La apuesta de Romance de los pueblos libres es notable. Surgió antes de la pandemia y se concreta ahora, a partir de un recorrido que integra tres provincias desde la tarea mancomunada del Ministerio de Cultura de Santa Fe, la Secretaría de Cultura de Entre Ríos y la Agencia Córdoba Cultura. Con dramaturgia y dirección de Miguel Ángel Palma, la obra surge con motivo del bicentenario de la muerte del caudillo entrerriano Francisco Ramírez y el bicentenario de la creación de la provincia de Córdoba, en la interacción dramática suscitada entre Ramírez, el Brigadier Estanislao López y el caudillo cordobés Juan Bautista Bustos. Se estrenó en la capital de la provincia, lleva recorridas varias localidades, y hoy es el turno de Rosario, a las 21 en el Patio Cívico del Monumento a la Bandera.
“Estamos viviendo un momento de felicidad extrema, trabajando con gente de Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Para que te des una idea, tengo dos actores de Chajarí, dos de Gualeguaychú, dos de Gualeguay, uno de General Ramírez, de Crespo, uno de Federal, ¡está todo el elenco mezclado, es una experiencia maravillosa!”, señala Miguel Ángel Palma a Rosario/12.
-¿Cómo les está resultando la experiencia con el público?
-Es impresionante. Ya cuando uno lo estaba armando, te parecía que algunas cosas tocaban ciertas fibras, porque el espectáculo alude específicamente a la construcción de lo federal, y se trata de pensar a estos tipos más allá de sus desavenencias, como Artigas, Pancho Ramírez, el Brigadier López, que terminaron enfrentados, pero lo que sí hicieron fue plantar la semilla de la patria federal, y eso es algo que a la gente que vive en el interior, y en el interior del interior, le pega fuertemente. Lo sienten como propio, como una reivindicación real. Estuvimos en Santa Fe, Esperanza y Rafaela; en Paraná, en Villa Elisa, en Rosario del Tala; ahora vamos al sur de Santa Fe: Murphy, Villa Mugueta, Puerto San Martín. La gente aplaude de pie, en lugares muy sensibles de la obra. Mirá que tengo muchos años, pero esto me sorprende.
-Me hacés pensar en las reacciones que despertaban las representaciones de Juan Moreira.
-Es un poco así. Hay un par de escenas y canciones que son de fibra muy íntima y la gente aplaude con impulso. Es un orgullo enorme, porque te sentís acompañado en lo más importante, que es lo que quisiste decir y expresar. Y si la gente lo toma así, es hermoso.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo?
-Primero escribí el guión de la obra, el texto, pensando en una poética muy particular que tenía que ver con proponer todo el tiempo que estos personajes fueran íntimos, y no el folletín que conocemos, con el Brigadier tomando decisiones, con Pancho Ramírez atacando. Se pensó en ellos como en hombres comunes, enfrentados a circunstancias extraordinarias, de mucho coraje. Pero son hombres comunes, que se enamoran, que tienen miedo, que sufren, que les pasan las mismas cosas que a los demás. Comenzó como una escritura excesivamente poética, porque uno se va emocionando con la historia y le va poniendo corazón al tema, pero eso hizo que fuera muy difícil de representar, de llevar a escena. Fue así que apareció el recurso del video, para dar a algunas escenas una especie de intimidad narrativa, y que no fuera el escenario gigante. Así apareció la figura de la tropa, que son quienes verdaderamente narran la historia junto con la Delfina, un personaje que tiene un montón de escenas de video. La tropa está integrada por las montoneras de Ramírez, que van sintiendo la falta de su jefe, de la persona a la que amaban y seguían, y van haciendo escenas muy colectivas y coreográficas, que enlazan la historia y le dan ese toque más popular que tiene el espectáculo.
-¿Como sucede con el coro griego?
-Tal cual, lo pensé de esa manera. Es un coro que va subrayando y narrando lo que ocurre, como si fuera en tono épico, pero a través de su cuerpo, no tanto desde la palabra; es un verdadero coro, pero silencioso.
-A lo largo de las representaciones, me imagino que entre actrices, actores y personajes debe darse una integración cada vez más intensa.
-Se consolida algo muy interesante. En un primer momento, estaban llenos de tareas, de cosas que debían hacer, pero se fue transformando en algo muy vivo, en donde la tropa se va mirando y encontrando acciones y situaciones. Todos los días nos llevamos sorpresas muy agradables, pasan cosas intensas en el escenario, que no están previstas por mí, que ni siquiera soñaba.
-Seguramente, influyan también los escenarios y localidades elegidos.
-La obra está parada sobre hechos simbólicos, que abordamos con mucha humanidad. Cada lugar tiene también su simbología, hay una parte de la obra que alude a la batalla de la Vuelta de Obligado y elegimos estar en Puerto San Martín porque allí fue la batalla de Quebracho, la batalla central de toda la épica de Obligado. En la obra aparece Belgrano como personaje, en un momento determinado, porque tuvo mucho que ver con el inicio de la raíz federal, por su ideario y porque a él le tocó retirarse para que el ejército pudiera sublevarse en Arequito. Ahora, nosotros vamos a izar nuestros sueños allí donde Belgrano izó la bandera, como una especie de encuentro 200 años después con parte del ideario revolucionario de mayo, esa es la idea.
Como lo dejan traslucir las palabras de Palma, Romance de los pueblos libres pone el acento en el rol de la mujer: “La Delfina agrega a la historia una carnadura muy importante. Hay un encuentro entre ella y Manuela Sáenz, del movimiento de Bolívar, junto a otras referencias que son interesantes, más aún en este momento, cuando es necesario reivindicar el lugar de la mujer en toda esta gesta, donde siempre aparecieron los hombres, como si hubiesen vivido solos”, concluye.