Lucía Topolansky, senadora, compañera histórica de Pepe Mujica, estuvo en Buenos Aires, ciudad a la que solían venir a escuchar tango en tiempos pre pandémicos. "Nosotros somos tangueros, ¿viste?, somos muy amigos de (Héctor) Stamponi". En esta ocasión, la pareja uruguaya participó del multitudinario acto por la democracia encabezado por Alberto Fernández y Cristina Fernández, junto a Lula da Silva. Para Topolansky, se trató de un día de "triple memoria": los derechos humanos, los 38 años del fin de la dictadura y el segundo año de la presidencia de Fernández.
"Los países latinoamericanos estamos en el mismo barco, pero particularmente con Argentina somos rioplatenses, estamos desparramados en torno a ese río y todos sufrimos en los mismos tiempos dictaduras que quedaron expresadas en el Plan Cóndor. Entonces creemos que a la democracia hay que cuidarla, es un valor que hay que preservar", dice Topolansky en entrevista con Página12.
Exguerrilla tupamara, estuvo 13 años presa durante la última dictadura uruguaya. Hoy, con 77 años, la exvicepresidenta en el segundo mandato de Tabaré Vázquez afirma. "En el mundo globalizado hay que conservar la democracia y hay que desarrollar la parte de igualdad e inclusión y de solidaridad, porque yo puedo elegir por la circunstancia que me tocó vivir, pero sé que todos los uruguayos no pueden elegir. En Uruguay hicimos una marcha grande por los derechos humanos porque hay un partido nuevo en el parlamento, liderado por Manini Ríos, que quiere retornar a los domicilios a los militares condenados".
--Se refiere al proyecto que impulsa el senador oficialista y excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, por el que represores podrían recibir el beneficio de la prisión domiciliaria al cumplir 65 años.
– Sí, estoy totalmente en contra. A la ley la proponen como un genérico, como si fueran unos pobres viejitos y se olvidan lo que pasó. Y si se juzgaron esos crímenes 50 años después, fue porque estuvo vigente la Ley de Caducidad que ellos promovieron.
--En el plebiscito para terminar con la Ley de Caducidad, en 2009, la continuidad de la impunidad resultó ganadora. ¿Qué expectativa tiene con la consulta, prevista para el 27 de marzo, para anular 135 artículos de la Ley de Urgente consideración -LUC-, que contempla un avance de la mano dura y el gatillo fácil?
– Se tuvo que recoger las firmas en el peor momento de la pandemia. Los militantes hicieron un milagro porque fueron casa a casa explicando la ley. Mientras militaban no se podía ver el todo, porque había como un silencio impuesto: porque ellos (el gobierno de Luis Lacalle Pou) reglamentaron el artículo 38 de nuestra Constitución que prohíbe las reuniones y dijeron que era por los bailes. Mentira. Era por las reuniones sociales, sindicales y políticas. Había como un silencio. A pesar de esas trabas, a pesar de que no nos prestaron la cadena pública para hacer publicidad, nada, nosotros por momentos teníamos dudas si llegábamos a juntar la cantidad de firmas. Pero en los últimos 15 días de recolección empezaron a venir al local de la central obrera y del Frente Amplio olas y olas de firmas. Fue la alegría más grande. Se pudo. Fue muy parecido con la sensación de las últimas elecciones presidenciales: no llegamos a ganar el ballottage pero estuvimos a 30 mil votos. Aquel plebiscito de la Ley de Caducidad en 2009 coincidió con la elección presidencial, y el eje no estaba ahí. Por eso es distinta esta consulta. Nosotros cuestionamos el mecanismo de haber usado una ley de urgente consideración para cosas que no son urgentes. Nosotros estamos dispuestos a explicar por qué la LUC representa un retroceso de derechos. Lo venimos haciendo. Nos tenemos fe, hay que pelear hasta el último día. La única lucha que perdés es la que abandonás. Nuestra vida ha sido siempre de lucha.
-- ¿Cómo vivieron este tiempo de pandemia con el Pepe?
