Los jueces Ana María D’Alessio y Luis Alberto Giménez, del Tribunal Oral Federal de Ushuaia; y Gabriel Reynaldi, de Río Gallegos, condenaron a 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos a los policías Pablo Ruiz y Mario Gómez, en la emblemática causa de María Millacura contra el Estado por la desaparición forzada de su hijo. Ruiz y Gómez, dos de los uniformados de la comisaría 1ra de Comodoro Rivadavia que interceptaron a Iván Eladio Torres Millacura el 2 de octubre de 2003 con su patrullero 469, seguirán libres hasta que la sentencia quede firme. "María, la mamá de Iván, no participa de estos procesos porque ella exige que la prioridad es que le devuelvan a su hijo con vida, no le interesan las condenas sin él", dijo a PáginaI12 una de las abogadas de la familia, Verónica Heredia.

"La primera obligación del estado argentino es decir dónde está Iván, y no la ha cumplido, y su madre no ve que lo busquen ni que estén dispuestos a restituirlo", agregó la letrada. Esta condena a los autores de la desaparición forzada de Iván forma parte del cumplimiento de las obligaciones del estado argentino por la condena que tuvo en agosto de 2011 dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. En ese marco ya habían sido condenados en 2016 los policías Fabián Tillería y Marcelo Chemin a 15 y 12 años de prisión como partícipes del crimen del joven mapuche, que al momento de su desaparición tenía 25 años. 

A su madre, que supo acampar en la comisaría primera por años en busca de respuestas, tampoco le sorprende que a pesar de la gravedad del delito por el que fueron condenados Ruiz y Gómez no hayan sido detenidos. "Para ella todo forma parte de la misma impunidad, porque ni siquiera las personas que tienen su condena firme y están presos están cumpliendo una fehaciente privación de libertad, lo tolera pero recién va a exigir justicia cuando aparezca Iván con vida, no cree en todo esto y por eso no participa", explicó Heredia. De hecho, el impulso penal está en manos de la fiscalía, y al igual que en los casos de desapariciones forzadas cometidas durante la dictadura, el delito se sigue cometiendo porque no hay rastros de su hijo. 

“Con este fallo se empieza a dar una respuesta a la sociedad. Es un reclamo que llevó a la creación del tipo penal de la desaparición forzada en 2011. El Estado argentino tiene una responsabilidad enorme ante la comunidad internacional de esclarecer todos los aspectos de ese hecho gravísimo”, dijo el fiscal federal Teodoro Nürnberg, quien ya había participado en el primer juicio junto a Miguel Palazzani. En esa oportunidad quedó probado que Iván fue víctima de la privación ilegal de su libertad, la falta de información y su ocultamiento. "Esto sumado a la negación de la captura, que tiene como resultado concreto la sustracción de la víctima del amparo legal conforman uno de los delitos más graves en materia de vulneración de derechos humanos”, habían dicho en 2016.  

Iván trabajaba en un corralón y era solidario con los chicos de la calle. Al igual que a Luciano Arruga, la policía lo venía hostigando y como se resistía a las presiones le armaron un prontuario. Un mes antes de su desaparición la policía lo había levantado y lo sometió a un simulacro de fusilamiento. Al día siguiente, su mamá María Millacura fue a hacer la denuncia, pero en lugar de tomársela le quisieron pegar y la escupieron. Ella se instaló con un colchón durante meses en la comisaría 1ª de Comodoro Rivadavia, mientras denunciaba que una de las fotos publicadas en los avisos oficiales de búsqueda había sido tomada luego de su desaparición. Durante la investigación inicial murieron siete personas en dudosas circunstancias, amigos, parientes y testigos, incluso cuando ya habían sido dictadas medidas cautelares por la CIDH. 

María es ama de casa y nació en Chile. “No tengo profesión, mi hijo era el jefe de la familia porque estoy discapacitada por mi columna, soy separada y crie sola a mis tres hijos. Iván trabajaba desde los 11 años por la necesidad que teníamos. Los patrones aún lo recuerdan. Estaba en reparto de materiales. Es un chico muy solidario, solía traer chicos que encontraba en la calle a bañarlos y darles comida, les compraba zapatillas".

El jueves 2 de octubre de 2003 Iván Torres salió de su casa, a las tres y media de la tarde. Le dijo que iba a jugar un partido de fútbol porque justo ese día sus patrones se habían quedado sin materiales. Al otro día tenía una changa, así que avisó: “Vuelvo temprano”. Cuando pasó por una heladería unos chicos conocidos entraron. Cuando salieron a la vereda Iván, que hoy tendría 42 años, ya no estaba. Según los relatos del expediente a Iván le dieron una paliza en la seccional primera. Le pegaban mientras lo tenían esposado. Se cayó y se rompió la cabeza en presencia de varios policías, entre ellos Juan Montesino. De ahí lo sacaron a la rastra hacia la Unidad Regional y lo habrían tenido varios meses. Su madre hacía vigilia en la puerta. "Voy a denunciar esto internacionalmente, no voy a parar, cada día que pasa la impotencia y el dolor me hacen más fuerte”. Y así fue, pero su hijo nunca apareció.