Pocas artistas de tango contemporáneo producen discos tan claramente conceptuales como Patricia Malanca. Sea homenajeando a Silvio Rodríguez, inspirándose en las voces de sus colegas o, ahora, en la literatura argentina pensada desde el género y las disidencias. Malanca presentará su flamante Traerán ríos de tango las páginas de un libro en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772) este jueves a las 21. En Traerán ríos... la cantautora compuso once tangos, valses y milongas a partir de novelas de Selva Almada, Ana Ojeda, Claudia Piñeiro, Mariana Enríquez, Camila Sosa Villada, María Moreno, Leila Guerriero, Gabriela Cabezón Cámara, Belén López Peiró, María Gainza, Ariana Hartwicz. En el proceso poético la acompañó Raimundo Rosales y para la grabación, Malanca sumó a Acho Estol y Alejandro Montaldo como arregladores y productores artísticos.
“La idea del libro se explica visualmente”, señala la cantora con una sonrisa. La biblioteca aludida está cargada contra una de las paredes de su departamento en el barrio de San Cristobal. “Leer es un hábito familiar, incluso con padre y madre que no terminaron la secundaria, pero eran los dos muy lectores, y creo que ese hábito se fue alimentando”, rememora. “Me remonto a esto porque creo que la obra ya me habitaba y además se cruza con que siento debilidad con las canciones que cuentan historias, las canciones que cuentan un personaje en tres minutos”, explica. “Lo que yo hice no es nada spinetteano –plantea-, es otro rubro, más material, más concreto, que abreva en personajes que más allá de ser ficiones, tienen cierta materialidad”.
Por supuesto, se refiere a las temáticas que atraviesan sus canciones y –claro- los libros que las inspiraron. Las vidas trans, los abortos clandestinos, los asesinatos, la vida eclesiástica y muchos más, presentes en la literatura contemporánea y también en el tango de hoy. “En realidad me traje la idea de Grecia, cuando terminé, creo que era el Kentucky de Samanta Schweblin, y me planteé cómo explicárselo a los griegos sin usar el inglés... y era escribir una canción, pero como soy una desmedida, lo que era una canción se convirtió en un disco”.
“Cuando voy a mi librería, ya me conocen, saben qué sí y qué no, yo voy a la novela latinoamericana, y así como me gusta fanáticamente el cine argentino, la narrativa latinoamericana me encanta y con el tiempo me fui hallando muy cómoda entre las narrativas de género, en cómo escriben mujeres y disidencias, así que ir por ahí no fue tan difícil, la decisión más importante fue que todas estuvieran vivas”, advierte.
-¿Por qué querías que todas estuvieran vivas?
-Porque era arriesgado y el riesgo me identifica. Todo el mundo toma poetas muertos, tributa. Hay un goce por el tributo al muerto. Yo quería celebrar la vida. Me arriesgaba a tener algún problema. Al principio hice consultas y me decían que tenía que llamar a cada editorial. Y no me entendían que yo no quería agarrar un pedazo de libro y ponerle música. Eran canciones inspiradas. Y fue difícil hasta que mi entorno compró la idea y Raimundo me empujó para adelante. Él acompañó incluso la selección de libros. Yo llegaba y decía “este”, porque ya tenía cosas leídas. Pero también le decía “quiero hablar de femicidios, de aborto clandestino, de la Iglesia, quiero hablar del mundo trans”.
-Fue un proceso metódico.
-Sí. Por ejemplo, ¿cómo dejar afuera a María Moreno? Que además de leerla en Página/12, es la fundadora de la literatura de género. Entonces elegí el libro que narra cual biopic esos años donde ella abre, como una exploradora, entre Briantes, Suarez, Piglia. Esa.
-¿Y cómo fue el proceso con esas canciones?
-Cuando termino Chicas muertas, al toque me vino la música. Quería escribir algo bien road movie y polvoriento. Leonard Cohen. Y empiezo a tocar. Así como muestran en The Beatles: Get Back, así salen las canciones (toca la guitarra), empezás una rueda de tonos y salen. Entonces ni bien termino “Chicas muertas”, sobre el libro de Selva Almada, se lo mandé, mal tocado y por mail a Selva. Le expliqué y me responde que qué linda idea, que dale para adelante. y con ese envión le mandé a Ojeda, a López Peiró que se re copó, “Catedrales” lo toqué en Twitter y de pronto veo que Claudia Piñeiro lo retwittea. Mi prima me filmó tocando “Las Malas” y lo retwittea Sosa Villada...
-Contás el nudo, o el espíritu del libro, pero no spoileás.
-Creo que el que leyó el libro encuentra el final. El que no lo leyó, no. Lo testeé, ¿eh? Lo que me pasaba con cada historia es que le decía a Raimundo “no voy a poder”. Él me bajaba línea de cómo trabajar y yo decía no voy a poder. Y con Catedrales, ¿cómo hacer con un policial para no contar el final? Y pude, porque está críptico que no cuento el final.
-A primera vista, este disco puede formar un díptico con Plebeyas, el anterior. ¿Lo concebiste así?
-No, incluso en un momento pensé en que capaz me encasillaban en que hago sólo tangos feministas. Y no, yo hago tangos feministas desde el primer disco, porque soy eso. Pero es inevitable pensarlo como un díptico porque mis fuentes de inspiración en el disco anterior eran inttérpretes y en este narrativa de letras. No sé qué vendrá después.