La economía argentina podría crecer hasta 10 por ciento este año que se va, recuperando lo perdido el anterior; la de India también podría lucir dos dígitos y convertirse en la de más expansión en 2021; Brasil, técnicamente en recesión, con dos trimestres seguidos en contracción, quiere recuperarse este último trimestre y cerrar el año con al menos 5 por ciento de alza, para también desandar todo el registro negativo de 2020; Estados Unidos, la mayor economía mundial, y la Unión Europea en conjunto aumentan a esa misma tasa en los últimos doce meses; y China, segunda en el ranking de las más grandes y el único país del Grupo de los 20 que en 2020 arrojó resultado positivo (2 por ciento, cuando el resto se derrumbó por la pandemia) tendrá ahora otra suba de 8 por ciento.
Este sucinto cuadro, más o menos general, es sobre la evolución del Producto Bruto global tras el fatídico año pasado con su impacto del Covid-19. La mayoría de los países recuperó su principal estadística macro, pero las perspectivas siguen siendo de una gran incertidumbre cualquiera sea la fuente que se consulte.
Estas incertezas surgen de los siguientes factores:
* Las nuevas mutaciones del coronavirus y su efecto en las expectativas de inversores.
* La ruptura de las cadenas de suministro aún no restablecidas.
* El brote inflacionario en varias regiones.
* El sobreendeudamiento potencialmente explosivo (la deuda global pública y corporativa es más de 350 por ciento del PIB global, según el Instituto Internacional de Finanzas).
* El lacerante deterioro social luego de décadas de dominio neoliberal en vastos territorios y las tensiones geopolíticas, entre otros ítems
Por todo esto la mayoría de los estudios muestra cifras menores de crecimiento para 2022 y años siguientes.
La performance de la región y las perspectivas
En América Latina, donde el daño pandémico agravó su tradicional dicotomía de desigualdad social y a nivel político fue imposible, en general, proyectar un horizonte de crecimiento y estabilidad, al menos los indicadores de fin de año parecieran recortar las tremendas pérdidas de 2020, cuando el golpe de la covid-19 fue brutal.
Según la Cepal, que presentó hace pocos días su balance económico junto al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la Unión Europea (UE) y el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), 2021 se define justamente como el año de la recuperación tras el impacto sanitario y de las oportunidades que ofrecería ese escenario para encarar reformas que rescaten a la región de su letargo de varios años, tras una primera década y media del siglo XXI con mejor performance.
La región, informó, ya tenía un “tejido social extremadamente vulnerable” antes de la covid-19, con 50 por ciento de su población laboral en la informalidad, por lo cual las consecuencias en aumento de la pobreza y la desigualdad fueron considerables. Ello requirió también un extraordinario gasto estatal para frenar el golpe.
Sin las transferencias gubernamentales para mitigar la pérdida de ingresos laborales, señala, el Índice de Gini (que mide la desigualdad, la marca más visible de las sociedades latinoamericanas) habría aumentado 5,6 por ciento respecto a 2019, en lugar del 2,9 por ciento anotado.
Para este año que termina, el estudio estima un crecimiento promedio en torno a 6 por ciento, con fuerte caída del superávit comercial por auge importador, y para 2022, como en todo el planeta, una reversión con crecimiento de sólo 3 por ciento, una tasa baja para las necesidades de Latinoamérica y el Caribe. Si se lo mide per cápita y se considera que en 2020 la debacle por la pandemia tuvo un promedio de 7por ciento, no hay un horizonte de recuperar lo perdido al menos hasta 2024.
Qué pasa en las potencias
Entre las grandes economías mundiales, la de Estados Unidos sufre el impacto del actual rebrote del virus, que en el tercer trimestre hizo que el PIB bajara a una tasa de 2,1 por ciento, cuando venía siendo de más del doble. Según el Departamento de Comercio, preocupado por una inflación en el máximo en tres décadas, el ritmo anual de la expansión ronda 5 por ciento, y bajaría en los próximo años.
En la Unión Europea en su conjunto, las cifras son similares. La Comisión Europea proyectó recientemente que el bloque crecerá 5 por ciento en 2021, 4,3 por ciento en 2022 y 2,5 por ciento en 2023. Los mejores escenario son para Austria, Francia y Portugal; los peores, Eslovaquia y Rumania. La mayor de sus economías, Alemania, está debajo del promedio con una velocidad anual en torno a 3 por ciento.
En Asia, dos colosos cargan gran parte de la recuperación global, como ha ocurrido todos estos años. India, según el FMI y un estudio de la agencia Bloomberg, podría encabezar la lista de los que más crecen este año, en alrededor de 10 por ciento, en especial por el aporte de su industria. De no haber sido por el brote furibundo de la covid-19 a mitad de año, ahora atenuado con el avance de la vacuna, esa cifra se proyectaba todavía mucho más alta.
India es el tercer país con más muertos por la pandemia luego de Estados Unidos y Brasil. Y tiene la tercera mayor economía asiática luego de China y Japón. Uno de sus pilares son las exportaciones, que nuevamente lideraron su expansión este año ante una demanda global en alza para sus bienes y servicios.
La vecina China (con la cual juntas representan más de un tercio de la población mundial) también aceleró la marcha y volvería a lucir una tasa que hace años no tiene (por decisión propia de regular la expansión en la llamada “nueva normalidad”, con más calidad que cantidad en su expansión y énfasis en la innovación y los avances en ciencia y tecnología), en torno a 8 por ciento. La consultora McKinsey & Co ya tiene a China como “el país más rico del mundo”.
El rol de China es cada vez más importante para el desenvolvimiento mundial, lo ha reconocido hasta el propio FMI tras un reciente encuentro virtual entre su titular Kristalina Georgieva y el premier Li Keqiang.
A nivel interno, el presidente Xi Jinping lidera un proceso de regulación de sus sectores más dinámicos (financieros, telecomunicaciones, economía digital y otros) para evitar que se debilite el timón político del Partido Comunista y hacer que el crecimiento llegue a toda la sociedad, como demostró hace un año cuando anunció la erradicación de la indigencia. También su reciente y rápido control de una posible crisis inmobiliaria, con la quiebra del grupo Evergrande, fue una muestra de sus diferencias de gobernanza con Occidente, notablemente más exitosas en China.
En el resto del mundo mayormente reina el neoliberalismo, la pandemia hizo que los ricos se enriquecieran más y los pobres bajaran otro escalón. Este desequilibrio creciente en la distribución del ingreso y, más aún, de la riqueza, atenta contra la recomposición de un ciclo de crecimiento estable a escala planetaria.