Parrilla 3.0
Asadero es el cuarto restaurante que el grupo Mezcla tiene en este pequeño y compacto enclave gastronómico ubicado cerca de la estación Olivos del tren Mitre, junto a Orno, Carne y 1636. La propuesta es sencilla de entender: un upgrade de la parrilla tradicional con muy buena materia prima y algunas sorpresas. El espacio tiene una distribución inusual con una gran mesa comunitaria que recorre de forma sinuosa el largo del salón (aunque también hay mesas tradicionales). A tono con los otros proyectos del grupo (propietarios también de Casa Cavia), la estética es protagonista, con el uso de diferentes materiales, precisa iluminación y esmerado diseño. Lo mismo sucede con la vajilla, las copas y los cubiertos hechos especialmente para Asadero.
Dentro del menú, a clásicos como chorizos y morcillas, se suman la ensaimada de sobresada, queso fundido y miel ($1200); la fainá con txistorra y orégano fresco ($1300) o la humita que viene humeante y acompañada de una galleta ($1100). La carne sale al punto elegido, es tierna y sabrosa, y entre los cortes ofrecidos hay “cabrería” (un corte especial que suma bife y lomo) con hueso a la parrilla ($3000), ojo de bife (desde $2400) y un T-Bone para dos que es, literalmente, para chuparse los dedos ($6.800). Las ensaladas son de huerta propia con combinaciones que se cambian junto con las estaciones.
Los postres recuperan sabores vintage de las mesas porteñas, con guiños contemporáneos. Hay almendrado y cassata en versión palito; un arroz con leche como lo hacían las abuelas, cremoso y dulce en su justa medida; y un Don Pedro, ese clásico que reapareció en algunos restaurantes porteños. Para beber, tragos propios como el Basil Tonic, el Pizza Spritz y el Súper Americano. Y para cerrar la comida, además del café en cápsulas, ofrecen también la opción de filtrado. La carta de vinos es extensa y ordenada por provincias, con curaduría de la sommelier Mariana Torta.
Asadero propone así una comida tradicional, sabrosa y suculenta, bien parado en el siglo XXI.
Asadero queda en Corrientes 400, Olivos. Horario de atención: martes a sábados de 19 a 24 y domingos de 12 a 17. Reservas por Instagram: @asadero_fuegos o www.asadero.meitre.com.
Bajo el mar
Uno de los grandes misterios nacionales es cómo en un país como Argentina, con cinco mil kilómetros de costa, se come tan poco pescado. En ese escenario abrió Molusca, un bienvenido lugar donde el mar es protagonista.
Ubicado detrás del Paseo Alcorta, el nuevo restaurante de Dante Liporace –mismo chef y propietario de Mercado de Liniers– es una rara avis de la culinaria nacional. Para arrancar, entre las entradas hay ostras –que se mantienen vivas en unas grandes piletas que pueden visitarse bajando una escalera– y salen con caracú y perejil o con salsa ponzu, entre otras opciones ($1.800 las 3 unidades). El carpaccio de langostinos tiene un toque dulce ($3200) y el jamón de anchoas viene con una combinación de pecorino y limón ($2000). En las entradas calientes, la salsa de kimchi que acompaña las rabas las lleva a otro nivel y lo mismo pasa con los mejillones que están salteados con una manteca Café de París de sabor muy original. También hay cornalitos y boquerones, en un gesto bien de cantina.
Entre los platos principales destaca el pulpo que viene con un puré de papas bien cremoso ($5.300) y el risotto thai con shiitakes y langostinos. Para los que no comen pescado y aún sí quieren conocer Molusca, hay milanesa de ojo de bife madurado ($3500). Como cierre de la noche, un postre vintage que merece su reivindicación: el Don Pedro, que aquí se sirve con Johnnie Walker Red o, si se quiere romper el chanchito (en realidad destrozarlo) se puede optar por el que preparan con el premiado whisky japonés Hibiki y sale la módica suma de $40.000 (ya hubo un comensal que lo pidió). Carta de vinos al tono del lugar, con interesante variedad de cepas y de bodegas. Molusca abre mediodía y noche; durante la tarde el sol se cuela entre el decorado que emula las redes de un barco. El salón es amplio, de techos altos, con un importante mural marítimo; la barra pegada a la ventana es el lugar ideal para tomar un cóctel antes de comer.
Sin pasar desapercibido, Molusca es un lugar distinto en la ciudad, ideal para festejos personales.
Molusca queda en Salguero 3350. WhatsApp: 11-5741-1111. Horario de atención: lunes de 9 a 23; miércoles a sábados de 9 a 23. Instagram: @moluscabar.
¡Diga whisky!
Está claro que a un restaurante no sólo se va a comer, sino también a pasarla bien, y ahí la estética juega un papel importante, que se suma a la comida. Un buen ejemplo es Emperador Meiji, la reciente apertura que semeja la escenografía de una obra de teatro japonesa.
Una amplia casona en la esquina de Honduras y Ravignani diseñada por Eme Carranza (la misma detrás de la ambientación de lugares como Niño Gordo, Cochinchina y Tora Tora) en honor al emperador que le da nombre al restaurante. Fotogénico como pocos, Emperador Meiji está lleno de rincones instagrameables, desde su entrada a un patio interior hasta los salones distribuidos en todo el local, con espacios para cada ocasión, sea una cena romántica, un festejo con amigos o una comida familiar. Los sabores de la carta no exigen paladares entrenados en la cocina japonesa tradicional sino que busca una fusión entre oriente y occidente, con muchos platos pensados para compartir.
Uno de los best sellers es la robata, especie de parrilla nipona donde las brasas aportan un rico sabor ahumado. Llega a la mesa con unas piedras calientes donde cada comensal puede cocer la carne al punto que quiera (desde $450). También hay Katsu Sando, el sándwich en pan de molde japonés que puede venir de carne wagyu o de pescado (desde $900) y una wagyurburgercon kimchi, kiuri y cheddar que vale la pena probar ($1400). Entre las guarniciones, el puré de wasabi sorprende por su sabor original, levemente picante; y la frescura de la Kyuri Salad, con pepino, palta, aceite de sésamo, soja y limón, acompaña muy bien la carne. Al mediodía se puede elegir un menú de dos o tres pasos (desde $ 1100).
Con la dirección creativa de la bartender La Peligrosa, los cócteles son la mejor opción para acompañar los platos. De yapa, pegado a Emperador Meiji, está Mutsuhito, un pequeño omakase que funciona como un restaurante con identidad propia y menú de 17 pasos para los que disfrutan de entregarse a las manos del chef y experimentar un viaje diferente.
Emperador Meiji queda en Arévalo 5902. WhatsApp: 11-2072-1861. Horario de atención: todos los días, de 12 al cierre. Instagram: @emperadormeiji.