La noticia de la muerte del compositor y letrista Stephen Sondheim a los 91 años, el pasado 26 de noviembre, llegó tres días antes de la premiere mundial de Amor sin barreras, la nueva adaptación cinematográfica de la que posiblemente sea su creación más famosa, en una extensa carrera que incluye otras celebradas piezas musicales como Algo gracioso sucedió camino del foro y Sweeney Todd. La tragedia musical West Side Story, creada junto a Leonard Bernstein y el coreógrafo Jerome Robbins y estrenada en Broadway en 1957, tuvo su primera versión fímica cuatro años más tarde de la mano del realizador Robert Wise –con apoyo de Robbins–, uno de los últimos clásicos genuinos del musical cinematográfico. Un film que llevaba a la pantalla las luces y también las sombras de una obra que toma elementos de Romeo y Julieta para reutilizarlos en un contexto moderno: un barrio neoyorquino donde la falta de oportunidades laborales, el prejuicio y el racismo enfrentaban a dos pandillas de delincuentes juveniles (para usar un término de aquellos tiempos) de orígenes étnicos diversos.
Dirigida por Steven Spielberg, Amor sin barreras 2021, cuyo estreno local está anunciado para el próximo jueves 9, no es tanto una remake como una nueva adaptación de la pieza original (allí están las líneas de diálogo y letras más “fuertes” dejadas de lado en la versión de 1961). El primer largometraje musical en la filmografía del director de E.T., el extraterreste y Rescatando al soldado Ryan es un objeto de un clasicismo extremo, a tal punto que más de un espectador podría describirlo como espectáculo anacrónico. Bienvenida sea esa aproximación al material: en lugar de optar por una relectura políticamente correcta de la historia o intentar “modernizar” el formato, Spielberg pone todas las fichas en un relato tradicional que transcurre hacia finales de los años 50 y que, en sus planos-secuencia y coreografías milimétricamente diseñadas, resucita un arte que parecía muerto y enterrado en estos tiempos de musicales revisionistas o directamente iconoclastas (ver la reciente Annette, de Leos Carax) y trasplantes aberrantes de éxitos de Broadway. Con la actriz debutante Rachel Zegler como María, rol asociado hasta ahora con el rostro de Natalie Wood, y Ansel Elgort como Tony, Amor sin barreras vuelve a las pantallas de cine para intentar convencer a una nueva generación de las bondades del musical fílmico.
Página/12 participó de una conferencia de prensa virtual en la cual Steven Spielberg declaró su amor por el género musical, a pesar de no haber explorado hasta ahora sus formas, más allá de alguna breve secuencia en títulos como Indiana Jones y el templo de la perdición. A su vez, el dramaturgo y escritor Tony Kushner, guionista de otros dos films del cineasta, Múnich y Lincoln, detalló el proceso de adaptación de un medio a otro. Amor sin barreras, que incluye arreglos musicales del venezolano Gustavo Dudamel y fotografía del maestro polaco Janusz Kaminski, compañero de ruta de Spielberg desde los tiempos de La lista de Schindler, contó con la anuencia de Stephen Sondheim, según recuerda el cineasta. “Estuvo involucrado. Steve fue la primera persona con la que me encontré cuando adquirimos los derechos para hacer nuestra adaptación de Amor sin barreras”. El vínculo Spielberg-Sondheim viene de los tiempos de Sweeney Todd (2007), la versión cinematográfica del musical dirigida por Tim Burton y producida por DreamWorks, compañía fundada por el realizador.
“Nos cruzamos muchas veces desde el estreno del film de Burton y cada vez que eso ocurría sentía un deseo desesperado por decirle que quería hacer mi propia versión de West Side Story. Sin embargo, las palabras nunca me salían de la boca. Pero a partir del momento en el que todo comenzó a tomar impulso, Steve se involucró mucho, haciendo comentarios sobre el guion de Tony. De todas formas, lo mejor fue cuando comenzamos a grabar las canciones: Steve estuvo siempre presente, durante tres semanas, cinco días a la semana, sentado al lado mío en el estudio de grabación”. A diferencia de lo que ocurría en Amor sin barreras 1961, el idioma español tiene una presencia importante en los diálogos. “Por respeto no subtitulamos al inglés todos esos diálogos”. Las palabras de Tony Kushner reafirman el interés del proyecto en cierta idea de realismo dentro de la fantasía musical. “El español tenía que existir en proporciones iguales al inglés, pero sin ayuda. Es algo que hablamos con Steven desde el comienzo de la escritura del guion. Esperamos que el público de habla hispana se siente en el cine junto a aquellos que sólo hablan inglés, y que estos últimos de pronto escuchen risas sin comprender del todo. A fin de cuentas, somos un país bilingüe”.
Junto con “Somewhere”, “America” es posiblemente la canción más recordada y celebrada de la obra original, origen de decenas de versiones posteriores, covers y homenajes. Spielberg recuerda el rodaje en locaciones reales de la escena en cuestión, uno de los momentos más energéticos y vitales del film, secuencia magistral que fusiona coreografía, puesta en escena y montaje para construir, una vez más, aquello por lo que Hollywood fue conocido en tiempos remotos: el musical como gran espectáculo cinematográfico, capaz de ofrecer imágenes y movimientos imposibles de reproducir sobre las tablas. Y, entre risas, reafirma indirectamente el poder del cine de gran presupuesto. “Nos autorizaron para cerrar las calles en Harlem un sábado y un domingo. La temperatura esos días tocó los 35 grados, pero todo el mundo trabajó a consciencia. Los bailarines y actores sudaron mucho durante la filmación, que tomó bastante tiempo. Tuvimos que aplicar un poco de magia digital para eliminar el sudor que claramente se veía a través de la ropa, debajo de los brazos. Sacamos mucha transpiración en la posproducción”.
Para el cineasta fue muy importante que los intérpretes tuvieran aproximadamente la edad biológica de los personajes: “Queríamos que se vieran como chicos de verdad, no como gente de 39 años haciendo de adolescentes. Por eso el casting para los miembros de las dos pandillas, los Jets y los Sharks, se detuvo a los 23 años de edad”. Para Kushner, las posibles lecturas que pueden hacerse desde el presente sobre la historia son relevantes. “Cuando se estrenó el film original, en 1961, o la obra de 1957, había ciertas articulaciones y exploraciones que no estaban disponibles. Pero pienso que lo que hicieron en el 57 fue increíblemente radical. Creo que, en términos de representación, investigaron mucho para las versiones originales. Por supuesto, no es perfecto, pero no deja de ser notable”. ¿Sintonizará la nueva Amor sin barreras con un público en general reacio al género musical? La taquilla dictará, la película vale la pena.