DOCA (Documentalistas Argentinos), la asociación a cargo del segundo Festival Internacional de Cine Documental (ver aparte), es tal vez la más combativa del medio cinematográfico. Sostienen que la actual gestión del Incaa no sólo mantiene la política macrista en el ámbito del cine, sino que en el último bienio la cantidad de estrenos de películas argentinas se redujo. Achacan a la gestión encabezada por Luis Puenzo un apoyo a las películas de mayor presupuesto, dejando al cine independiente en un lugar “de segunda” Con datos en la mano, sus integrantes sostienen que las películas independientes estrenadas en el Cine Gaumont, que depende del Incaa y tiene el compromiso de difundir el cine argentino, caen de cartel tras la primera semana de exhibición. Además de que a los pocos días del estreno pasan a estar en horarios en que la concurrencia del público a las salas disminuye hasta cifras mínimas. Para hablar de estos temas, Página/12 entrevistó a Juan Mascaró, secretario de DOCA, y a Marina Pessah, directora del Festival Internacional de Cine Documental.
-¿Cuántos documentales argentinos se estrenan por año?
Juan Mascaró: -Gracias a la autarquía del Incaa y la lucha sostenida del sector en la última década pudo alcanzarse un promedio de 100 películas al año. El reparto entre documental y ficción en términos de cantidad de películas es relativamente parejo. Mitad y mitad, siempre un poco mas la ficción. Pero a la hora del reparto de recursos, la relación es 90 % a 10 %. Es decir, esa mitad de documentales se hace con menos del 10 % del presupuesto del Instituto para el fomento. El estreno y distribución de cine independiente, tanto documentales como ficciones, se fue reduciendo en los últimos años, en una debacle que comienza a sentirse fuerte durante la gestión macrista y continúa en línea descendente en los dos años que llevamos de gestión de Luis Puenzo. A pesar de eso, los resultados conseguidos por el cine documental resultan increíbles: en una década se estrenaron más de mil documentales que han formado directores y técnicos, han construido un nuevo público, en muchos casos han reventado la taquilla y recibieron premios en todo el mundo.
-¿En qué estado se encuentra la difusión del documental?
J, M.: -Faltan pantallas, falta fortalecer el circuito de cines estatales, falta difusión, falta cuota de pantalla en las salas privadas. En lugar de poner todos esos temas sobre la mesa para solucionarlos se elige la política de la frazada corta, estableciendo una categoría de películas “de segunda”, y ningunearlas. Es el segundo año que documentales digitales ganan el Festival de Mar del Plata. Este año fueron Las cercanas, de María Álvarez, Mejor largometraje de la Competencia Argentina; y Mejor dirección fue para Agustina Pérez Rial, por Danubio. La delegación argentina que participó un mes atrás en el festival IDFA de Amsterdam, uno de los más importantes del medio, estuvo representada por dos documentales digitales: Las cercanas y Retratos del futuro, de Virna Molina. Paradójicamente, esas películas tendrán enormes problemas para acceder al circuito de salas estatales porque el Incaa sigue repitiendo que “son para televisión”, pasando por alto que son valiosos relatos cinematográficos, con enormes posibilidades de encuentro con su público en una sala. En síntesis podríamos decir que la producción sigue estando asegurada, con muchas dificultades e inequidades, pero la exhibición no.
-¿Qué es lo que prescribe la Ley de Cine vigente en relación con el documental? ¿Se cumple?
Marina Pessah: -En la letra de la Ley, el documental había quedado en un límite, ni excluido ni aceptado taxativamente, como un género menor, hasta la irrupción de la vía digital, que fue precedida por casi dos décadas de producción fuera del fomento publico. Las audiencias medias de documentales y de ficción cuentan con un mínimo de exhibición asegurada, que de todas maneras se va degradando a partir de la situación general de monopolización de salas y streaming. Pero las vías digitales no lo tienen, aunque ninguna disposición les asigna un lugar por fuera de las salas. Nosotros proponemos que se establezcan condiciones permanentes de derechos de exhibición para estas películas, a través de una resolución. Hay algo más, y no es menor. Las leyes se enmarcan en tratados de vigencia global. Todos ellos dejan clara la perspectiva de defensa de la diversidad cultural: no se puede fomentar ni exhibir un solo tipo de cine, tiene que defenderse lo múltiple de las expresiones artísticas desde la política pública. Y lo diverso se sostiene generando mejores condiciones para la existencia y circulación de aquello que va surgiendo, que está muchas veces en la periferia, que puede no estar en el centro de las necesidades del mercado, porque es lo que más necesita del apoyo estatal. Esta es una letra no escrita en la ley pero debería ser un principio a rajatabla de todo aquel que se nombre como funcionario público.
-¿Qué espacio le dan las salas Incaa a la exhibición de documentales, empezando por el Gaumont, que es la cabecera?
