“Supongo que uno podría llamar a esto una novela postapocalíptica”. Esas fueron las palabras con las que George R. R. Martin halagó a la obra que sería el trampolín de Station Eleven (estreno el próximo viernes por HBO Max). La alabanza del autor de Game of Thrones al libro de Emily St. John Mandel venía por las gambetas a las convenciones de su género, el tono contemplativo sobre la acción, la preeminencia de varios tiempos narrativos interesada en el antes o el mucho después de lo que fue el desencadenante de esta historia: una pandemia que acabó con el 99 por ciento de la humanidad. La novela obtuvo el premio Arthur C. Clarke como mejor obra de ciencia ficción de 2014 aunque la propia autora señaló que no pertenecía este cánon. Covid-19 mediante, el libro obtuvo un nuevo estatus y en medio de la epidemia se llevó a cabo la producción que en los próximos días llega al streaming. Uno podría llamar a su adaptación, entonces, una miniserie postacopalíptica.

Los diez episodios de esta versión ahondan en una tragedia a escala planetaria desde un plano evocativo, con una imaginería resonante y lógica coral. El comienzo muestra unas crías de jabalí peleándose por comida en lo que fue un prestigioso teatro neoyorquino. El mismo lugar donde falleció en escena un actor (Gael García Bernal) vinculado con los sobrevivientes. Minutos después, un avión se desploma en medio de la ciudad en tanto suena un tema de música popular brasileña. Un tipo recitará partes de un comic apenas conocido por un puñado de personas en esos días venideros. Entre ellos está Kirsten (Mackenzie Davis de Halt and Catch Fire), más que la protagonista, la chica es un pivote en esta trama que lleva la teoría de los “seis grados de separación” a un entorno distópico y nostálgico. De pequeña (interpretada por Matilda Lawler) pudo salvarse del desastre por la intervención del caritativo Jeevan (Himesh Patel de Tenet y Yesterday). Veinte años después será parte de la “Sinfonía Viajera”, un grupo teatral shakesperano en ese fututo diezmado por las consecuencias de la gripe Georgia. “Tratamos de que el mundo tenga sentido por unos minutos”, asegura uno de los miembros de la compañía nómade (Lori Petty) amenazada por la aparición de un profeta.

Station Eleven, creada por Patrick Somerville (Maniac, Made for Love) tiene una estructura rizomática y ambiciosa que no le teme al pastiche. La puesta en escena, en ese sentido, intercala visuales grandilocuentes con pasajes minimalistas. En pos de su melancolía del presente, los personajes van y vienen con sus recuerdos. También está el choque de lo pop con lo universal: un actor recita el monólogo de Bill Pullman en Día de la Independencia para entrar a la troupe de teatro isabelino. Entre esos juegos intertextuales está el de incluir una novela gráfica sobre un astronauta aislado en una estación espacial. El detrás de esa historieta –su nombre, creación, argumento y destino final- resuena en múltiples niveles con lo que le sucede a Kirsten y al resto de los que quedaron vivos.

Ninguna de esos ecos es más significativo que la interferencia por el Covid-19. “No cambiamos en sí la historia, el contexto en el que la hicimos cambió, al igual que el modo en que pensamos la historia con la realidad”, le dice Patel a Página/12 en una conferencia vía Zoom. “La producción en sí misma se identificó con la historia. Nada en esta serie parece casual. Lo hablamos mucho con Patrick Somerville y con el elenco. Hay una resonancia muy clara de lo que pasa en el mundo. Esta cosa en que te focalizás en algo de una manera obsesiva para conseguir un objetivo. Tenés que seguir adelante, aunque sea en detrimento de tus relaciones o de tu propia salud mental. Es una historia de sobrevivientes”, suma la protagonista.

-Uno de los componentes más singulares de este drama postapocalíptico es la importancia y mención de la obra de Shakespeare. ¿Qué significa para ustedes?

Mackenzie Davis: -Mi catálogo de dramas postapocalípticos no está terminado así que no sé si Starion Eleven fue la única en proponer algo así. Pero en este caso, creo que juega con la estructura de incerteza que hay en este lugar, y Shakespeare provee algo de interés humano y de certeza. Los personajes viven de la manera más insegura en ese mundo, vagan representando Shakespeare. Para estos actores, representar una obra es cómo lidiar con la vida y la muerte, hay momentos muy dramáticos que tienen que ver con esta reconciliación shakespereana, y en otros es solamente dejarse llevar y disfrutarlo.

