Ante la propagación de la variante Ómicron, los gobiernos del mundo buscan que se inmunicen los grupos que hasta ahora rechazaron sus vacunas. En algunos sitios de Europa, mediante decretos y leyes, se instrumentó la obligatoriedad de la vacunación. Es el caso de Austria y Grecia, que estipularon multas para aquellos individuos que no acceden a sus aplicaciones. En Argentina, la vía que se intenta --aunque menos taxativa-- persigue el mismo objetivo: según dispuso el Gobierno, a partir del 1 de enero entrará en vigencia el pase sanitario, esto es, que las personas mayores de 13 años solo podrán acceder a eventos masivos y actividades culturales, religiosas y recreativas si acreditan el esquema completo de vacunación. La nueva preocupación de autoridades y científicos --que busca neutralizar la medida del pase sanitario-- es que la pandemia de covid podría volverse la pandemia de los no-vacunados.
En la provincia de Buenos Aires el pase comenzará a ser efectivo a partir del 21 de diciembre. En Tucumán y Salta ya se utiliza. A nivel nacional, según la Decisión Administrativa que se publica este lunes en el Boletín Oficial, desde el inicio de 2022, las personas mayores de 13 años deberán acreditar el esquema de vacunación completo contra la covid-19 para asistir a boliches, viajes grupales de egresados o jubilados y eventos masivos organizados de más de mil personas, ya sea en lugares cerrados o al aire libre.
“El término pandemia de los no vacunados comenzó a utilizarse en Alemania, no solo por el modo en que subían los contagios, sino también por las internaciones y los fallecidos entre las personas que no se habían inmunizado. Claramente se ve una diferencia entre aquellos que accedieron a sus dosis, respecto de los que no lo hicieron”, dice Martín Barrionuevo, senador provincial (Partido Justicialista-Corrientes), contador público y analista de datos. “Los no vacunados son quienes facilitan la continuidad de la circulación viral y ponen en riesgo a toda la población, incluyendo a la vacunada. Al mismo tiempo, pienso que es un debate difícil de dar el de la obligatoriedad, tanto desde lo político, como desde el consenso científico”, apunta Sol Minoldo, Investigadora del Conicet y comunicadora de la ciencia.
Ya asegurado el suministro de vacunas a nivel local --de hecho, Argentina donó lotes a naciones que no inmunizaron tanto--, se abren diversos interrogantes relacionados a la manera en que podría incentivarse la posibilidad de ampliar las coberturas de protección de la ciudadanía que todavía se opone. Bajo esta premisa, se cocina la estrategia, empleada en otras partes del mundo, de establecer un pase sanitario. En base a ello, Barrionuevo especifica: “Avanzar con el pase sanitario es correcto, es lo que hace falta. Si bien es cierto que hemos tenido un gran avance en la vacunación, si miramos el medio vaso vacío, también es verdad que todavía nos falta proteger al 18 por ciento de la sociedad y, además, necesitamos que un 32 por ciento reciba dos dosis”. La referencia es porque hasta la fecha el 68 por ciento de los argentinos y argentinas cuenta con su esquema completo. “El pase sanitario es un incentivo a iniciar la vacunación y a completarla en los casos en que haga falta, porque hay gente que recibió una dosis y no acudió a la segunda. En Tucumán se notó una duplicación en la cantidad de personas que fueron a vacunarse, una vez que se fijó el pase sanitario”, agrega Barrionuevo.
Para Minoldo, doctora en Ciencias Sociales, la diferencia entre la obligatoriedad y el pase es considerable. “El pase no lo podés implementar en cualquier circunstancia, precisamente, porque la vacunación contra la covid no es obligatoria. Por ello es que el pase tendría muchas dificultades si se tratara de imponer en los espacios laborales. Es muy difícil obligar a las personas a vacunarse, lo que se suele hacer es obligarlas al testeo”.
La tensión en el ámbito laboral
Aunque el pase sanitario en Argentina procura regular el acceso de las personas a eventos masivos y actividades específicas, en general relacionadas con la recreación y al ocio, desde algunos espacios se plantea la chance de discutir la aplicación en ámbitos laborales. “Distintas empresas ya han establecido, dentro de sus políticas laborales, la obligatoriedad de los empleados de someterse a la vacunación, bajo apercibimiento de recibir distintas sanciones disciplinarias, hasta el despido sin causa. Expertos laboralistas indican que el principio de buena fe, el de colaboración y el deber de seguridad preventivos establecen la carga de vacunación sobre el trabajador”, señala Ignacio Maglio, abogado y miembro del Consejo Directivo de la Red Bioética de Unesco. Del mismo modo, en todos los casos, el empleador debe asegurar condiciones de seguridad e higiene que garanticen prácticas seguras para el despliegue de las actividades de aquellos empleados que cuenten con su esquema de inmunización completo.
Para Maglio, la situación todavía debe definirse más claramente para trabajadores de rubros específicos como los que desempeñan sus tareas en el ámbito de la salud. “Si hay consenso entre los abogados laboralistas en cuanto a la obligación de vacunarse en trabajadores en general, la situación en particular de los trabajadoras/es de salud debe tener un fundamento adicional, dado el grado de exposición y propagación de la infección dentro de las instituciones en las que se desempeñan”. Con lo cual, invita a pensar en la necesidad de una aplicación obligatoria para los trabajadores de la salud.
Quienes se oponen a la vacunación obligatoria esgrimen que los individuos deben tener libertad para disponer de su propio cuerpo, o bien, construyen su argumento en base a que las tecnologías sanitarias que en el presente se emplean como vacunas fueron desarrolladas en situaciones de emergencia, sin completar los ensayos clínicos tal y como se realizan tradicionalmente. El planeta ya administró miles de millones de vacunas, con lo cual, existe evidencia de sobra al respecto de la seguridad y de la eficacia de las vacunas. Basta con advertir la velocidad con la que disminuyeron las curvas de nuevos contagios y fallecimientos de cualquier Estado para comprobar el éxito que tuvieron las plataformas vacunales contra covid.
“Más allá de los antivacunas, hay personas que no se inmunizaron porque no le otorgan demasiada importancia a la covid, o bien, por diversos motivos. Creo que el pase sanitario puede funcionar para que accedan a inocularse. El asunto será controlar que, efectivamente, se cumpla el ingreso con pase sanitario. Será difícil, por ejemplo, que los empresarios gastronómicos se pierdan un potencial cliente por no tener el esquema completo”, observa Minoldo.
Los que quieren y no pueden
Un párrafo aparte merecen aquellas personas que no acceden a la vacunación por motivos médicos. Hay grupos que lo tienen contraindicado, con lo cual, aunque quieren no pueden. En estos casos, para Maglio, son trabajadores que deberán recibir “un trato diferencial con preservación de puestos de trabajo”, a partir de la realización de tareas que no conlleven riesgos de exposición al coronavirus. En paralelo, existen otras poblaciones que quieren inocularse y estar protegidos, pero sencillamente no tienen acceso. La referencia, en esta línea, es para los países del continente africano: en total, África tan solo ha inoculado al 11 por ciento de sus habitantes, un porcentaje ínfimo si se lo compara con Europa (66 por ciento) o Latinoamérica (70 por ciento).
La propagación de la nueva variante preocupa y mucho. Aunque la comunidad científica, al momento, comunicó pocos datos acerca de sus características (si finalmente evadirá la respuesta que emerge a partir de las vacunas; si podría ser una cepa más letal), lo que sí se sabe es que, al tener más de 30 mutaciones, podría ocasionar nuevos brotes en todo el mundo.