Sarco, la cápsula impresa en 3D diseñada para facilitar la eutanasia, podría convertirse pronto en una alternativa legal para la muerte asistida en Suiza, según precisó Philip Nitschke, creador de la máquina.
“El año pasado, buscamos asesoramiento legal de alto nivel sobre el uso de Sarco para muerte asistida en Suiza. La evaluación ya fue concluida y nos sentimos muy satisfechos con el resultado porque confirmó que no habíamos pasado ningún detalle por alto. No existe el menor problema legal”, adelantó Nietschke, en una entrevista con un medio local.
El suicidio asistido se practica desde la década 40 en el país europeo. La ley lo respalda y el Tribunal Federal suizo estableció en 2006 que toda persona en uso de sus capacidades mentales (sin tomar en cuenta si eran o no enfermos terminales) tiene el derecho a decidir sobre su propia muerte.
De hecho, según las cifras oficiales, en 2020 unas 1.300 personas murieron en Suiza a través del suicidio asistido. El método que utilizan las dos organizaciones a cargo de la normativa es la ingesta de una medicación específica. Sin embargo, ahora se analiza la posibilidad de utilizar Sacro, que propone un enfoque muy distinto: una muerte pacífica que no requiere de sustancias controladas.
“Hemos estado hablando con varios grupos en Suiza, incluidos aquellos con los que hemos trabajado antes en casos individuales de suicidio asistido, a fin de ofrecer Sarco para su uso en el país. Esto se haría en colaboración con una organización local”, explicó el médico que diseñó Sarco.
Y agregó: “A menos que surgieran dificultades imprevistas, esperamos estar listos para que Sarco esté disponible en Suiza a partir del próximo año. Ha sido un proyecto muy costoso hasta ahora, pero creemos que estamos muy cerca de ponerlo en marcha”. Además, Nitschke adelantó que se está trabajando en un tercer modelo de la máquina y “si todo va bien debería estar lista para funcionar en Suiza en 2022”.
¿Cómo funciona?
Sarco es una cápsula impresa en 3D, con apariencia de ataúd con paneles transparentes, y se asienta sobre una plataforma elevada que se inclina en ángulo.
El paciente, al ingresar en ella, debe digitar un código –que previamente le fue enviado tras una evaluación psiquiátrica– que hará que el dispositivo comience a liberar nitrógeno. Ese gas adomercerá definitivamente a la persona, que podrá ser sepultada en la misma cápsula.
“La muerte se producirá por hipoxia e hipocapnia, es decir, por la privación de oxígeno y dióxido de carbono, respectivamente. No hay pánico ni sensación de asfixia”, aseguró Nietschke.
Para su puesta en funcionamiento en Suiza, el especialista comentó que buscará un cambio en la metodología de la muerte asistida: “Actualmente, un médico o grupo de médicos deben involucrarse recetando el pentobarbital sódico y también confirmar la capacidad mental de la persona. Queremos eliminar cualquier tipo de evaluación psiquiátrica en este proceso y permitir que el individuo la controle por sí mismo”.