Hace 65 años, en diciembre de 1956, Rodolfo Walsh escuchó una voz que le daría voz a su célebre Operación Masacre: “Hay un fusilado que vive”. Veintiún veranos después, otra dictadura – como aquella del 55 – usaba de paredón a la cancha de Racing. Los ejecutados fueron seis y ninguno sobrevivió como Juan Carlos Livraga, el renacido en los basurales de José León Suárez. Hay una secuencia lógica que enlaza esos dos hechos trágicos con lo que va a pasar este martes 7 en el Cilindro de Avellaneda. Quedará completada con un acto homenaje a 45 desaparecidos, todos hinchas de la Academia. La diferencia es la pulsión de vida que emerge de esta iniciativa. El club decidió restituirles la condición de socios a aquellas víctimas del terrorismo de Estado. Donde se fusiló el 22 de febrero del ’77 de madrugada, ahora las voces anuncian otra historia: habrá vidas y memorias recuperadas, simbolizadas en un carnet. Es el puntapié inicial para un proyecto de subjetividad colectiva que un grupo de cinco asociados le presentó a la comisión directiva: Jorge Watts –fundador de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos fallecido por Covid 19 en marzo pasado-, Osvaldo Santoro, Miguel Laborde, Carlos Krug y el periodista Carlos Ulanovsky.
“La iniciativa pertenece, completamente, a Julián Scher, a partir de su notable investigación Los desaparecidos de Racing que contó la historia humana y cotidiana, de cancha y militancia de once hinchas de la Academia. Ellos ya no están, pero, al menos, sus nombres vuelven al Cilindro como símbolo de que hay algunos trapos que no se bajan y, en especial, de luchas que no se abandonan”, cuenta Ulanovsky.
La lista de los 45 es la consecuencia de una búsqueda sistémica en el archivo histórico de la Academia. De un deseo que el club explicitó el 19 de marzo de este año. Los hinchas a reconocer en el homenaje son: José Abdala, Alejandro Almeida, José Amigo, Luis Avellino, Diego Beigbeder, Hilda Bruzzone, Jorge Caffati, Álvaro Cárdenas, Olga Cepeda, Jacobo Chester, Enrique Cobacho, Oscar Cobacho, Liliana Corti, Armando Croatto, Lucía Cullen, Gustavo Dicovsky, Mario Díaz, Pablo Dorigo, Jorge Elischer, Diego Ferreyra, José Flores, Eugenio Daniel Gallina, Eugenio Félix Gallina, Mario Gallina, Luis García, Ricardo García, Silvia Goñi, Dante Guede, Enrique Juárez, Gustavo Juárez, Alberto Krug, Luis Laporte, Osvaldo Maciel, César Maza, Carlos Mugica, César Nieto, Heriberto Ruggeri, Roberto Santoro, Miguel Scarpato, Daniel Schapira, Delfor Soto, Luis Steimberg, Jorge Sznaider, Mauricio Villalba y Oscar Zalazar.
En la historia de los hermanos Cobacho, integrantes de una familia racinguista de Laguna Paiva, en Santa Fe, están contenidas otras de persecución, desaparición y muerte. Juan Martín es hijo de Oscar y sobrino de Enrique Chito Cobacho. Cuando se llevaron a sus padres el 12 de diciembre de 1978, él tenía tres años y medio. La pareja se había conocido durante su militancia en la Facultad de Derecho. Él conservó hasta la adolescencia un gorrito de la Academia que era de su viejo, un cuadro de la columna Sur de Montoneros. Recuerda el día que una patota levantó la casa donde vivía con su mamá, María Elena Gómez y su hermanito de un año, Leandro Manuel, pero no el barrio donde estaba. Gracias a otro de sus tíos, Sergio, reconstruyó una parte de los rituales de cancha.
“La pasión por Racing viene por vía de mi abuelo paterno, Enrique Ramón Cobacho. Mi abuela era Sara Derothier, militante como él de la resistencia peronista después del golpe del ’55. Participaron en las luchas ferroviarias de aquella época. Ella ocupó varios cargos en democracia, como el de secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y senadora bonaerense. Mi tío Chito y mi padre venían cada tanto desde Laguna Paiva a Avellaneda a ver los partidos. Eran fanas de Racing. Cuando entran a Montoneros los dos dejaron de ir a la cancha. Uno de los pocos recuerdos que heredé fue un gorrito que habré conservado hasta los 15 años y un día lo perdí. También un casco que mi viejo usaba en la moto y su guitarra” señala Juan Martín con una pasión albiceleste que invade cada uno de sus recuerdos futboleros. Cobacho es licenciado en turismo y además de aquel gorrito celeste y blanco heredó el compromiso militante de su familia. Vive en Ciudad Evita, en el partido de La Matanza, donde está su espacio de lucha. Su agrupación se llama Pensar Territorio y él es uno de los referentes en Derechos Humanos.
Racing informa que el martes la ceremonia será con entrada libre y sin límite de aforo para el público. El palco se instalará en el campo de juego y los invitados ocuparán un sector de las plateas bajas. El sociólogo Julián Scher dice que solo de 1967 “se investigó en quince libros de socios donde había unas mil fichas por cada uno. Eso equivale a unas 15 mil personas”. Cuando publicó Los desaparecidos de Racing en 2017 “tenía once nombres y sus historias para el libro y unos diez casos más. La lista creció y llegamos a marzo pasado con 35 hinchas y socios desaparecidos cuando el club decidió hacer el acto de restitución. Desde ese momento se estancó la cifra pero a partir de octubre volvió a subir hasta los 45 que tenemos hoy”, detalla el autor, hijo de Ariel, el periodista y autor de libros fundamentales para entender al deporte con una mirada que supera a otras miradas de corto recorrido.
En una línea de pensamiento semejante, Ulanovsky, socio 55.920, referente del oficio y también escritor prolífico, comenta: “La represión durante la dictadura, con su terrible saldo de muertos y desaparecidos, cruzó completa la sociedad y, aunque llevó mucho tiempo saberlo, esa tragedia argentina llegó también a las tribunas de los clubes más populares y las de Racing no fueron la excepción. Los clubes son instituciones civiles y con esta manifestación de reconocer post mortem a los hinchas desaparecidos cuestionan algo que los militares aun hoy sostienen. Que se trató de una guerra entre bandos”. Podría agregarse que esa teoría también es la argamasa con que construyen el negacionismo los neoliberales de siempre y los mal llamados libertarios de ahora.
Racing decidió que privara el criterio reparador más amplio posible en la entrega de carnets a familiares de sus socios e hinchas desaparecidos. Es una medida necesaria que hará posible otras búsquedas y descubrimientos que permitirán unir piezas dispersas. Los clubes, esos espacios nutridos de fuertes lazos de identidad, músculos vitales donde la sociedad civil activa sus anticuerpos contra el olvido, lograron demasiado en estos años de avances y retrocesos. La lista se amplía ahora con la Academia y el reconocimiento a sus socios, víctimas del terrorismo de Estado.
Hay un camino que ya es imposible de desandar. Empezó Banfield, siguieron más y se sumarán otros. El futuro de estos clubes tiene una base de granito en su pasado reciente. Como escribió el poeta Roberto Santoro, uno de los desparecidos cuya militancia celebrará Racing, “a la palabra nuestra de cada día/ darle vida hoy”. Porque la vida debe completarse ahí donde le falte una parte.