“En cuanto a rendimiento individual, probablemente sea el jugador argentino al que mejor le fue en la tierra donde se inventó el fútbol”. La referencia es a Sergio Agüero. La escribe Klaus Gallo, autor del libro Las invasiones argentinas, en el que da cuenta de los argentinos que jugaron en Inglaterra. En la portada, el Kun, con la camiseta del Manchester City, se abraza con Carlos Tévez y Pablo Zabaleta. Debajo, Osvaldo Ardiles, Claudio Marangoni, Alejandro Sabella y Julio Ricardo Villa. Todos de primerísimo nivel.
El Kun llegó a la elite del fútbol mundial. En Inglaterra lo veneran. En Independiente, donde se inició, será una cuenta pendiente: el jugador había prometido el regreso cuando diera sus últimos pasos como futbolista profesional. Hay quienes le recriminan que no haya vuelto. Otros se sacan el sombrero porque fue y es símbolo de la institución. En el Rojo sólo se lo disfrutó durante tres años en los que jugó a un gran nivel. En la Selección también dejó huella pero, como ocurre en estas tierras, algunos le señalan la falta de un título en un Mundial. Fue compañero de Lionel Messi, su amigo que lo llevó al Barcelona. Pero no pudieron cumplir el anhelo de jugar juntos. Messi se fue al PSG y el Kun acaba de anunciar su retiro del fútbol profesional. Una arritmia durante un partido con el Alavés alertó sobre su estado de salud. Fue el último 30 de octubre, el día en que Diego Maradona -su ex suegro- hubiese cumplido 61 años. Entre Agüero y Maradona sobran los paralelismos.
El Kun nació el 2 de junio de 1988. En su familia, que vivía en una casa precaria de Quilmes con calles de tierra, no había dinero. Su primer cumpleaños con torta lo celebró a los 4 años. Cuando hacía las inferiores en Independiente no tenía ni para ir a los entrenamientos en colectivo, junto a su padre. El periodista partido Eduardo González lo conectó con el club y le daba para los viáticos. También le dieron empleo al papá, Lionel Del Castillo. Pronto fue el diamante en bruto del Rojo, que en los años 90 había empezado su decadencia deportiva y económica, que sigue actualmente. Quince años, un mes y tres días tenía cuando Oscar Ruggeri, técnico de Independiente, lo hizo entrar en el segundo tiempo de un partido contra San Lorenzo, en el invierno de 2003. Camiseta blanca, número 34. Fue el debutante más jóven del fútbol argentino. Pero ni Ruggeri ni Osvaldo Sosa le darían la continuidad que le dieron José Omar Pastoriza y Pedro Monzón. Con el número 10 en la espalda, su mejor momento lo vivió con Julio César Falcioni.
En el Apertura de 2005 le hizo un golazo histórico a Racing en la Doble Visera. Al año siguiente, pero en el Cilindro, jugó otro clásico brillante que incluyó dos golazos.
Los 23 millones de euros que recibió Independiente tras la venta de su pase al Atlético Madrid, en 2006, sirvieron para que Julio Comparada, entonces presidente, tirara la vieja cancha y levantara una nueva. Cuando llegó a Madrid, la cara de sorpresa -o tal vez de miedo- del pibe de menos de 18 años llamó la atención. Las luces de la fama nunca lo encandilaron. Jamás perdió la humildad. Y eso que llegó a lo más alto.
Se casó con una de las hijas de Maradona, Gianinna, y tuvieron un hijo, Benjamín. Se separaron y se le adjudicaron romances con celebridades. Fue pareja de Karina, La Princesita. Pero nunca salió a ventilar su vida privada. Le gusta la velocidad de los buenos autos y los videojuegos. Es símbolo del mundo de los esports y la rompe en la plataforma Twitch. Antes que ser entrevistado por periodistas prefiere sentarse a conversar y distenderse con streamers.
Al irse del Manchester City le regaló un auto a un empleado del club. Fue apenas un gesto de su generosidad: es uno de los tipos más queridos en el ambiente del fútbol.
Jugó con y contra los mejores. Lo dirigieron técnicos como César Luis Menotti y Pep Guardiola. Su debut en el City, en 2011, fue como suplente y con dos goles. Se puso a los hinchas en el bolsillo. Ganó 15 títulos nacionales con los ingleses y dos internacionales con el Atlético. Integró el plantel del seleccionado que este año se llevó la Copa América en Brasil. En 2008, los Juegos Olímpicos; y en 2005 y 2007 el Mundial Sub 20. Hizo 23 goles en Independiente, 101 en el Atlético, 260 en el Manchester, 42 en la Selección y 2 en el Barcelona.
A sus 33 años, aquel pibe que creció jugando a la pelota en una canchita de Quilmes dijo adiós en el Camp Nou. Fue de un extremo al otro. Todo un símbolo de una generación que empieza a decir adiós.