Camionetas, tanquetas, militares y civiles: todos se agolparon en las primeras horas de la mañana del 29 de septiembre de 1976 en la calle Corro al 105 del barrio de Villa Luro. Tenían información de que ese día iban a estar reunidos militantes del secretariado político de Montoneros. Cinco de los integrantes de la organización –entre ellos, María Victoria “Vicki” Walsh, hija del periodista Rodolfo Walsh– murieron en ese operativo descomunal comandado por el Ejército con el apoyo de la Policía Federal y de la Gendarmería. Cuatro integrantes de la familia que habitaba esa vivienda fueron secuestrados. Cuarenta y cinco años después, el juez federal Daniel Rafecas logró reconstruir qué militares habían comandado esa represión y ordenó su detención, que se hizo efectiva en la mañana del martes. Este miércoles, los diez militares retirados –entre los que se cuenta a uno de los líderes de las organizaciones de la familia castrense surgidas contra los juicios de lesa humanidad– serán indagados.
El operativo de la calle Corro se coordinó desde el Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 101, que tenía sede en Ciudadela. Según los libros históricos de esa dependencia –analizados por el exPrograma Verdad y Justicia– el despliegue militar fue pocas veces visto: fueron tres jefes, trece oficiales, 61 suboficiales y 134 soldados de la clase 1955. A ellos había que sumarles los hombres que envió la Gendarmería y los que mandó la Federal. Según los militares, el ataque sobre la casa de la esquina duró 45 minutos. Otros testimonios –incluso uno recogido por Walsh en la carta a sus amigos– lo estiman en una hora y media. Hubo bombas y granadas. Una de ellas impactó en una casa de la manzana que se incendió, según surge de material hallado por el Grupo de Relevamiento Documental del Ministerio de Seguridad.
Los diez detenidos prestaban funciones en el GADA 101, según se pudo reconstruir de sus legajos y gracias a los testimonios de los conscriptos que hicieron allí el Servicio Militar Obligatorio. Todas las detenciones se hicieron a partir de las 6 de la mañana de este martes y estuvieron en manos de la sección Fugitivos de Interpol - Policía Federal. Héctor Eduardo Godoy, Gustavo Gilberto Tadeo, Danilo Antonio González, Abel Enrique Re, Carlos Alberto Orihuela, Ricardo Grisolía, Gustavo Antonio Montell, Hugo Eduardo Pochón, Guillermo César Viola y Domingo Armando Giordano serán indagados el este miércoles por Rafecas, quien deberá en un plazo de diez días resolver si los procesa. Mientras tanto estarán detenidos en la Unidad 34 –Campo de Mayo– del Servicio Penitenciario Federal.
La abogada Myriam Bregman, que representa, junto a Matías Aufieri, a Patricia Walsh –hermana de “Vicki”– y a Lucía Coronel –hija de José Carlos–, sostiene que el Batallón de Inteligencia 601 también tuvo intervención ese día en la calle Corro. En la causa sí figuran las fichas que la Dirección de Antecedentes de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) había hecho de los militantes que estaban en la casa de la calle Corro.
"Uno de los aspectos que más nos conmueve de esta causa es que los diez detenidos se encontraban en libertad, en sus casas, sin causas previas", dice Bregman a este diario. "Son diez genocidas impunes durante 45 años, que desde hoy están en prisión. Uno de ellos, Guillermo Viola, fue ascendido a coronel durante la presidencia de Fernando de la Rúa y la Alianza. Tras la nulidad de las leyes de impunidad impulsada por la entonces diputada Patricia Walsh, y la lucha de familiares y organismos, Viola promovió la Unión de Promociones del Ejército y los actos en Plaza San Martín de reivindicación del genocidio", añade la actual diputada nacional.
La Unión de Promociones se creó en mayo de 2005, en la víspera de lo que sería el fallo Simón de la Corte Suprema de Justicia --que declaró inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida--. Su primer documento se publicó en septiembre de ese año y reconocía que su preocupación central pasaba por los presos por lo que ellos denominaban la "GCT" (guerra contra el terrorismo). Durante estos años, Viola se dedicó a informar las detenciones de sus compañeros de armas y las muertes de los represores que cumplían alguna modalidad de arresto. Este martes, sus camaradas de las organizaciones pro-impunidad viralizaban su detención.
El operativo
“Vicki” Walsh llegó a la casa de la calle Corro el 28 de septiembre. Ese día cumplía 26 años. Llevaba consigo a su hija que estaba por cumplir un año y tres meses, Victoria María Costa. La beba había nacido después de que su compañero, Emiliano Costa, cayera preso. En la casa también estaban otros cuatro oficiales montoneros: Alberto José Molina Benuzzi, Ignacio José Bertrán, Ismael Salame y José Carlos Coronel.
La noche fue más atípica en el GADA. A los conscriptos el 28 de septiembre no los bailaron como solían hacerlo. Les dieron de comer a las seis y media de la tarde y los mandaron a dormir.
–Acostate temprano que mañana salimos a un operativo muy grande– le dijo Viola a su asistente.
A las cuatro o cuatro y media, despertaron a los soldados. Les sirvieron el desayuno y los hicieron formar en el playón. Había camiones, jeeps y ambulancias. Nunca habían visto algo así, según surge de las decenas de declaraciones que recogieron en el juzgado de Rafecas –en la investigación que llevó adelante la secretaria Albertina Caron–.
Los militares rodearon la manzana e hicieron dos anillos para que nadie pudiera escaparse de la casa de la calle Corro. ”El objetivo era una casa. Creo que las personas estaban durmiendo y cuando empezaron los disparos quedaron acorralados”, declaró un exconscripto.
Molina Benuzzi, Bertrán, Salame y Coronel fueron acribillados durante el tiroteo. “Vicki” se quitó la vida --después de combatir con el camisón puesto, según relató su padre– cuando no tenía otra opción más que la muerte ante el brutal operativo de las fuerzas conjuntas. A su hijita se la llevaron y más tarde se la entregaron a la familia.
“Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino –escribió Rodolfo Walsh en una carta a sus amigos después de enterarse de la muerte de “Vicki”–. La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella, vivió para otros, y esos otros son millones. Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy quien renace de ella”.
Los secuestros
En la casa de Corro 105 vivía la familia Mainer, que ya había sido tocada por la represión cuando secuestraron a la hija mayor, Magdalena, en Córdoba. Otra de las hijas, Maricel, vivía en Santa Fe, pero había ido a pasar unos días con su marido, Ramón Alcides Baravalle, a la casa materna. Maricel llegó a divisar –antes de que la secuestraran– cómo los militares habían derribado con una tanqueta el portón del garage y desde allí tiraban. A su madre, Lucy Matilde Gómez de Mainer, también se la llevaron junto con su hijo de dieciséis años, Juan Cristóbal Mainer.
Los cuatro integrantes de la familia Mainer secuestrados ese día recuperaron la libertad. Ese 29 de septiembre de 1976, la menor de la familia, Milagros –de nueve años–, fue sacada de la escuela por los militares y entregada días después a una tía.
Los diez militares deberán responder por el homicidio agravado de los cuatro militantes, por la tentativa de homicidio de “Vicki” y por los secuestros de los cuatro integrantes de la familia Mainer.