-¿Cómo fue filmar una serie postapocalíptica en medio de una pandemia? ¿Fue algo simplemente de logística o hubo otro tipo de repercusión en términos de actuación?

Himesh Patel: -Fue más intenso. Hubo que ser más consciente sobre todo en lo que va más allá de cuando dicen “acción” y “corte”. Había gente que estaba como en un escudo, te sanitizaban, y a mí personalmente me gusta conocer mucho a todo el equipo porque pasás mucho tiempo con ellos. Y en esta ocasión eso pasó pero de un modo extraño. Recién conocí sus caras el último día de rodaje. Todos estaban comiendo cupcakes y felices, pero durante seis meses no les había visto sus caras. Fue raro y emotivo. Pero en términos de trabajo creo que logramos hacerlo.

M.D.: -Para mí fue entrar en modo pavloviano. Decían “acción” y entraba en ese comando. Especialmente en las escenas que filmamos en un aeropuerto cerrado, lo cual fue un indicativo de lo muerto que estaba el mundo en ese momento. No había vuelos, así que pudimos filmar allí sin otros contratiempos más que la pandemia, claro. Era todo muy oscuro en un set que se mantuvo así por semanas. Los de las máscaras y los escudos era muy fuerte. Había señales de humo por todos lados porque no se podía ver nada por las máscaras. Literalmente teníamos que ponernos uno frente a otro para poder vernos. Y entonces cuando actuabas era este momento de absoluta claridad. Era como se abriese un portal de otra dimensión, lo cual volvía muy deseable estar en el set para poder hacer tu trabajo.

-¿Dónde se nota el sello de Patrick Somerville como showrunner?

H.P.: -Es un poco como en la película La llegada en el que hay unas criaturas con un sentido del tiempo y del lenguaje distinto. Él percibe las historias de una manera que los simples humanos no podemos comprender. Cada bit de la historia general vive en él.

M.D.: -Puede contener una increíble cantidad de historias en su cabeza y darles una estructura lógica. Es muy colaborativo. Lo más impresionante es como todas estas historias épicas encuentran su punto en una sola. Tiene todo el mapa tridimensional. Es increíble.

-En ese futuro devastado, cada objeto tiene una enorme importancia para los personajes. ¿Qué dejarían sus personajes en ese lugar relevante para la trama llamado el Museo de la Civilización?

H.P.: -Creo que realmente necesito pensar esa pregunta. Jeevan dejaría su teléfono, porque a medida que la historia avanza ese teléfono se vuelve un personaje en sí mismo. Representa, en cierto sentido, todo lo que pierde.

-¿La ubicarían dentro de la ciencia ficción?

H.P.: -Creo que la parte de “Station Eleven” dentro de Station Eleven es lo más cercano a la ciencia ficción.

M.D.: -Sería más de ficción especulativa, creo. Si no fuera por la pandemia, estaríamos hablando de otra cosa. No sé si la historia plantea una regresión, pero es claro que vivimos, desde hace 200 años, en una etapa sin precedentes en lo relativo a los avances tecnológicos. Todo va hacia adelante, en detrimento del medio ambiente y de los derechos humanos. Hay algo en Station Eleven que refiere a un avance muy básico, adaptarse para sobrevivir, en vez de adaptarse para crear basura y seguir adelante.

-El personaje de Arthur es singular: el primer muerto es un actor a punto de representar Rey Lear. ¿Es el que ata los cabos con los demás o, por el contrario, todos están interconectados?

M.D.: -Todos estuvieron alrededor de él en algún momento, ¿no?

H.P.: -Está como en el medio de todo. Es algo enigmático.

M.D.: -Creo que todos los que lo conocieron lo han tocado, excepto de los miembros de la Sinfonía Viajera. Es como un Dios.

-Sus personajes se conocen en el pasado y luego sus caminos se bifurcan. ¿Qué se dirían de volver a verse?

M.D.: -"¿Dónde estuviste tanto tiempo?"

H.P.: -"¿Cómo estás?" La relación entre ellos es tan simple y humana como eso.