de Estado en Brasil. También fue el primero en recibir a su canciller, José Serra. Macri luego fue anfitrión de Temer. Juntos, impulsaron la expulsión de Venezuela del Mercosur y se mostraron a favor de explorar tratados de libre comercio con Estados Unidos, que se vieron obturados por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Macri luego hizo algo que pocos presidentes en América Latina se animaron a hacer: le hizo una visita de Estado a Temer y se sacó una foto con él, mientras crecían las sospechas de su involucramiento en la megacausa de corrupción que hace temblar a todo el sistema político brasilero.
Temer es un aliado natural de Macri en su posición de abrirse a tratados de libres comercio con otros bloques regionales, como la Unión Europea. En su último encuentro, hablaron de impulsar tratados con Canadá, Japón o Corea del Sur. También de las barreras comerciales entre Brasil y la Argentina (el comercio con Brasil concluyó el año pasado con un déficit para la Argentina de 4333 millones de dólares).
Con la caída en desgracia de su aliado regional, al que sólo Macri se animó a seguir acompañando hasta el final, en el gobierno PRO hubo un resonante silencio al respecto. Macri departió con la prensa extensamente sobre su gira por China pero no dijo una sola palabra sobre Temer (aunque es posible que hoy en Japón ya no pueda eludir las preguntas). En el Gobierno, advirtieron que siguen la crisis con preocupación y que son conscientes de que puede tener repercusiones en la economía argentina, como se empezó a ver ayer con el desplome de las Bolsas y la suba del dólar. No obstante, ningún funcionario quiso pronunciarse sobre el alcance de las denuncias de corrupción que salpican al presidente brasilero ni sobre su posible futuro.
La mala noticia internacional llega en momentos en los que el Gobierno enfrenta cuestionamientos por el presunto involucramiento en la megacausa de corrupción en Brasil conocida como Lava Jato del jefe de la AFI, Gustavo Arribas. El condenado por sobornos Leonardo Meirelles lo involucró en el pago de un supuesto soborno en una cuenta de Arribas en Suiza por 850 mil dólares. El jefe de los servicios de inteligencia faltó esta semana a una reunión de la Comisión de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia, que ahora lo emplazó formalmente a que asista. Algunos legisladores incluso reclamaron que sea suspendido en sus funciones. Para no ir a dar explicaciones (luego de las que dio y se contradijeron entre sí), Arribas pretextó que no podía ir porque se encontraba muy ocupado. El periódico Tiempo Argentino lo ubicó ese mismo día en la cancha de San Lorenzo alentando a su equipo.