La curiosidad que llevó a Federico Bianchini a conocer el continente blanco no sólo se convirtió en un libro, sino que ahora migró a un nuevo formato: de la literatura pasó al teatro. Antártida. 25 días encerrado en el hielo, la crónica que escribió sobre los límites de la resistencia en una geografía que se torna muy hostil, pude verse en escena bajo el nombre de Antártida. Junto a Juan Ignacio Bianco, María Figueras, Julián Pucheta, Bianchini completa el elenco de la obra que, bajo la dirección de Analía Fedra García, se presenta todos los viernes a las 20 en La Carpintería.
Si bien hay guiños al libro, Antártida apunta a conseguir un artificio narrativo que funcione de manera autónoma. La obra cuenta cómo son los vínculos entre un periodista, una bióloga y dos militares (un jefe y su subalterno) en ese lugar tan alejado del mundo. “Trabajamos sobre algunos ejes que tenían que ver con la soledad, el aislamiento, la distancia de la familia y las historias que fui recopilando cuando estuve allí”, detalla.
Desde chico, Bianchini quería conocer el continente más austral de la Tierra. En 2014, cuando era editor de la revista Anfibia, se le ocurrió una excusa válida para ir y emprendió viaje. Su objetivo era explorar sobre la tarea de los científicos y los militares en la base más científica de la Argentina. Pero cuando llegó el momento de regresar a Buenos Aires, el avión encargado de llevarlo de regreso no pudo aterrizar, y la que iba a ser una estadía de menos de una semana se transformó en casi un mes.
Esa historia, que se convirtió en un libro sobre los límites de la resistencia en una geografía donde “el tiempo no pasa, transcurre distinto”, fue leída por la directora Fedra García, a quien le interesó la idea y le propuso hacer una adaptación teatral. “En plena pandemia, trabajando en un archivo compartido, nos pusimos a escribir. Lo mandamos al Premio Estímulo a la creación y producción de artes escénicas CTBA + Banco Ciudad y nos llamaron para avisarnos que habíamos sido seleccionados. La idea fue mantener el registro del libro para hacer un cruce entre la ficción y la no ficción”, cuenta Bianchini.
-¿Cómo fue la adaptación del texto?
-Lo primero que hicimos fue definir los personajes y sus características. Aunque teníamos ciertas escenas que sabíamos que iban a estar: pensamos quiénes podrían llevarlas adelante y cómo se enmarcarían en el conjunto.
-¿Qué objetivos perseguías con esta migración del formato?
-Me interesaba que la obra fuera independiente del viaje. Creo que al igual que cuando uno escribe un cuento a partir de una historia real, el desafío está (una vez que se escribió la historia) en revisarla y quitar los detalles, las referencias, que la unen al recuerdo. Es decir, que todo lo que aparezca en la obra debe hacerlo porque es fundamental para la coherencia interna. Si hay algo que aparece porque así sucedió en lo que llamamos realidad, pero no son pertinentes, hay que quitarlas. Esto es difícil sobre todo si uno vivió la experiencia, porque tiende a naturalizar lo sucedido.
-¿Habías actuado alguna vez? ¿Fue un desafío?
-No. Lo único que había hecho fue un taller de actuación en la escuela primaria. En principio, cuando Analía me propuso que actuara le dije que no. Porque me sorprendió la pregunta y porque cuando quise saber cuánto tiempo se ensayaba me dijo que tres veces por semana, tres horas cada vez. Me pareció muchísimo. Finalmente, pensé que, si no lo hacía, nunca iba a saber cómo era una obra de teatro desde adentro. Y si la posibilidad estaba ahí, ¿por qué no aprovecharla?
-¿Cuándo escribías el libro pensabas que después podía llegar a convertirse en una ficción?
-Nunca pensé que podría quedarme 25 días en la Antártida. Tampoco imaginé que el viaje se convertiría en un libro, ni que luego sería una obra. Menos, que me subiría al escenario. Es una sucesión de combinaciones y azares que me encanta.
-¿Te interesaría seguir profundizando en el ámbito teatral?
-El otro día pensaba que, si dejo de actuar, voy a extrañarlo. Pero tampoco me engaño: no soy actor. Creo que al igual que me pasó en la Antártida, donde todos se conocían y conocían el lugar, llegué como un extraño, como un visitante que trata de entender un espacio desconocido y ajeno. Por el momento, en el escenario y con mis compañeros, me divierto bastante.
* Antártida puede verse todos los viernes a las 20 en La Carpintería (Jean Jaures 858).