Además del cierre del año escolar -con actos, actividades o campamentos- diciembre es el mes en que los padres reciben el famoso informe de sus hijos. Los últimos dos años fueron especiales: nadie quedó exento de los efectos de la pandemia. Los chicos, tampoco. En los niveles iniciales, algo llamó puntualmente la atención: muchos niños pequeños mostraron un menor desarrollo del lenguaje con respecto a lo evolutivamente esperado. Para los especialistas, sin duda las condiciones que impuso la pandemia de coronavirus impactaron en la dinámica familiar y el contexto macrosocial en general, y esto a su vez afectó el microcontexto de las interacción con los niños, que vendría a ser el “útero” del aprendizaje del lenguaje.

"Nunca vimos una sala de cuatro con tantos problemas en el lenguaje", compartió una usuaria en Twitter, sobre el comentario que le hicieron las docentes del jardín adonde concurren sus hijos. El mensaje recibió varias respuestas en el mismo sentido. “Sala de tres de mi hijo, un 30 por ciento con problemas de lenguaje, jamás vieron algo así”, escribió otro usuario. “Hoy conseguir fonoaudióloga es un milagro, están colapsadas”, agregó otro. “Nos dijo la fono que esto sucedió por la pandemia y la falta de juego con pares”, respondió alguien más.

Lo relatado por las madres y los padres está en línea con la apreciación que hicieron muchos docentes y dejaron plasmado en los informes evaluativos de fin de año. “El efecto de la pandemia se notó en muchos aspectos generales del niño, en cuanto a las rutinas, la autonomía y también en el lenguaje. En comparación a otros años hubo muchos nenes que tuvieron mayor dificultad en la pronunciación, lo cual dificulta la comunicación”, cuenta Melisa Virdia, docente titular de sala de 4 en dos escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, en Caballito y Parque Chacabuco.

La docente agrega que si bien durante los períodos de aislamiento muchos chicos tuvieron un gran estímulo en relación a lo tecnológico -celulares, tablet, televisión- esto no reemplaza el efecto de la socialización entre pares. “En las dos escuelas donde trabajo notamos lo mismo: la cantidad de vocabulario que incorporaron evolutivamente para una sala de 4 no fue la misma con respecto a años anteriores. De todas maneras aprenden muy rápido y avanzaron muchísimo en poco tiempo”, agrega sobre el fruto de las actividades puntuales que propusieron para incentivar el uso de la palabra.

Aprender a hablar

Es que el lenguaje se aprende mientras se lo usa, o sea en situaciones de interacción ya sea con adultos o entre pares. “A hablar se aprende hablando”, refuerza la idea Celia Rosemberg, investigadora principal del Conicet, especialista en el desarrollo del lenguaje en niños y el aprendizaje temprano de la alfabetización. En este sentido, explica, el desarrollo del lenguaje depende también de la calidad de esas situaciones de interacción: que los chicos sean parte de conversaciones, que haya un adulto que pregunte y ayude a construir la respuesta, que haya espacio para la lectura de cuentos, entre otros.

La pandemia en este sentido rompió con la dinámica familiar tal cual como estaba establecida. El aislamiento, la cuarentena, el home office, el miedo a un posible contagio y el estrés que generó en el ámbito familiar impactó de lleno en esas interacciones de calidad. El cierre de las escuelas, como parte de las medidas de cuidado, pudo haber impactado también pero como parte del contexto macrosocial (ya que muchas familias eligen escolarizar a los niños a los 4 años y no por eso presentan problemas en el desarrollo del lenguaje).

“La pandemia incrementó las desigualdades sociales y económicas y esto afectó las oportunidades de interacción. Si los papás están nerviosos en casa o más angustiados hace que tengan menor disponibilidad con los chicos. Tal vez había una abuela o una tía que cuidaba dos veces por semana y eso se cortó por el miedo al contagio. Lo mismo con las desigualdades económicas: para que existan situaciones de lectura tienen que haber cuentos en casa, adultos alfabetizados y sobre todo tiempo para leer”, explica Rosemberg.

En este sentido, al restringirse las oportunidades de interacción -estrés, ASPO, menor contacto con referentes afectivos y con pares- se restringió el desarrollo del lenguaje. “Vemos como el contexto macrosocial afectó el micro contexto de las interacciones, que es el útero donde tiene lugar el desarrollo del lenguaje”, agrega la especialista.

Bendita TV

El aislamiento, sobre todo al principio de la pandemia donde se cumplió a rajatabla, provocó que los chicos pasen muchas horas frente a las pantallas, incluso en edades tempranas. Sin embargo, el uso de la pantalla, aclara Rosemberg, no debería ser un problema en sí mismo. 

“Puede ser una situación rica si el chico mantiene las mismas interacciones contingentes con la mamá, el papá o un hermano mayor al lado para conversar sobre lo que se está viendo. No está mal ver una película si uno puede conversar sobre eso. Lo importante es la dinámica familiar en relación a la interacciones”, aclara.

El estar con otros

La pandemia también limitó el contacto con pares y estas situaciones de interacción son clave, explica Rosemberg, porque le permite a los chicos poner en juego todos los recursos lingüísticos que poseen. Por ejemplo, en las situaciones de juego dramático, donde los niños asumen roles, y deben ponerse de acuerdo -o hasta pelearse- sobre el rol que asume cada uno. “Son situaciones motivadoras y eso hace que los niños se esfuercen y pongan en juego todos los recursos que tienen. Son importantes todas las oportunidades de juego, de argumentación, de pelea, todo lo que conduce a que los chicos usen el lenguaje”, explica la especialista.

En este sentido, agrega, hay trabajos que demuestran que la cantidad de veces que los chicos tienen oportunidad de participar en interacciones con otros nenes también influye en el tipo de aprendizaje.

Uso del barbijo

Lo primero que aclara Rosemberg sobre este punto es que no hay investigaciones puntuales sobre el uso del tapabocas y el proceso de aprendizaje. Pone de ejemplo el caso de algunas culturas, como la musulmana, donde las mujeres muchas veces llevan la cara tapada. De todos modos, agrega, como la socialización del aprendizaje responde a un patrón cultural, y el tener la cara tapada no es una costumbre local, se infiere que pudo haber influido de alguna manera.

“El barbijo dificulta que los chicos entiendan lo que la maestra dice y esa comprensión mutua es necesaria para hacer un andamiaje del discurso del chico”, sostiene Rosemberg, que explica por andamiaje el proceso en el que el chico puede hacer con ayuda del otro lo que no puede hacer solo. Por ejemplo, relatar algo.

Cómo incentivar el desarrollo del lenguaje en niños pequeños

Las recomendaciones que brinda Rosemberg para incentivar el desarrollo del lenguaje son:

  • Ampliar las oportunidades de conversación con los niños, hablar sobre lo que está haciendo el chico.
  • Aprovechar el uso de las palabras del niño para retomar y reformular. Decir las palabras de manera correcta. Completar las frases.
  • Hablar sobre el presente, el pasado y el futuro.
  • Leer cuentos.
  • Si hay pantallas, compartir el momento con otros.
  • A partir de los 4 años, mostrar las letras