James Gandolfini finalmente se sentía liberado de Tony Soprano. En su rol como el capomafia de ceño fruncido, sangre en las manos y un conflicto existencial, había transformado la televisión. Los Soprano era un éxito sobre una familia criminal en crisis, y su estrella había sido entronizada en la cultura pop. Pero eso tuvo su precio. "Se convirtió en marca registrada, y eso lo afectó", dice Steve Schirripa, quien encarnó al leal soldado Bobby Baccalieri. "Nunca se sintió cómodo con ser el centro de atención".
Unas pocas semanas antes de la muerte de Gandolfini en 2013 -a causa de un ataque cardíaco en un hotel italiano, a los 51 años-, su coprotagonista Michael Imperioli lo había visto por última vez. Lucía diferente. Los dos hombres eran cercanos, su dinámica en pantalla -él interpretaba al sobrino de Tony, el ambicioso Christopher Moltisanti- se replicaba fuera de ella. "Estaba realmente feliz", dice Imperioli solemnemente. "Habían pasado seis años del final, y sentía que algo de la locura se había aquietado, algo de esa identificación con el personaje. Finalmente se sentía él".
Por supuesto, Gandolfini murió sin saber que Los Soprano volverían a explotar. Hoy parece imposible escapar a la serie, quizá más que entre 1999 y 2007, cuando se emitió en HBO. Incluso tiene una base de fans aún mayor. Su nueva popularidad fue sustancial en 2020: WarnerMedia señaló que había experimentado un 179% de aumento de espectadores en el streaming, quizá también producto del comienzo de la pandemia. Sopranos Out of Context, la cuenta de Twitter que lanza fotos al azar, llegó a 100 mil seguidores. Y también estuvo Los santos de la mafia, la precuela protagonizada por su hijo Michael, y tres podcasts de ex integrantes del elenco dedicados al show. Imperioli y Schirripa conducen uno de ellos, Talking Sopranos, y acaban de lanzar el libro Woke Up This Morning, una historia de la serie llena de anécdotas.
¿Qué hubiera pensado Gandolfini de todo eso? Imperioli se ríe. "¡Creo que le hubiera reventado!" Gandolfini le escapaba a la prensa, se rehusaba a aparecer en programas televisivos o a dar entrevistas. "Creo que estaría endemoniadamente orgulloso de su hijo. Eso lo hubiera hecho muy feliz. Pero si la nueva popularidad del show lo ponía en la posición de que la gente quisiera que hablara con la prensa o fuera a eventos, dudo que lo hubiera hecho."
Imperioli habla desde New York, la misma ciudad desde donde unos días después hablará Schirripa. Las conversaciones separadas son de gran ayuda. En Talking Sopranos, el dúo tiene un curioso ida y vuelta; Imperioli como el pensativo narrador, Schirripa interviniendo con mordacidad, chistes gruesos y un dejo del estilo de Robert De Niro. Funcionan muy bien juntos, es difícil imaginarlos por separado.
Imperioli sintió que Los Soprano habían vuelto a ser un fenómeno en 2019, cuando se le acercó un fan en Central Park: un adolescente escocés que le mostró un tatuaje de Christopher en su pierna. "Parece que no hay fans ocasionales de Los Soprano", dice. "O no la vieron nunca, o saben todo de la serie". Schirripa no se ha encontrado todavía a alguien con un tatuaje de Bobby, e imagina que sería algo extraño. "Quiero decir, yo tuve mis series favoritas, pero no quiero a Seinfeld en mi brazo", se ríe.
Hay muchas teorías sobre por qué Los Soprano volvió a ser masiva: es una reflexión dramática de una sociedad en declinación terminal; de modo no muy diferente a 1999, todos estamos tan deprimidos, cansados y enojados como esos personajes; todos la tenían en su lista mental de "serie para ver" y le dieron la oportunidad en la cuarentena. Imperioli cree que toca temas sociopolíticos que solo se volvieron obvios más tarde. "Tiene que ver con el vacío del Sueño Americano", señala. "La impostura de todo eso: la cultura del consumo, el materialismo, hacer más dinero, conseguir mejores trabajos y casas que la generación anterior. Y al final del día, nada de eso llena tu espíritu. Nos han convencido de que no hay nada más importante, pero es un vacío."
