En el país abundan historias de santas y santos que surgen como veneraciones populares. Aquellas que sin la anuencia de la institución iglesia, igualmente son santificados paganamente y adorados por el pueblo.
Salta no se encuentra ajena, por el contrario, aporta muchas de estas historias. En la mayoría de las ocasiones fueron hechos reales que, con el correr del tiempo y las miradas de época, reforzaron puntuales rasgos en el contar cotidiano.
La historia de la Juana Figueroa es muy conocida en el acervo popular salteño, así como también en gran parte del país. Hecho que fue posible gracias a los salteños que se movieron a otras tierras y llevaron consigo la devoción.
El hecho
La historia de Juana Figueroa se remonta a 1881, año en que nació. Una mujer salteña que caminó las calles de una Salta de principio del siglo XX. Una ciudad casi aldeana, donde los atractivos turísticos y lugares de esparcimiento que hoy conocemos, para aquella época eran baldíos o pantanos en proceso de secado.
En ese marco, un 29 de marzo de 1903, unos niños que estaban jugando cerca del canal, sintieron olor nauseabundo. Se acercaron y observaron restos que podrían ser humanos. Rápidamente corrieron a avisar al padre de uno de ellos que trabajaba como encargado del cementerio a escasos metros de la escena.
Así lo relataba el diario salteño “La Montaña”: “Ayer por la tarde algunos menores, hijos del administrador del Cementerio, en circunstancias que se dirigían a bañarse en la corriente de agua de La Zanja del Estado, en la dirección de la calle San Luis, a una corta distancia del este del Puente denominado Blanco, sintieron un olor nauseabundo que parecía salir del medio de los yuyos de ese punto. Los menores de referencia dieron aviso a sus padres del hallazgo fúnebre y acto continuo éste se apresuró a dar cuenta a la policía” .
Con el correr del tiempo se comenzó a dilucidar una tétrica trama criminal. Juana Figueroa había sido asesinada brutalmente con una vara de hierro. Los investigadores comenzaron su tarea y lentamente se llega a la figura de Isidoro Heredia, su marido.
En el proceso judicial se comprobaron diversos maltratos reiterados, así como se identificaron en la escena del crimen herramientas que Heredia usaba en su oficio de carpintero. Fue condenado a 10 años de prisión.
Desentramar la historia
Luz Sánchez es profesora de historia de la Facultad de Humanidades y forma parte de la Comisión de la Mujer de la Universidad Nacional de Salta.
Cuenta en su haber con diferentes trabajos relacionados a la temática de género que intentan desentramar discursos hegemónicos en cuanto a la construcción, histórica y actual, en torno a la figura y rol de la mujer.
“Me interesó trabajar con el caso de Juana Figueroa porque es un caso que tuvo y sigue teniendo mucha resonancia en Salta. Además, se escribieron cantidad de artículos en relación a ella, normalmente en algún aniversario de su muerte. Y las cosas que se decían, y se dicen, llaman mucho la atención. Porque existe una mirada que busca justificar la violencia que se ejerce contra las mujeres. Y con esto lo que se hace es justificar el crimen que se había cometido”.
Para llevar adelante este trabajo, comenta Luz como fueron sus pasos investigativos: “Lo primero que se me ocurrió es comenzar a revolver en el archivo histórico de la provincia a ver que podía encontrar y averiguar verdaderamente como había muerto”.
El rol de la mujer y el mito fundante
Uno de los trabajos realizados por Luz se titula “Cuerpos dominados: El caso Juana Figueroa”. La autora comenta: “Antes se hablaba mucho de la historia de la Juana Figueroa pero siempre a raíz de relatos. A partir de mis investigaciones puedo decir que lo único que encontré de documentación específica, es la sentencia del juicio que le hacen a Heredia. No se encontró mas documentación que esa. Luego están los diarios de la época, como el periódico ‘La montaña’, que va relatando día a día los hechos”.
La docente agrega que “La mujer en aquella época era considerada como una menor de edad, entonces dependía del padre o del marido. El marido podía encerrarla para que la reeduquen y cumpla con los deberes de esposa y ama de casa. A ella la interna su propio marido durante tres meses en el Buen Pastor, un lugar que oficiaba como cárcel y era manejada por mujeres religiosas de la elite salteña que tenían el trabajo de volver dóciles a las mujeres. Básicamente que respondan a lo debía ser una mujer casada en ese momento”.
Luz asegura que lo que se terminó entramando como “la historia oficial”, la que se cuenta desde aquella época y se repite masivamente “son construcciones que han tomado como base un cuento de Juan Carlos Davalos” (https://www.gutenberg.org/files/40358/40358-h/40358-h.htm).
