Nadie va preso, ¿che? ¿Así que se puede vaciar empresas, pedir préstamos y fugar la guita, espiar y mentir sin ir preso? ¿Se puede agarrar una topadora y matar trescientos pingüinos y nada? Hubieran avisado antes, así me hubiera quedado con algún palo verde ajeno y hubiera bajado a escopetazos a ese hornero que no me dejaba dormir la siesta. Total…
La forma en que hemos naturalizado que los ladrones de gallinas vayan presos y que los que fundieron el país diez veces no, es la derrota cultural más grande de todas las derrotas.
A veces hay una luz de esperanza. “Imputaron a…”. Pero apenas la noticia se viste de jerga, chau, fuiste Carlitos, ya sabés que nos van a empomar. Y en lugar de mandar en cana a alguien, “citan a declarar, amplían la declaratoria, presentan un escrito, se declara incompetente”. Eso significa que la justicia se fue por la canaleta de… la justicia.
Capaz que sea cierto, nomás, que la justicia debe ser ciega, sorda, muda, pero aflojen un poco con lo lenta que es. Lentísima. Y los malos (jueces) ya sabemos que son malos, pero los buenos (o los más o menos, para ser justo) son más lentejas que tortuga de tres patas.
Hace dos años que descubrieron que la AFI de los horribles espiaba a Dios y a María Santísima. ¡Dos años! Y todavía no lograron abrir el teléfono de uno de los implicados, algo que mi hijo te hace en treinta segundos. Así con la causa de extorsión que está en Dolores y otras.
Quizá los jueces no se dieron cuenta (y desde acá los alertamos, como contribución) de que mientras los acusados son citados a declarar, etc., en un proceso de ¡años! pueden seguir delinquiendo. O borrando pruebas. O comprando testigos. O embarrando la cancha.
A veces hasta se mueren antes de cumplir con la justicia terrenal, y cómo la justicia divina anda también escasa de éxitos, los malos vuelven a ganar una y otra vez.
¿Qué esperan los jueces? ¿Que los ladrones confiesen? ¿Que traigan videos de sus propias matufias? Es evidente que, de los tres poderes, el de la justicia es el más podrido. El más acomodaticio. El que más especula. El que más se vende. Y acá no hay que esperar, nunca, que el amor venza al odio. Acá vence siempre el odio. O casi.
Y si alguno cae en la volteada es para que parezca que paga por todos. Lo deben elegir en algún asado en el country. “Ja, ja, ja… Nahuel Darío, esta vez te toca a vos ir preso por unos meses en nombre de todos nosotros. Pero no te preocupes que te vamos a cuidar a tu esposa, a la cancha de tenis y te vamos a regar las rosas de tu departamento en Miami, ja…”.
Pero si los garcas cuando tienen hijos, en lugar de buscarle una institutriz o una nodriza, le buscan un abogado. Un abogado que todavía no empezó la carrera, pero que será abogado y garca como sus padres y abuelos. Y los niñitos van juntitos a salita de dos, intercambiando chupetes primero, luego los apuntes truchos que compran en El rincón del Vago, y al fin juegan al tenis juntos, uno ya juez y el otro acusado.
Linda enseñanza le estamos dando a nuestros hijos. Y uno, pobre mortal, pobre ciudadano, pobre tipo, trata de no atrasarse con una cuota de la AFIP o de no mear afuera del tarro por miedo a ir preso. Tampoco estoy pidiendo que manden a los que fundieron este país a las galeras. Bueno, pensándolo bien no es mala idea. Verlos laburar ya sería un premio.
Y si alguna vez los jueces se equivocan y mandan a algún ladri preso, nunca, pero nunca, se recupera lo robado. Como mucho el ladri devuelve los intereses de los intereses, y en mil cuotas. Ahí aparecen los hijos de los ladrones, que andan por la vida pontificando sobre el esfuerzo y el mérito, justo ellos, que tienen lo que tienen construido con los guantes blancos del padre. Nunca se supo de ningún hijo que haya dicho “devuelvo esto porque mi viejo se lo afanó”. No. Dan lecciones desde Miami, donde lavan nuestro dinero sin que nunca, pero nunca, paguen.
A ver si la psicología se mete con esto, por favor. Que al menos los hijos de los ladris tengan vergüenza de ser hijo de ladrones. Tanta sarasa con la culpa de las madres pero con los padres ladris no se metieron. Asignatura pendiente, Freud.
Vean a los asesinos de la matanza… quiero decir de la campaña del desierto. No fueron presos los responsables, ni los hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, choznos y lo que siga después. Todos millonarios gracias a las matufias del viejo y querido ancestro, un garca intergaláctico, además de asesino. ¿Alguien pagó? No. Nunca. ¡Algunos son los héroes del país y sus fotos están en las escuelas!
Y mientras los tataranietos de los pobres siguen yendo presos a las mismas cárceles que sus ancestros, por portación de pobreza, los tataranietos de los ricos siguen viviendo de los dividendos de lo que afanaron sus ancestros, y comprando a los tataranietos de los jueces que hicieron zafar a sus abuelos. Fuaaaa…
¿Cuánto saldrá comprar un juez? ¿Se conseguirá en Amazon? Por ahí no es caro, y podríamos juntar unos pesos entre todos y comprar uno que alguna que otra vez nos dé la razón. Yo pongo mil pesos. Por algo se empieza, ¿no?
Habría que ponerse las pilas, ¿no? Empezar a acomodar estos melones que evidentemente no se van a acomodar solos. Ahí están todos los libros de la historia del país para ratificar lo que digo. No hay que ser genio para ver esto, ni siquiera hay que ser leído.
Tener una Corte Suprema que no dé vergüenza no sería un mal principio. Tipos que se votan a sí mismos cuando eligen presidente, sin todos los miembros presentes, lo que hace renunciar a uno de ellos a manera de queja. Mamita querida…
Pero qué sé yo de estas cosas. Chiabrando, andá a pagar los impuestos antes de que la yuta llame a tu puerta. Y tenés un veinte por ciento de aumento en los impuestos por bocón y pedigüeño. Este lunes estás citado a declarar. Buscate un buen abogado. Mejor dos. ¡Y marche preso, carajo!