“Venimos a festejar la democracia”, “para apoyar a este gobierno”, “para agradecer y para escuchar”, “para hacernos escuchar, porque somos la voz del pueblo y la plaza es nuestra, por eso es una plaza alegre, no como las que hacían los antivacunas”. Las explicaciones describen el ánimo de quienes este viernes, desde la mañana, llegan a Plaza de Mayo para celebrar la democracia. Desde el mediodía, las calles aledañas están liberadas de tránsito para que las columnas de militantes y los vecinos "por su cuenta" puedan llegar para celebrar un nuevo aniversario del retorno democrático.
Por Avenida de Mayo se acerca uno de esos vecinos, Carlos Riquelme, camina despacio, mira atento. “Lo llevo en la sangre, se ve que uno nace con vocación de acompañar, desde que vivo acá vengo a la Plaza de las Madres, hoy no podía faltar”, explica. “Y vengo festejando desde anoche”, agrega, por su barbijo de River. Es jubilado, era barman, es correntino. “Desde que empecé a trabajar siempre estuve con los de atrás, nunca con los patrones --avisa--, lo aprendí de mi padre que tenía chacra, de ahí me nace”.
Carlos se pierde entre la gente que, a las tres de la tarde, se agrupa en los lugares de sombra. Hay muchos con pecheras de organizaciones como Barrios de Pie, la CCC, La Dignidad, otros con remeras de La Tupac, de apoyo a "Las Madres de Plaza”, muchas de Maradona. Las banderas de distintos lugares del Gran Buenos Aires están en puntos estratégicos: “República de Almirante Brown”, “Avellaneda, cuna de resistencia”.
Todavía se puede caminar alrededor de la Pirámide. Florencia y Noelia son estudiantes, viene “a ver qué onda”, y también “a escuchar a los que hablan, y a las bandas”. La JP de Santa Rosa y Los Buhos, de La Matanza, llegan con sus banderas. Miguel está con un grupo de La Tablada. “Para defender la democracia, porque recordamos los momentos oscuros, mis padres en la dictadura se tuvieron que ir al interior, a las afueras de Córdoba, yo tenía 10 años, me acuerdo bien”, cuenta.
Cerca está Laura. Es trabajadora social y aporta: “Hoy es el día del Trabajador Social, así que festejo dos cosas: eso y la democracia. Y vengo porque esto te llena de energía, y lo necesitábamos, después de tanto tiempo de no vernos por la pandemia”. Quiere escuchar a “la jefa”, dice. “También a Alberto (Fernández) y a Lula (Da Silva)”. Miguel recuerda: “Vinimos en 2019, cuando ganamos, acá estuvimos, y volvimos, vamos a estar, en las buenas y en las malas, orgullosos de nuestra democracia y de ser peronistas”.
Ramón está con un grupo que lleva pecheras de Barrios de Pie, la CCC y el Evita. “Vinimos a apoyar a Cristina, lógico, a Lula, y por el uruguayo (Pepe Mujica), y para que el otro gobierno que se fue, no vuelva más, también para apoyar a Fernández y que pueda mejorar las cosas”, explica. Viene de San Justo, con su grupo. “Somos de distintas agrupaciones pero venimos juntos porque así se hace la fuerza, unidos”, razona. Ramón es cooperativista: “Barremos calles, plazas, pintamos escuelas, no somos ‘choriplaneros’, trabajamos donde la comunidad necesita, y trabajamos a pulmón”, sostiene. Y agrega: “Estamos agradecidos por esta oportunidad de trabajar, y lo estamos demostrando”.
Hay familias con niños. Hay padres como Martín, que es sociólogo y vino de Moreno con Lucio, su hijo de cinco años. “Somos militantes silvestres, de la democracia y de la alegría”, se define. Laureano vino con su novio y dice “soy nuevo en esto”. Llegaron de La Matanza porque no ven “una mejoría social”. La falta de trabajo y la inflación son las deudas pendientes, precisa. Estudia Administración y vino para acompañar a su novio que no quiere hablar “pero es el que entiende” lo excusa, y se ríen.
Desde el balcón del Cabildo, allí donde hace 38 años Alfonsín recitó el preámbulo de la Constitución, hoy saludan los periodistas de TV que cubren el acto. Natalia, de 16 años, se ríe porque no sabe cómo se llaman los periodistas, pero aplaude. Hay clima de algarabía. Cerca de ella, el periodista Edgardo Mocca disfruta un choripán antes de encarar al corazón de la plaza: “El clima de unidad define la jornada, y en la consciencia del momento crítico que estamos pasando, cada uno tiene que defender sus banderas desde un espíritu plural”, reflexiona.