M. P.: -El Cine Gaumont ha perdido parte de su identidad y sentido de pertenencia a partir del momento en que pasó a estar bajo la órbita de la presidencia del Incaa. Se ha desplazado a programadorxs que lo habían construido como un éxito de público. Hoy tenés un cine hermoso pero vacío. Se podrían emprender actividades que devuelvan al Gaumont a su público. Hace más de ocho años que DOCA lleva adelante una agenda de estrenos colectivos, en vez de ir cada socix con su película. Presentamos todos los estrenos del año, sobre lo cual articulamos las posibles fechas. En el presente esa articulación es prácticamente imposible. Las películas solo están una semana en cartel, vulnerando la ley de cine, bajo el argumento de que deben pasar por sala aquellas películas que deben cobrar recupero y que para eso, con que estén una semana ya está. “Cumplen” pero rompen con la otra pata que es el espectador, que llega al cine y la película ya no está.
-Ustedes denunciaron en un comunicado reciente que al documental Fidel niño valiente en el Gaumont lo levantaron antes de cumplir su primera semana. A otros que habían cumplido la media, como La Sesenta, no les permitieron seguir, y en otros casos les asignaron directamente los horarios de las 14 y las 16, que son los de menor concurrencia. Es lo que ocurrió con El ritual del alcaucil y Caperucita Roja (excelentes las dos), que obviamente no llegaron a cumplir la media. Un abanico de infracciones a la ley.
M. P.: -Tras ocho años de estrenos ininterrumpidos, con un promedio de espectadores de los más altos del cine nacional, nos condenan a horarios con casi nula afluencia de público. Esto tomó estado público en las últimas semanas, en que dos películas de socias de DOCA se vieron afectadas y otras tantas de ficción también. Nos exigen la firma de un documento para renunciar al derecho de que la película continúe en pantalla aun cuando cumpla la media de continuidad. Esto no tiene ningún asidero legal, funciona para presionar a la firma, porque si no firmás no estrenás. Por otro lado, operan con una lógica que lleva a la exhibición de cine argentino en nuestro país a un estado terminal, por la ausencia total de políticas públicas que amplíen y pongan en marcha el circuito de cines estatales y la CINAIN, la Cinemateca Nacional. Sobre todo estos temas hemos elaborado propuestas en conjunto y en unidad dentro del sector audiovisual, propuestas que siguen vigentes y que con diálogo y voluntad política se pueden llevar adelante.
-¿Cómo puede ser que los exhibidores no cumplan con la cuota de pantalla que fija la Ley?
J. M.: -Los exhibidores prefieren pagar una multa bajísima antes que pasar las películas argentinas. Esta situación lleva décadas. Bastante lejos del mito del fin del cine en salas, hasta la pandemia el público de cine crecía en todo el mundo, y también en Argentina. El negocio es millonario, y las empresas transnacionales están organizadas para mostrar lo que producen, no otra cosa. Salvo que el estado le ponga el cascabel al gato. La situación se agudiza en el caso de las plataformas, que ni siquiera tienen una cuota para violar, porque no existe regulación alguna respecto de qué cantidad de cine nacional deben mostrar.
-Ustedes sostienen que la gestión actual no impulsa como debería la anulación del inciso introducido por el macrismo en 2017, que prevé que a partir de diciembre de 2022 el Incaa dejaría de administrar el fondo de fomento. En caso de no anularse el incios, la subsistencia misma de la producción nacional quedaría en serio riesgo. Luis Puenzo sostiene que el Incaa lo pidió repetidas veces, e incluso que el pedido bajó ya al recinto y está siguiendo los pasos normales.
J. M.: - La información es vieja y faltan partes. Luego de varios años de acciones y una movilización a la puerta del Gaumont en unidad del sector, a partir de la coordinadora “Unidos por el cine”, y de la reunión de más de cinco mil firmas que fueron entregadas a todos los bloques del congreso, finalmente logramos, junto a coordinadoras de comunicación y cine de todo el país, que el proyecto de Ley del Diputado Carro se tratara en la comisión de presupuesto. Se aprobó por mayoría con una furiosa negativa de Cambiemos. Pasaron dos años de nueva gestión y esto no tuvo el impulso que el peso de los funcionarios del área debieron haberle dado al proyecto. Deberían estar al frente de los reclamos, movilizando con nosotros, hablando en actos públicos y en la prensa, como hicieron varios diputados. Hay una presión muy fuerte por eliminar el fomento al cine. Son los dueños del mundo, no es cualquier disputa. No se pueden dar estas batallas a media máquina.
-Luis Puenzo asegura también que desde que se sancionó la Ley, 2021 va a ser el año en que el Incaa haya invertido más en producción. 56 % de los fondos, cuando la ley prescribe el 50 %.
Juan Mascaró: -Una cosa es la propaganda de gestión y otra los números. No conocemos (y yo formo parte del Consejo Asesor del instituto por directorxs) la ejecución presupuestaria de 2021. Tampoco el presupuesto 2022. De la unidad administrativa que debe funcionar para que podamos auditar los números de la gestión no hay ni noticias. Faltan dos semanas para que termine el año. Espero que cumplan con la Ley y permitan la tarea de este órgano de cogobierno. Así podré decir, con los números en la mano, si Puenzo dice la verdad.