El gato andino, (Leopardus jacobita) parece un gato común, pero no sólo no lo es, sino que se trata de la especie de felinos menos conocida del mundo. Por su pelaje (fácilmente confundible con el entorno) y el hábitat donde vive, es muy difícil de ver y estudiar y es por esta razón que se ganó el mote de “Fantasma de Los Andes”. Se trata de la especie más amenazada de América.
En diálogo con Catamarca/12, el biólogo Roberto Salinas detalló que “todavía se desconoce información básica de este felino. Por ejemplo, no se sabe cuántos años vive, cuántas crías tiene y cuál es su período de gestación”.
El fantasma de Los Andes, vive en zonas elevadas de entre 2500 y 4000 metros sobre el nivel del mar y habita desde Perú hasta el sur de Argentina en la zona cordillerana. En Catamarca, hay registros en el Nevado del Aconquija y Sierras de Belén. Después las Sierras de Laguna Blanca, ubicadas en Antofagasta de la Sierra. Algunos cueros fueron encontrados la cordillera de Tinogasta.
Se trata de una especie que ha sido evidenciada más que todo por fotos o presencia de cueros y materia fecal. “Es tan difícil de ver que hay investigadores que pasaron años y años buscándolo y nunca pudieron verlo personalmente, sólo a veces con cámaras trampa”, señala el profesional y aclara que “es la especie de felinos menos conocida del planeta, sólo puede ser comparable con el leopardo de las nieves (Panthera uncia), que vive en el Himalaya, aunque del gato andino se sabe mucho menos”, cuenta.
El gato andino es de tamaño pequeño, parecido al gato doméstico. Puede pesar un promedio de 4 kilogramos y medir entre 58 y 64 centímetros. A diferencia de otros felinos, posee una cola bastante larga de 41 a 48 centímetros y posee 9 anillos marcados claramente. Las orejas son grandes y redondas, en la parte trasera de las orejas tiene una tonalidad gris oscuro. Las patas son robustas.
Su piel es muy suave, densa y con una tonalidad gris o marrón con rayas verticales en la parte superior de la espalda, con manchas en los costados y bandas alrededor de las patas y cola. “Se trata de una piel “térmica”, que posee dos tipos de pelos que le permiten adaptarse a las condiciones climáticas en donde pueden hacer hasta 20 grados bajo cero”, cuenta Salinas.
Los gatos andinos son carnívoros y se alimentan de pequeños roedores como chinchilla o chinchillones andinos, animales que constituyen el 94% de su alimentación. Esta es una de las razones por las cuales se lo considera amenazada.
Si bien no se conoce fehacientemente cómo es su reproducción, se estima que el periodo de apareamiento es entre los meses de julio a diciembre. Se ha comprobado que el gato andino no está adaptado para reproducirse en estado de cautiverio.
Por lo general suelen dar a luz de dos o tres cachorros dentro de grietas u hoyos de las piedras. Alcanzan su madurez sexual a los 2 años de edad.
En extinción
En cuanto a las amenazas que colocan al gato andino como una de las especies en peligro de extinción, Salinas explicó que “La caza furtiva para obtener su pelaje para abrigos fue una razón importante durante muchos años. Actualmente, la alteración del hábitat donde vive, como las huellas de exploración minera o el turismo , que alejan a las chinchillas de los lugares, es otra de las razones. La chinchilla andina casi se extinguió y el chinchillón está disperso y son casi su principal fuente de alimento”, cuenta.
Según explica la asociación Alianza Gato Andino, creada para su protección y que organizó una alianza entre los distintos países en donde habita el gato andino, las principales amenazas son: Degradación y pérdida de hábitat provocada por la modificación del paisaje y suelos, contaminación y utilización fuentes de agua por parte de la minería extractiva. Otra de las razones es la tenencia de perros depredadores que los matan y además transmiten enfermedades.
Otra amenaza es la competencia entre los depredadores más grandes que se encuentran en la región y la tenencia de estos animales como mascotas.
“Quedan menos de 1500 ejemplares en el mundo del gato andino. Es importante que la gente y pobladores conozcan y reconozcan para poder minimizar el impacto”, concluye Salinas.