Durante más de 40 años, Luis Laurino hizo germinar semillas de árboles que traía de todo el mundo y plantaba en La Tormentosa, el arboreto situado en Córdoba donde conviven él y sus más de 400 especies de árboles. Atraídos por la persona y su obra, Agustina Toia y Severo Callaci realizaron El Señor de los Árboles, el documental que El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120) estrena hoy a las 20.30 en una única función, con entrada libre y gratuita.

“Luis es tío mío, forma parte de la familia que se fue a vivir a Córdoba y por esas cosas de la vida no lo conocía. Hace unos 15 años atrás me lo presentó una tía, en un cumpleaños de mi abuela. A partir de ahí empezamos una amistad, más allá del parentesco, y lo fui a visitar muchas veces a La Tormentosa, un lugar que queda en el departamento Totoral, cerca de Santa Catalina, una ex-estancia jesuita. Compartí muchas cosas con él, y como viví en Jujuy varios años, a la ida o la vuelta lo visitaba. Él tiene 83 años ahora y la verdad que es un maestro para mí. Fueron muchas charlas y tiempo pasado juntos, y quería homenajearlo o su historia iba a quedar solo para quienes pudieran visitarlo”, comenta  Callaci a Rosario/12.

“Él tiene un mensaje muy profundo para brindar, y tiene que ver con cómo de alguna manera en nuestra médula hay una unión, un camino de regreso profundo a cuando éramos árboles. A veces nos quedamos en la cuestión animal, pero en verdad el mundo surge del reino vegetal, venimos de ahí y está comprobado científicamente. Es una clave ecológica para este tiempo, muy profunda, y es algo que hace que entiendas al árbol como un ancestro, como un pariente, totalmente ligado a vos. A partir de su proyecto pude profundizar esa filosofía de vida, y nos pareció un mensaje muy importante para rescatar. A partir de ahí y de las muchas charlas que tuve, durante tanto tiempo, más o menos sabía por dónde quería llevarlo para que él abriera su universo. Fue mucho tiempo dedicado a armar bien el guion y las preguntas. Además, Luis es un capo en etnobotánica, sabe muchísimas historias, muy hermosas, sobre cómo los pueblos originarios utilizaban la medicina de los árboles”, continúa.

-¿Por qué y cómo llega Laurino a poblar de árboles La Tormentosa?

-Él es profesor de gimnasia y se inventó un método para enseñar a los ciegos a manejarse con el bastón blanco, y como le empezó a ir muy bien lo llevaron a diferentes lugares del mundo para que formara a formadores y formadoras; en paralelo, se iba trayendo de los distintos lugares que visitaba semillas de árboles. Las germinaba en Córdoba capital, donde vivía, y luego las llevaba en una camionetita a este lugar, a La Tormentosa. Así fue armando esta comunidad de árboles y estudiando también cómo diferentes árboles del mundo podían construir una comunidad, sin afectar a los árboles autóctonos e incluso generando un intercambio maravilloso con la flora y fauna locales. Esto es muy importante, más en este momento cuando está en boga defender el árbol autóctono. A todo eso, él lo deconstruye y explica por qué es un corte antinatural. En realidad, todos somos seres que buscamos luz, agua, un hábitat para vivir. Lo autóctono es un corte muy fascista, que habría obligado a nuestros abuelos a quedarse en Italia; el mundo es una caja común y esto de los límites y papeles es una ficción que nos hemos inventado. El suyo es un mensaje maravilloso para todas las personas que están armando y cuidando reservas, para que sepamos que el mundo es de todas y todos. Además, él explica cómo los árboles fueron viajando a través de los miles de años, a partir de que los continentes se dividieron y cómo viajaron con el surgimiento de la cordillera de los Andes y la del Himalaya. Es muy interesante y profundo.

-¿Cómo es este lugar, La Tormentosa?

-Es un lugar con muchísima historia. Esa reducción jesuita, Santa Catalina, se hizo a partir de los comechingones y de traer esclavos africanos. Por allí pasa una acequia que fue realizada con el trabajo de estos esclavos; 11 esclavos fueron traídos caminando desde el puerto de Buenos Aires hasta el norte de Córdoba, de los cuales llegó menos de la mitad. Así que imaginate la carga que tiene ese lugar más la energía que él le puso como contracara. Las imágenes suyas explicando y contando la historia, los sonidos y el armado de estos grupos de árboles, son una maravilla.

El Señor de los Árboles cuenta con dirección de Agustina Toia y Severo Callaci, música original de Homero Chiavarino, postproducción de sonido a cargo de Ernesto Figge, postproducción de imagen de Marcos Garfagnoli, y animaciones de Pablo Cano, Marcelo Hoyoz y Fernando Catalfamo.