“Abatieron a importantes jefes de la subversión”, anunciaba en tapa el diario Clarín el 2 de octubre de 1976. Ese título se refería a un operativo que había tenido lugar cuatro días antes en la calle Corro al 105 en el barrio de Villa Luro. Allí, un operativo del Ejército –con el apoyo de la Policía Federal y la Gendarmería– había terminado en masacre: los militantes montoneros Alberto José Molina Benuzzi, Ignacio José Bertrán, Ismael Salame, José Carlos Coronel y María Victoria “Vicki” Walsh terminaron muertos.

Parte de lo sucedido ese día se conoció tempranamente por la carta que escribió Rodolfo Walsh al cumplirse tres meses de la muerte de una de sus hijas.

“Vicki” había empezado a militar cuando rondaba los 22 años. Para esa época, trabajaba en La Opinión de Jacobo Timerman, donde fue elegida delegada gremial. Después de un conflicto duro con la patronal, dejó el diario y se fue a militar a la villa.

Para septiembre de 1976, las caídas se contaban por centenas. “Vicki” llegó a la casa de la calle Corro el 28 de septiembre. Ese día cumplía 26 años. Llevaba consigo a su hija, Victoria María Costa, que había nacido el año anterior mientras su papá, Emiliano Costa, estaba preso. No había encontrado con quien dejarla y la llevó a la reunión de Secretaría Política que iba a hacerse en esa vivienda.

El responsable de la Secretaría Política era Coronel. Con él estaban Bertrán, Salame y Molina Benuzzi. Todos ellos fueron acribillados durante el combate de la mañana del 29 de septiembre. “Vicki” se quitó la vida en el marco de ese ataque feroz que duró aproximadamente una hora y media. A Victoria María la entregaron más tarde a la familia.

El juzgado de Daniel Rafecas, que este miércoles ordenó la detención de diez militares, recabó durante años documentación y fundamentalmente testimonios de conscriptos que hicieron el Servicio Militar Obligatorio (SMO) en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 101.

Según pudo saber este diario, algunos hicieron relatos muy vívidos de lo que sucedió esa jornada. Uno declaró que había tres camiones blindados –o tanquetas– y que había escuchado que venían de la guarnición de Villa Martelli. A eso había que sumarle la dotación de vehículos que había salido desde el GADA. “La situación era abrumante”, contó otro sobre el despliegue militar de ese día.

A un grupo de conscriptos lo destinaron a cuidar lo que había quedado de la casa de la calle Corro. Uno de ellos narró que, al entrar al día siguiente, vio que hasta los vasos de plástico estaban perforados por las balas.