En Instagram hizo su aparición Tronco. Ser mutante entre vegetal y humano. Figura anónima con considerables seguidorxs que desconocen su origen. Para muchxs, Tronco no es alguien enmarcado en una ficción sino una entidad misteriosa a la que siguen con curiosidad, disfrute y hasta cierto morbo. Podríamos hablar de Tronco sin revelar quién está detrás de este personaje. Un poco porque Tronco es un experimento que busca sostener ese desconcierto de una obra sin firma, sin autoría. Tronco es pura experiencia. “Tronco tiene seguidorxs pero él no sigue a nadie, es un petit influencer. La cuenta dice Tronco. Mi propio retrato, y no dice quién soy. De hecho hay muchxs que saben pero la gran mayoría, como 800 seguidorxs, no saben quién soy. Ese anonimato es nuevo para mí. Por lo general, como artista, te exponés con tu nombre y tu cara, y acá se trata de un alter ego”

Durante la pandemia Mayra Bonard bailaba adentro de su casa. No había otro escenario en los días de cuarentena, pero la bailarina y performer no se limitó a registrar en videos sus destrezas. Ella creó un personaje, como si invitara a su casa a un ser mutante o como si, en ese tiempo donde la realidad se había vuelto fantástica, imaginara que un árbol de su jardín se había convertido en persona. Exactamente ella le puso el cuerpo a esta posibilidad y eligió devenir Tronco. El cuerpo deslumbrante de siempre y en la cabeza una escafandra con la textura de una corteza “Estos troncos son la continuidad de una obra llamada Futuro que hice en el 2012“, explica Bonard. “Casi diez años después los troncos estaban en mi casa y de golpe se desprendió una corteza. Yo me la puse como un acto súbito, irracional y ahí sentí claramente que eso iba a tener una continuidad. Fue en abril del año pasado. Entonces continué poniéndomelo un rato por día y me fotografiaba, hacía videos caseros con un trípode. Otras veces me lo ponía y estaba investigando qué era tener esa cabeza que no ve, que no huele.”

Al comienzo, este personaje aparecía en fotos de Instagram realizando actividades hogareñas. Su fisonomía anómala lograba alcanzar ciertas emociones. A Tronco a veces se lo veía abatido, sosegado por la rutina de los días de encierro. Cualquier acción cotidiana en él resultaba surrealista, como si lo invadiera la mansedumbre de una casa en su forma silente. Tronco bailaba con esa sensualidad mágica que Mayra le impone a todo lo que hace. A veces parecía dormirse, cansado por el peso de esa máscara de madera. Ante las tareas domésticas, Tronco se muestra como un ser que no entiende muy bien los usos humanos. En lugar de lavar un plato, lo tira a la basura. Personaje nonsense que hace del mínimo suceso una aventura.

“La danza está menos formateada, tiene menos el deber ser al momento de plantear una dramaturgia, un conflicto y la exploración es más libre. Puede ser más poético. El discurso puede estar quebrado o no ser nada”, intervine Bonard, para pensar este laboratorio que ahora amplió su campo a la performance y las artes visuales.

Tronco se muestra cada vez más erótico, pero Bonard lo define como una variante de la naturaleza muerta. “Hay gente que lo ve desde un lugar sexual, les gusta el cuerpo sin rostro y ahí se dispara la fantasía”

Cada imagen remite a la parte de una escena. Tronco es también esos fragmentos. Lo suyo no es el desarrollo sino la promesa. Tronco entra en alianza con la gata de la casa. Hace de la aspiradora un uso infrecuente. Es un ser que descubre el mundo, que no sabe cuál es el valor utilitario de las cosas y tampoco le interesa averiguarlo. Prefiere imponer a ese mundo su intuición. “Mucho signo de pregunta. No es para nada afirmativo”, completa la idea Mayra. “Lo mismo pasa con la sexualidad. Yo soy mujer y se me ve el cuerpo, pero se llama Tronco. En realidad es un transgénero porque es una mezcla de árbol y de humano”

En la pileta, coronado por unos árboles que dibujan el agua, o en la ducha, en un guiño sexy hacia Psicosis, Tronco surge como la figura amenazante de un film bizarro. Demasiado surrealista para causar miedo. Aquí son impactantes las variaciones que Bonard realiza sobre la idea de actuación. Es posible actuar anulando la cara. Es más, es posible hacer de esa corteza, como máscara o careta, una forma expresiva. La actuación está en el cuerpo, en su impronta, en la manera de establecer un vínculo con la cámara. En los videos hay una narrativa en el modo en que Bonard entra a escena y en el carácter que le imprime a los objetos.

Como si fuera un comic, Bonard hace en Instagram una serie de episodios, cuadros breves con títulos para las andanzas de Tronco. Uno de los proyectos de Bonard es hacer un libro de imágenes con el protagonismo absoluto de Tronco, que se publicará por India Libros.

Tronco empezó a salir de la casa, Bonard se atrevió a continuar su performance en cada lugar adonde iba. Un avión, un aula el día de la votación, una biblioteca. Tronco es también una indagación sobre la disociación del cuerpo. Un experimento que logra demostrar que una coraza de madera pueda adquirir un semblante.

Tirado en el suelo, en una pose voluptuosa, una actitud desajustada, no apta para todo humano que se precie de tal en la vía pública, se encuentra el gesto que encierra la síntesis de este personaje. El reflejo de ese mundo vegetal al que Bonard le da una pasión mansa. “Yo soy paisajista y tengo una relación fuerte con lo vegetal. Por otro lado, en la primera etapa del confinamiento, teníamos un tiempo distinto, un habitar los días de un modo más contemplativo. Stefano Mancuso es un biólogo italiano, tiene un libro que se llama La nación de las plantas, y dice que el reino vegetal tiene otro tipo de inteligencia, incluso son más inteligentes que nosotrxs, porque al no poder huir frente a los peligros, desarrollan sus habilidades de defensa estando en el lugar. ”

La foto de Eduardo Raspo (un director de cine que se sintió atraído por Tronco y estableció una complicidad con Mayra para seguir desarrollando este proyecto en otros formatos) muestra una pared roja y dos afiches sobre veganismo que Tronco mira como un arqueólogo de la normalidad lastimada. “Yo lo veo como algo separado de mí. Cuando haga una performance en vivo no me voy a sacar el tronco. Ni para saludar. Nadie va a ver mi cara porque yo ahora pienso que Tronco es Tronco. Él ya tiene su autonomía “, concluye Bonard.

Instagram: Tronco_Z1