Diego Molina, el empleado de la funeraria que se fotografió con el cuerpo de Diego Armando Maradona, fue condenado a cuatro días de arresto en suspenso. Además, deberá realizar tareas comunitarias y donar 10 mil pesos a una fundación que ayuda a chicos con adicciones.

Según informaron fuentes del caso, se trata de la pena máxima para el delito que le imputaban, caratulado como "profanación de cadáver humano" y mostrar imágenes íntimas.  Durante los próximos ocho meses, Molina deberá ir a la fiscalía cada vez que lo llamen, cumplir 50 horas de tareas comunitarias y donar 10 mil pesos a la Fundación Integra Asociación Civil, dedicada a la recuperación de adictos, ubicada en La Matanza. Además, deberá pagar las costas del juicio. 

“No hay pena suficiente para la aberración que hicieron estos salvajes pero tanto yo, como las hermanas de Diego, estamos satisfechos de haber logrado que ese hecho no termine impune", dijo Matías Morla, el abogado querellante que representó en la causa a las hermanas de Diego. Meses atrás, Morla debió declarar -en calidad de testigo- en la causa que investiga la muerte del Diez. Dos de las hijas de Maradona (Dalma y Giannina) apuntan contra él por los manejos del equipo médico que trató al exfutbolista durante los últimos días.

“Esperamos pronto se resuelva el recurso presentados por los otros dos imputados y que terminen con la misma pena", concluyó Morla. Sucede que Molina no es el único imputado por la difusión de las imágenes del cádaver de Maradona. Claudio Fernández, de 49 años, y su hijo Sebastián son los otros dos acusados que no recibieron sentencia aún. Padre e hijo habían solicitado la nulidad del juicio, pero el pedido fue rechazado en primera instancia y ahora es analizado por la Cámara de Casación.

Repudiable 

Tras la muerte de Diego Armando Maradona sucedió este repudiado hecho en la previa del velatorio, cuando los tres trabajadores de la funeraria Pinier se tomaron distintas fotografías con el astro del fútbol que fueron viralizadas en las redes. 

En base a la versión que Molina dio entre sus vecinos, él solo se la compartió a su familia y luego alguien de su entorno la publicó en las redes sociales. Ese fue el comienzo de la pesadilla.

Su identidad, su teléfono y su dirección se conocieron rápidamente por las redes sociales. Lo amenazaron por teléfono, lo insultaron en redes sociales, se grabaron audios en los que aseguraban que había barrabravas que lo estaban yendo a buscar, dispuestos a matarlo.

Esto motivó que Molina decidiera mudarse. Y ahora deberá cumplir la condena impuesta por la Justicia.