El fútbol tiene el don de dar visibilidad. Hace visible lo invisible, potencia historias que sin una pelota de por medio quedarían guardadas en un placard. La de Jorge Luis López y su pueblo iogys es una de ellas. En noviembre se sumó al acampe de los wichis, qom, mapuches, chané y otras comunidades originarias frente al Congreso Nacional. Buscaba antes de volverse a Salta, su provincia, la prórroga de la ley 26.160 que declara la emergencia en la propiedad y posesión de las tierras que les pertenecen.

Goza de la confianza de los caciques desde 2011 que lo nombraron su representante en el Consejo de Participación Indígena (CPI). También disfrutaba de la capitanía del seleccionado amateur que dirigía el ex arquero e instructor FIFA, Esteban Pogany, cuando jugó la primera y única Copa Indoamericana en Arica, Chile. Aquella vez, hasta la ex presidenta Michelle Bachelet fue a alentar a los pueblos originarios desde una tribuna en Santiago.

Pasaron seis años y López nunca más volvió a juntarse con sus compañeros para entrar a una cancha. El gobierno de Mauricio Macri les sacó el apoyo, la AFA se desentendió y la iniciativa de seguir unidos por el fútbol se desvaneció. Hoy el referente iogys quiere reflotarla. Cuenta con el respaldo de su ex entrenador con quien “estamos volviendo a tener más diálogo”, comenta.

Pogany nos confió que López “tiene una historia que merece ser contada”. Un artículo del medio Cuarto Poder Salta del 18 de julio de 2015 le dedicó un título que ya definía de quién se trataba: “El otro Mascherano es originario y salteño”. El técnico lo convocó para una preselección que se redujo de 28 a 21 futbolistas que comenzaron las prácticas en el predio de la AFA en Ezeiza. Este grupo era entrenado físicamente por el profesor Gerardo Salorio, cinco veces campeón mundial con las selecciones juveniles Sub 20 que dirigía José Pekerman. En Chile no les iría bien, pero se trataba de competir y cementar las bases para un plantel estable. Había un respaldo combinado del Estado y de la AFA. Algo lógico y deseable.

Pero sobrevino el huracán de Cambiemos para que empeoremos. Arrasó con todas las fórmulas asistenciales posibles y la selección de pueblos originarios nunca más volvió a jugar desde aquella Copa de 2015. Ya no estaba Claudio Morresi en la secretaría de Deporte que tendió un puente con la AFA para conseguir el lugar de entrenamiento, la vestimenta y lo más indispensable. “La idea era seguir. El fútbol apoyaba, se presentó un pedido de fondos para mantener a los chicos y al entrenador. Pero se cayó todo con el gobierno de Macri, no hubo diálogo posible. Los jóvenes del pueblo Qom venían con cierto grado de estudios, algunos recibidos de profes, en el pueblo Chané algunos habían terminado la Secundaria. Yo tenía una carrera política como dirigente de mi comunidad”, dice ahora López.

Con aquel apoyo del gobierno de Cristina Kirchner se viajó a Arica en julio de 2015. El Ministerio de Desarrollo Social aportó para la estadía. La Copa la disputaron ocho selecciones: Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, México y los dos finalistas, el campeón Paraguay y Colombia. Los detectores de talentos no llegaron tan lejos ni a ese torneo, pero Carlos el Pibe Valderrama sí. El ex futbolista acompañó al plantel de pueblos originarios de su país donde había un guajiro flaquito, débil, nacido en el caserío de Barrancas y de origen wayúu. Una comunidad que constituye alrededor del 20 por ciento de la población indígena nacional.

Luis Fernando Díaz tenía apenas 17 años cuando su papá lo llevó a probarse en Bogotá para integrar la selección colombiana que jugaría la Copa Indoamericana auspiciada por la Conmebol. Lo eligieron y al delantero lo recomendó muy pronto el ídolo del pelo rubio y ensortijado para integrarse al Junior de Barranquilla. Su evolución física fue notable. Se alimentó en base a proteínas, engordó varios kilos y los títulos comenzaron a llegar. Salió campeón de la Copa Colombia en 2017, en la Liga de 2018 y en la Superliga en 2019. Además fue finalista de la Copa Sudamericana 2018. Su destino europeo llegó cuando Porto pagó el 80 % de su pase por 9 millones de euros. Figura en Portugal y revelación de la Copa América 2021 es posible que termine en la Premier League. El talento de la Guajira está en la mira del Liverpool. La suya es una historia de superación en medio de la tierra arrasada que se les arrebata hace siglos a los pueblos originarios.

Luis Fernando Díaz, de la Copa Indoamericana a brillar en Europa, en el Porto. (AFP)

En la Argentina los desalojos se vienen frenando de manera precaria mediante los DNU. Esta vez fue el 805 que firmó Alberto Fernández. Hay una amenaza latente que preocupa a López y a las comunidades que él representa. Puede tomar forma en un desmonte o en la megaminería que contamina. Pero aunque parezca mentira, su otra lucha, mucho más módica y sin corporaciones o terratenientes de por medio, es tan complicada como aquellas.

“La idea es reflotar a la selección, hay un contexto para hacerlo y es el sueño de todos nosotros. Estoy a cargo de la coordinación del área de juventud a nivel nacional y se trabaja con esta propuesta. Queremos que se financie y quede como algo fijo en las estructuras de la AFA. Pero su dirigencia pone como condición que el Estado juegue un rol también”, explica López, el joven iogys. Pogany recuerda que aquella Copa de 2015 fue “una experiencia bárbara para los chicos”. La realidad indica que los futbolistas wichis, qom, mapuches y de los demás pueblos tuvieron que regresar a sus tierras sin posibilidad de repetir la oportunidad del reencuentro.


Los guaraníes practicaban algo parecido al fútbol llamado manga ñembosarái (“jugar a la pelota con los pies” en la lengua oficial del Paraguay desde 1992). Por eso cuando en 2014 se estrenó el cortometraje Los guaraníes inventaron el fútbol, del cineasta local Marcos Ybañez y basado en una investigación del español Bartomeu Melià fallecido en 2019, el país de Augusto Roa Bastos reclamó para sí la paternidad sobre el producto. Los pueblos originarios deberían cobrar regalías por el invento y con lo recaudado vivir mejor en las tierras que reclaman de todo el continente.

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