“Siento que los ejes de mi trabajo durante estos últimos diez años son el medioambiente y impacto de las grandes corporaciones sobre la comunidad”, explica el fotógrafo Pablo Piovano. Tras múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo en torno a las consecuencias del glifosato en las comunidades rurales, Piovano lleva algunos años con su lente apuntando a Vaca Muerta, el controvertido proyecto hidrocarburífero instalado en Neuquén. A partir de ese trabajo inauguró este viernes una muestra en El Faro de los Trabajadores (Av. de los Trabajadores 5700), en Mar del Plata. La inauguración, durante la tarde del viernes, fue junto a integrantes de la Confederación Mapuche de Neuquén y del Observatorio Petrolero Sur.

“El fracking en el mundo es un tema muy importante, una crisis socioecológica muy grave”, señala Piovano. Vaca Muerta –explica el fotógrafo- es una formación sedimentaria de 30.000 kilómetros cuadrados que abarca varias provincias, pero tiene su corazón en Añelo, un pequeño pueblo neuquino. “Se asentaron las multinacionales y el cambio fue drástico, es claro el avance de un pueblo vacío a un gran movimiento, que de pronto trae hoteles y casinos, se llena de obreros y empresarios, pero también empieza la prostitución, se mueve la droga”, relata. “El paisaje en sí es desolador, es la Patagonia desierta, de tierra seca y con una vibración muy extraña”, describe. “Lo que me pasa cuando voy es que me seco”, reconoce. Además del impacto social, también está el impacto ambiental, que incluye sismos, el uso intensivo de agua (“ya están discutiendo si usan el agua que tienen para el fracking o para cultivar peras y manzanas, porque para todo no alcanza”, advierte el fotógrafo), contaminación de napas subterráneas y mucho más. “Vaca Muerta está en un 7 por ciento de explotación, así que les falta hacer un millón de cagadas todavía”, advierte.

El trabajo, cuenta, no es sencillo. Las empresas sólo permiten acceder a sus terrenos a los medios extranjeros. “Te llevan como si fueras un nene de jardín de infantes, y te dejan ver y fotografiar muy poquito”, lamenta. “Por eso me acerqué desde la visión de las comunidades, porque hay unas 20 comunidades mapuches que están en permanente tensión con las empresas de la zona, que son prácticamente el Estado en Añelo”.

La elección de Mar del Plata para hacer la primera muestra de este trabajo no es casual, cuenta Piovano. “En este momento hay 20 permisos de exploración, con rondas de licitación ya ganadas, en las costas del Mar Argentino, desde Mar del Plata hasta las Malvinas”, cuenta. “Fue algo que empezó el ex-ministro de Energía durante el gobierno de Mauricio Macri (Juan José) Aranguren, con un andamiaje político judicial para que las empresas operen, y se generó una asamblea de resistencia”, señala.

Motivos de preocupación no faltan. Y como si fuera poco, el propio nombre Añelo incluye una advertencia ominosa, cuenta Piovano: en mapudungún, la lengua mapuche, “Añelo” significa “paraje del muerto”.