A las cuatro de la tarde, las columnas del Evita comienzan a ingresar por Avenida de Mayo. Vilma trae su bandera azul, viene de Luján. Es “peluquera y barbera” --detalla--, y vino para “festejar la democracia porque lo mejor que puede pasar es que cada uno pueda pensar y decir lo que quiera”. Apoyar, no bajar los brazos, y seguir para adelante, es lo que la motiva. “Hay que levantar al país, por eso vinimos”, sintetiza. “Siempre la movilización popular hace más ricos los procesos democráticos, los pueblos se expresan de esta manera, y los avances se logran cuando hay un pueblo organizado y movilizado”, dice Alejandro “Peluca” Gramajo, al frente de la impactante columna del Evita.
Juan Cruz espera en la entrada de Diagonal Norte, tiene una remera de “Los juegos Evita”. Participó como basquetbolista. Vino con tres amigos “para apoyar a Cristina, más que nada, y por la unión de los pueblos latinoamericanos”. Detrás, se ve la columna de La Cámpora que avanza por la diagonal, cubriendo toda la calle, hasta el Obelisco. Son las cinco de la tarde cuando esa agrupación comienza a entrar a la plaza. “A festejar el día de la democracia”, dice Diego, de La Cámpora de La Plata. “Del grupo de diversidad”, señala. Detrás, un muñeco gigante lleva colgada una pancarta: “No al FMI”, y sobre el pecho una estampilla gigante con el rostro de Milagro Sala, que dice: “Libertad”.
Mujeres cristinistas
Lucía vino de San Martín, Sofía de Capital, Magdalena “de la 31”. Son vendedoras ambulantes, “de un frente de trabajadoras autogestionadas, y andamos en manada para protegernos, hace ocho años que trabajamos en la calle”, repasa Lucía. Están apostadas sobre Diagonal Norte. Venden muñequitos de tela de Cristina y de Néstor Kirchner, de Simone de Beuavoir. La última vez que vinieron fue en 2019. “Nos fue fantástico, después de cuatro años de macrismo, fue una fiesta”, agrega. “Somos militantes populares y defendemos este gobierno ¿qué vamos hacer nosotros si no, apoyar a la derecha?”, pregunta irónicamente. En su brazo tiene tatuada la imagen de Néstor Kirchner, “de cuando nació mi hijo que tiene 6 años y se llama Néstor”. Se quedan “hasta que hable Cristina, los demás, para nosotras, son teloneros nomás”.
Los que ya no están
Iris Coronel usa tacones y un vestido de seda, liviano. Camina segura cuando cruza la plaza, sale, va a la diagonal por donde ingresa La Cámpora. Mira. Acompaña, con su paso firme. “Para mí es importante estar acá, porque es el día de los Derechos Humanos. La memoria tiene que ser activa y estar en las calles es uno de los modos”, explica a Página/12. “Cada vez que hay un evento vengo. Me da felicidad encontrar al pueblo en la calle”. Iris era adolescente durante los años de dictadura. “En mi colegio secundario, los camiones del Ejército sabían llegar a requisar --recuerda--, y a una de mis compañeras se la llevaron solamente porque tenía un libro de El Principito. Por eso a cada colocación de baldosas que me entero, trato de ir, porque desde ese día, a esa compañera, no la vimos nunca más”.
Banderas al hombro
En la plaza de la democracia muchos usan banderas como ponchos, sobre la espalda. La mayoría son banderas argentinas con leyendas alusivas al acto. Pero en la pluralidad de voces, se distinguen excepciones: la víbora en la bandera argentina del joven Lautaro Núñez es una de ellas. “No me pises”, dice su leyenda libertaria. Y suena a provocación. “Representa las libertades individuales, un gobierno limitado y a la Constitución”, explica. Y antes de internarse en la plaza, agrega: “Esta es la plaza de la democracia, y la pluralidad”. La bandera de Perla, de La Cámpora de San Isidro, expresa esa pluralidad. En sus hombros flamea, sobre el contorno de un mapa de América Latina, una imagen del Che: “Porque soy una revolucionaria y necesitamos un cambio --explica--, porque hay hambre, y la única manera de que el hambre se manifieste y peche por una mejoría, es saliendo a la calle. Por eso estamos acá”, puntualiza.