Esta narración, titulada “La juana Figueroa”, se convirtió en el relato fundante de la historia. La mirada de Dávalos permea algunas cuestiones hacia su figura y moldea representaciones sociales que transcenderán en el tiempo. Aquí algunos fragmentos:
“La mujer fué cambiando, poco a poco. En ausencia del marido frecuentaba el trato de algunas comadres y vecinas que tomaban mate a costa de la ingenua mujer del carpintero” / “Varias veces, al volver del pueblo, el hombre no había encontrado a su mujer” / “La mujer, confiada en el ascendiente que ejercía sobre su marido, nunca hizo mucho caso de sus reclamos. Y pronto las amigas la atrajeron a las borracheras del arrabal” / “Y cuando el hombre vió al fin mermado aquel cariño, y cuando supo en el pueblo—él, el último,—la traición de la hembra ingrata y tornadiza, se dejó llevar a la deriva de la suerte, con la indolencia fatalista de los débiles y quiso, todavía más ciego, el caro amor que se le escapaba, aferrado a la ilusión de reconquistarlo de nuevo, todo para sí. Y fué manso, tolerante, imbécil; bueno como las tablas de fragante cedro que pulía en el taller. No dijo nada…” / “Pero al volver del trabajo, una tarde, una vecina le contó que su mujer había pasado el día, en su propio hogar, con otro hombre” / “Ella lo habló, lo interrogó, trató de explicar algo.... él, acercándose mucho, la miró en los ojos hasta el alma. Al verle así, la mujer, por la primera vez, le temió. El la estrujó, brusco, colérico. Ella gritó. Quiso fugarse, abandonando al hijo. Pero el hombre la alcanzó, la pilló, le ajustó las manos crispadas sobre el cuello, y la ahogó sin misericordia” / “El hombre, al huir con el hijo en los brazos, oyó tras sí lamentos y gemidos. Entonces, ensañado, volvió a la carga, y empuñando un fierro hallado por ahí, le machacó la cara, le reventó el cráneo, y la tiró después sobre las aguas muertas de la zanja. Así fué el asesinato de la Juana Figueroa.“ / “¿Por qué venera el bajo pueblo su memoria? Porque fué—dice,—una santa mártir. Y es que el delito de adulterio no existe en la promiscuidad monstruosa de la chusma”.
Justificar la muerte
Siguiendo con el análisis de los versos de Dávalos, Luz Sánchez comenta: “Hay un tema con la relación extramatrimonial, es algo que se repite continuamente. En la documentación no ví nada de eso, eso no está comprobado. En ningún lado encontré que ella haya sido una ‘casquivana’ como algunos escribieron. Tampoco de que haya sido una mujer ‘blanca y hermosa como la luna’. Estos han sido elementos que la han constituido como una mujer, tal como digo en mi trabajo, ‘cuerpo hermoso, cuerpo peligroso", como que la mujer hermosa fácilmente puede caer en este tipo de infidelidades”.
“Hay relatos que inclusive hablan de que ella era fría en la cama. Son más construcciones que justifican la relación de poder y se van sumando al relato inicial. Se refuerza la mirada de una mujer que tiene que responder siempre a lo que es esperable para ella. Nadie habla de que fue violentada e internada en el Buen Pastor. Inclusive la tía de la Juana Figueroa dice que el marido le pegaba y que por eso se iba de la casa. Eso está publicado en el diario La Montaña”, relata la docente universitaria.
“La justificación principal que se da por su asesinato, es que Heredia la mata por celos. En la sentencia se habla de un tal Cáseres que era ferroviario y que podría tener una relación con ella porque colabora para que La Juana viaje a Buenos Aires. La madre de Juana comenta que ella viaja un tiempo y luego vuelve”. Sin embargo, en este relato, se deja de lado indagar el motivo de su viaje, algo que muy posiblemente está relacionado al maltrato constante denunciado por tía.
La investigadora agrega: “El asesinato de esta mujer fue la manifestación de la violencia extrema sobre su cuerpo, y el tratamiento que le dio la prensa, a modo de novela policial, es característico de los modos de naturalización de la violencia contra las mujeres usada como un condimento más del relato”.
El pueblo salteño hoy concurre asiduamente al santuario levantado en memoria de la Juana Figueroa, emplazado en diagonal al original, ubicado a pocos pasos de la Terminal de Ómnibus de la ciudad de Salta.
Una devoción que surge entre la gente humilde buscando un intermediario humanizado con el cual empatizar, inclusive en el dolor, con el fin de tender puentes con las deidades mayores.
La Juana Figueroa sufrió, como tantas otras mujeres, la estigmatización y la tipificación luego de ser victima. Hoy, a 118 años de su asesinato, es necesario desentramar el discurso oficial, llamativamente intencionado en acentos y olvidos.