El Pentágono estadounidense resolvió no castigar a los militares implicados en el ataque con drones en Kabul, donde murieron diez personas, entre ellas, siete niños, en un barrio cercano al aeropuerto internacional de la capital. De acuerdo con el portavoz, John Kirby, los altos mandos a cargo de la decisión "no encontraron motivos para sancionar a ninguno de los militares que participaron en el ataque".
El secretario de Defensa Lloyd J. Austin III delegó la decisión final sobre cualquier tipo de castigo, o descenso a dos altos mandos del ejército estadounidense, que decidieron no castigar a nadie, según consigna el The New York Times. Austin por su parte aprobó la recomendación.
”Los dos oficiales, el general Kenneth F. McKenzie Jr., jefe del Mando Central del ejército, y el general Richard D. Clarke, jefe del Mando de Operaciones Especiales, no encontraron motivos para sancionar a ninguno de los militares que participaron en el ataque”, dijo John F. Kirby, portavoz jefe del Pentágono.
Tres días antes del bombardeo con drones en el que murieron siete niños y niñas, ocurrió un ataque -que luego fue reivindicado por el Estado Islámico- en las inmediaciones del aeropuerto Hamid Karzai en Kabul donde murieron más de 100 personas, incluyendo a 13 soldados estadounidenses.
El 29 de agosto funcionarios estadounidenses aseguraron que tenían información de inteligencia sobre un nuevo ataque a las operaciones de evacuacion lideradas por EE.UU. en el aeródromo de la capital. Según indicó Estados Unidos habían destruido un automóvil cargado de explosivos y que supuestamente se trataba de un intento del Estado Islámico de estallar un coche bomba en la terminal aérea.
Bombardeo a una casa de familia
Sin embargo, lejos de cargar explosivos, adentro del auto estacionado en el barrio de Khoja Boghra estaba Zemarai Ahmadi, un ingeniero que trabajaba para una ONG estadounidense, y otros nueve integrantes de su familia, entre ellos siete niños y niñas.
Aimal, hermano de Zemarai, y padre de Malika, una niña de tres años que murió en el bombardeo estadounidense también expresó su enojo ante la decisión del Pentágono. "Dios vengará a los mártires", dijo a AFP. Mientras que el portavoz del gobierno talibán, Bilal Karimi, señaló a Estados Unidos y afirmó que "es responsabilidad de los estadounidenses de castigar a los responsables y compensar a las víctimas".
A principios de noviembre, un informe inicial del inspector general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, teniente general Sami Said, catalogó el ataque como trágico, pero llamándolo "un error honesto (involuntario)". En este sentido el portavoz del Pentágono, remarcó que no se trató de negligencia.
"Lo que vimos aquí fue un colapso en el proceso, en la ejecución y eventos procesales, no el resultado de negligencia, no el resultado de una mala conducta, no el resultado de un liderazgo deficiente", dijo Kirby que a su vez indicó que si el secretario de Defensa "creyera (...) que la rendición de cuentas estaba justificada, ciertamente apoyaría ese tipo de esfuerzos". Según indicó la National Public Radio, "los militares buscaban un Toyota Corolla blanco, y cuando dicho vehículo apareció en un lugar sospechoso del Estado Islámico, creyeron que contenía una bomba".
El matutino The New York Times informó que el Pentágono no reconoció su error hasta una semana después del ataque cuando el matutino publicó videos del bombardeo. De acuerdo con el NYT, durante las últimas dos décadas de guerra estadounidense contra Al Qaeda y el Estado Islámico “el ejército estadounidense ha matado a cientos, sino miles, de civiles por accidente en zonas de guerra como Irak, Afganistán, Siria y Somalia. Y aunque el ejército acepta de vez en cuando la responsabilidad de un ataque aéreo erróneo o de una incursión terrestre que daña a los civiles, rara vez responsabiliza a personas concretas”.