Mientras se habla de agudas negociaciones con el FMI, se pueden escuchar opiniones del elenco gobernante que muestran que habrá acuerdo, dicen no saber a qué costo, pero sobran los indicios de qué pasaría.

Pagar se va a pagar. Al FMI le importa cobrar, pero más le importa cogobernar en todo lo que tiene que ver con la economía y mantener a nuestro país atado a sus condiciones.

El presidente ha dicho que debemos refinanciar abultadísimos vencimientos de deuda en los próximos tres años. Vamos a pagar. También habla de que debe crecer nuestra economía para cumplir los compromisos asumidos. Esto es: vamos a pagar.

El próximo 22 de diciembre vence la segunda cuota con el Fondo, son 1900 millones de dólares, Casa Rosada ya anunció que se pagarán.

Se habla de crecer para hacer frente a los compromisos de pago con el FMI y después ver que se puede hacer con las necesidades nacionales. Primero el Fondo, después la gente.

Algunos argumentan, tratando de justificar políticas erróneas, que “la oposición va a tener que ser “responsable” y “acompañar” el acuerdo con el FMI porque en esto nos metieron ellos. Nos están diciendo lo que diría la oposición, que hay que pagar el desastre en que los metimos. 

Además, ¿qué tan responsable puede ser esa oposición que tomó semejante crédito y lo fugó sin invertir un solo dólar en el país?

Parece el reino del revés o una pobre historieta dramática. ¿Creen que la oposición es seria? ¿y que va a acompañar? Es obvio que serán los abanderados del acuerdo para saldar una monstruosa deuda que ellos contrajeron. ¿Qué más quieren?

Son graves las circunstancias y peligrosas las consecuencias que transitamos. De cómo se resuelva este tema dependerá la mayor independencia y soberanía de nuestra Patria. Vamos en un camino muy difícil si seguimos insistiendo en crecer para pagar y postergar las soluciones a los problemas que aquejan a la mayoría del pueblo argentino.

Un poco de sensatez, sentido común y sobre todo de patriotismo es lo que necesitamos para no quedar entrampados de por vida con los buitres y especuladores financieros encubiertos en el FMI.

Hector Marinangeli