Norma Quiroga tenía 53 años cuando fue hallada sin vida y con signos de haber sido golpeada y abusada en la casa de Pasaje 1821 al 6200, en agosto de 2019. Su hija, que hoy tiene 34 años, también estaba en la casa, desnutrida y con signos de maltrato. Hacía un mes que ambas estaban encerradas en la vivienda, donde las puertas y ventanas estaban tapadas para impedir que salieran. Ayer, con el inicio del juicio oral por el femicidio de Norma, el fiscal Gastón Ávila pidió prisión perpetua para Rubén Lucio González, acusado de ejercer violencia de género contra su pareja en forma física, psicológica, sexual y económica. También lo juzgan por privación de libertad, amenazas y maltratos a su hija. "Los sucesos que se conocerán podrían formar parte de una novela de terror", dijo el fiscal Gastón Ávila.
Al menos desde principios de agosto de 2019, González mantuvo a Norma y a su hija privadas de la libertad. Durante ese mes, no solo las tenía amenazadas de muerte si llegaban a asomarse afuera de la casa, sino que además tapió las ventanas y puertas para impedir que salieran.
El calvario quedó evidenciado en los alegatos de apertura cuando el fiscal habló de "tormento, sufrimiento, maltrato". "González era pareja de Norma y padre de Laura", dijo sobre el acusado. Según relató, la familia perteneciente a la comunidad Qom llegó a Rosario, desde Chaco, cuando Laura era pequeña. "Se instalaron en la periferia de la ciudad, primero en la casa de un hermano del imputado y luego en una vivienda social", en la que ocurrieron los hechos, hace más de dos años. "Desde los inicios de la relación entre el acusado y Norma, pero especialmente en los últimos años, hubo violencia de género física, psicológica, sexual y económica, ejercida por González", aseguró el fiscal sobre los padecimientos de Norma.
Para el año 2013, "la víctima había descubierto una relación paralela del acusado en Bahía Blanca. Durante unos 4 años, González se ausentó de la casa a vivir a esa localidad. En 2017, volvió, y con él, sus tormentos. Sometió a su pareja e hija a situaciones de maltrato y violencia. En ese contexto, esta historia tuvo el peor de los finales. En 2019, desde inicios de agosto, las mantuvo encerradas, tapó ventanas, puertas y todo lo que daba al exterior, para impedirles salir de la casa. Las amenazaba con que las iba a matar; y golpeaba a Norma de manera reiterada", reveló.
En su alegato expresó que "al menos durante ese mes de encierro, las víctimas fueron colocadas en situación de desamparo, privadas de su libertad e imposibilitadas de procurarse el alimento. Pero además, el acusado no les daba comida suficiente y las privaba de atención médica por las complicaciones de salud que derivaban de la situación en las que él mismo la colocaba. Ese cautiverio cesó el 28 de agosto de 2019, alrededor de las 19.30, cuando el acusado mató a Quiroga. Ese día, antes de estrangularla y sofocarla hasta asfixiarla, la accedió sexualmente con un objeto contundente y como si fuera poco le dio una paliza".
La joven, hija de la pareja, sufrió como consecuencia graves problemas de salud. Si bien es "la principal testigo" de la causa que comenzó cuando su madre fue encontrada sin vida, por indicación de los profesionales que la atendieron debió declarar en cámara Gesell, ante su situación de especial vulnerabilidad.
El fiscal solicitó al tribunal integrado por Rodolfo Zvala, Nicolás Vico Gimena e Ismael Manfrín que condene a prisión perpetua al acusado, como autor de "privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida mediante amenazas y violencias y por haber causado un grave daño a la salud; abandono de persona agravado por el vínculo; abuso sexual agravado por resultar un grave daño a a la salud de la víctima, y homicidio calificado por el vínculo de pareja y por haber sido cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de género".
Por su parte, la defensora pública Susana Brindisi aseguró que el acusado no estaba en su casa en el momento en que la víctima fue asesinada, por lo que solicitó la absolución de su defendido.