--Yo siempre digo que no teníamos zozobra económica, que es un diferencial brutal; vivimos en una chacra de 14 hectáreas, somos cuatro familias; nosotros estuvimos 13 años presos, así que no fue un tema estar encerrados. Pero una se mete en los zapatos de la gente que tuvo que pasar en los departamentos, en situaciones precarias, en situaciones laborales inciertas. De mi casa y del barrio salió mucha verdura para los barrios populares y tratábamos de ayudar a distancia lo que se pudo. La gente la estaba pasando muy mal. Hay quienes dicen que el teletrabajo lo soluciona todo, no, es relativo. Si bien sirvió en el momento de emergencia, la persona que sale de su casa a trabajar genera trabajo por el solo hecho de salir: porque se desplaza en un ómnibus o auto; está el cuida coches, al mediodía come algo de algún localcito que le provee, va al kiosko a comprar el diario y cuando termina el horario se va a tomar algo con una compañera de trabajo o hacer una compra. Todo eso se acabó, porque el tipo está en su casa, aislado. Si bien el teletrabajo vino para quedarse, no es una panacea para mí. En Uruguay el Plan Ceibal estaba instalado desde hace pila, en el 2008, y la fibra óptica: eso ayudó mucho para este momento. Aún en las escuelitas rurales, siempre tuvieron conectividad. Pero el niño precisa de otro niño y muchas veces las dificultades no podían resolverse por la pantalla. No estoy contra la tecnología pero tampoco la pongo en un altar.
--¿Tras un inicio de año muy duro, está controlado el virus en Uruguay, pese a las nuevas variantes?
-- Somos tres millones y medio de personas, si no se solucionaba en Uruguay, ¡jubilate!! (risas). La gente, salvo la que no tenía otra alternativa y tenía que buscar cómo comer, no se resistió a quedarse en la casa. Aumentó la violencia doméstica, los suicidios, esos problemas hay que mirarlos. No es sólo los que fueron a parar al CTI (cuidados intensivos). El Frente Amplio hizo una reforma de salud que es el sistema nacional integrado y el informe de la Cepal señala que Uruguay es el país en Latinoamérica que más gasta en salud: 9,5 del PIB y los demás están entre un 3 y 6. Entonces teníamos una fortaleza.
-¿Continuó con el gobierno de Lacalle Pou?
-- Ellos no podían desarmarlo porque la gente ya se había acostumbrado, como derecho adquirido. Pero sí han hecho recorte presupuestario colosal en el abastecimiento de medicamentos. Hubo un atraso importante en las cirugías y todavía no han puesto un plan fuerte para ponerse al día. Lo empezamos a ver en enfermedades como VIH, cáncer, gente que se salteó los controles. La emergencia no se levantó. En marzo-abril el número de muertos en relación a la población, yo, que tengo 77 años, nunca lo había visto: 50, 52, 53 muertos por día. Para una población de 3 millones y medio es un disparate. Ahí se instaló una polémica. Ellos se habían quedado tranquilos en ese sistema Covax de vacunas, que es una estafa mundial. Y nosotros nos enteramos de que había algunas mutualistas y sectores de la salud que estaban negociando para que vinieran algunas vacunas y los tipos estaban quietos. Empezamos a llamar al ministro de Salud y otros encargados, pinchamos, pinchamos y se empezaron a mover.
--Consiguieron inmunizar con la vacuna china Sinovac...
– Porque era fácil de conseguir en volumen, y además Chile iba a buscar para ellos y en el mismo avión traía para Uruguay. Y después vino la Pfizer. Lo que hubo fue un rechazo a la vacuna de AstraZeneca porque venían unas informaciones de Europa que a la gente le generaron desconfianza. Ahí faltó explicación. Yo lo llamé un día al ministro y le dije que estaban explicando mal. Hasta tal punto que esa vacuna se la donaron a Paraguay. El lunes recibo la tercera dosis. En el caso de Pepe, se demoró porque él tiene una enfermedad autoinmune y hubo que hacer otras consultas.
-- Recientemente se abrieron las fronteras terrestres con Argentina.
-- El problema es la diferencia cambiaria, los comerciantes del litoral Villa Unión, Paysandú, Salto están con el Jesús en la boca, el sueldo rinde más en Argentina que en Uruguay y además hubo un congelamiento de salario: el poder adquisitivo de la gente se redujo y la canasta familiar aumentó, y eso pegó también en las jubilaciones.