Sea cual sea la explicación, el resurgmiento también destrabó aspectos de la historia de la serie que de otro modo hubieran sido olvidados. En la red apareció un extracto de la próxima historia oral de HBO, uno que no pinta el lado más fácil de Gandolfini. El libro describe la compasión y vulnerabilidad del actor, pero también sus luchas con el abuso de sustancias, los choques con la plana mayor de HBO y los momentos en los que detuvo la producción. Woke Up This Morning no se mete tanto en eso, aunque ocasionalmente hace guiños a problemas en el set. A la luz de la muerte de Gandolfini, ¿siente Imperoli que debe proteger su memoria?
"Absolutamente, y extendería eso a cualquier amigo que considere cercano", dice. "Hubo momentos en los que no nos llevamos bien, especialmente si era tarde en la noche y estábamos algo pasados. Podíamos ser unos idiotas como cualquier otro, pero en última instancia él era uno de los mejores tipos con los que trabajé."
El actor recuerda las historias sensacionalistas en los tabloides tras la muerte, y la furia que le produjeron. "Hablaban de esto o aquello, o de que no aparecía para trabajar, y yo decía '¿En serio? ¿El tipo murió dos días atrás y nos vamos a meter en eso?'. Me pareció muy desagradable. ¿Te parece que su hijo va a querer escuchar eso?". Suspira. "Sabemos que tenemos defectos. El no era un santo, y yo tampoco lo soy, y nadie en el show. Nadie que conozca. ¿Cuál es el punto?"
Tiene sentido que los miembros del elenco se pelearan y rápidamente se arreglaran: eran una familia. Woke Up This Morning entra en detalles sobre el proceso de casting. El único requerimiento del creador David Chase fue que todo el elenco principal debía ser italoamericano -una regla que no se aplicó a los actores de menor edad-, pero también que los uniera una especie de sensación de gravedad. La gran mayoría eran actores y actrices bien trabajadores, la sal de New York. Otros tenían una vida de la misma intensidad: Tony Sirico (Paulie Walnuts) había pasado veinte meses en prisión; Steven Van Zandt -alias Silvio Dante- salió de la E Street Ban de Bruce Springsteen; Vincent Pastore (Big Pussy) manejaba clubes nocturnos, y Schirripa había trabajado manejando el entretenimiento en un casino de Las Vegas. "Todos teníamos un historial de clase trabajadora", dice. "Nadie venía sostenido por un fideicomiso de papito en Los Angeles".
Imperioli no está seguro de que hoy pudiera armarse ese elenco. Menciona dos series que emergieron de las sombras de Los Soprano: Mad Men y Breaking Bad. La primera encabezada por Jon Hamm -un completo desconocido cuando comenzó-, la segunda por Bryan Cranston, que previamente había sido el papá de Malcolm in the Middle. "Hoy probablemente querrían una estrella en vez de un actor de carácter", dice. "Mirá lo que hizo Apple con The Morning Show, con Jennifer Aniston y Reese Witherspoon. O Amazon con Hunters, ¡consiguieron a Al Pacino! Lo que funcionaba entonces en televisión era lo desconocido. Ahora es un poco como el sistema de estrellas de Hollywood. Intentan que sea rendidor incluso antes de comenzar, teniendo un gran nombre abrochado."
Es también difícil imaginar a alguno de esos shows llenos de celebridades siendo tan debatidos en el futuro como Los Soprano, mencionando solo esa última escena que polarizó las discusiones. Un infame corte a negro en vez del esperado disparo tomado desde el punto de vista de Tony cuando mira hacia arriba mientras se dispone a comer con su familia: podría haber sido una ejecución o absolutamente nada, y sigue dividiendo las opiniones de los fanáticos 14 años después. Imperioli está convencido de que fue asesinado, Schirripa no tanto. "¡Siempre pensé que Tony Soprano sobrevivió!", dice. "Está vivo y bien con su familia. Entiendo las razones para pensar que muere, y no estoy en descuerdo con ellas, pero solo tengo la esperanza de que no lo mataron frente a su familia. O, Dios no lo permita, que no mataron a su familia."
Es una postura que habla indirectamente de las sutilezas de Los Soprano y sus personajes. En un show sobre un asesino, su esposa moralmente comprometida, su estridente hija y su algo estúpido hijo, lo que absolutamente todos odian es que liquiden a alguno de ellos.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.