Wos abre los brazos en medio del escenario y mira hacia el cielo; su cuerpo se balancea con movimientos breves pero firmes, bajo un manto de luces rojas que suman misterio a la escena. El clima de la canción va creciendo y estalla en el estribillo. “Perdido en la muchedumbre/ entre sueños que te aturden/ en la calma que se pudre /tu carne es incertidumbre”, suelta el rapero, freestyler y compositor de 23 años frente a cinco mil personas que lo escuchan en Obras. En la escena, Wos conecta con la emoción y con su verdad más íntima, algo que ocurrirá seguido a lo largo de la noche del jueves. “Esperanza que se pudre/ no dejes que sea costumbre el vivir entre la mugre, ese brillo que te cubre”, entona sobre el final de “Mugre” y deja caer su cuerpo como signo de liberación y alivio, mientras el coro Afro Sounds completa la película.
Esa canción es la que cierra su reciente disco, Oscuro éxtasis (2021), un trabajo profundo y existencialista gestado en los días más difíciles del confinamiento que da cuenta de la madurez artística conseguida en estos años. Y es también la pieza elegida, antes del bis, para coronar la primera noche en Obras Sanitarias –repite viernes, martes y miércoles-, ese templo que en la historia de la música argentina le sirvió a los artistas de rock para consagrarse o marcar un quiebre en su camino. En esa misma transición anda Wos (Valentín Oliva) y el link con el rock –en tanto música popular- no es casual. En su nuevo disco, de hecho, traza líneas con otras fuentes sonoras importantes de la canción argentina, como ya lo había hecho en Caravana (2019), su disco debut, con la poética de Indio Solari.
Durante una hora y media de show, el músico despliega su faceta de cancionista, freestyler, intérprete escénico y hasta se anima a darle cauce a su dotes de percusionista –su primer amor fue la batería- en “Alma dinamita”, acompañado ahí por su padre Alejandro Oliva y el Tiki Cantero, dos crack de los parches, el ritmo y los tambores que hacen escuela en La Bomba de Tiempo. Oliva también se suma luego a “Gato negro”, una pieza intimista y rabiosa que propone un diálogo con el universo existencialista y político de Atahualpa Yupanqui. “¿Qué vamo' a hacer si empieza la balacera/ Y pocos son los que zafan del ‘sálvese quien pueda’?”, canta Wos mientras salta como un audaz felino entre los techos, con su musculosa blanca y su pelo colorado cortado al ras.
“Estoy muy contento de estar acá después de tanto encierro y de tanta mierda. Pasaron dos años (de no presentarse en la Argentina) y fueron muchas emociones. Vivimos un delirio bastante terrible. Es increíble ver a toda esta gente cantando junta”, dijo antes de “Terraza”, una de las primeras canciones que lo lanzaron como solista, previo a su primer disco. En algunos pasajes del show, agradeció a los presentes –una franja etaria que iba de los 18 a los 30 años- y a su banda, pero no dijo mucho más. Se dedicó a cantar y mostró una entrega absoluta. En ese recorrido, fue importante la presencia de colegas y amigos del camino. El gran rapero Acru (Agustín Cruz) improvisó con Wos un cruce picante y vertiginoso de freestyle sobre los orígenes de ambos, y el histriónico guitarrista y compositor CA7RIEL –excompañero de banda de Wos- apareció en escena para cantar la distendida “Niño gordo flaco”, que lo tiene también como feat en el disco.
La noche abrió con “Introducción al éxtasis” –con Wos saliendo de sorpresa por la platea de enfrente del escenario-, “Buitres” y “Culpa”, una de las mejores canciones del disco nuevo, que tiene a Ricardo Mollo como invitado estelar, y que aunque no estuvo presente se vio reflejada su imagen en las pantallas. El guiño con el rock también se puso en evidencia en “40”, un rock and roll con espíritu punk en clave Pity Álvarez que lanzó el año pasado en plena cuarentena en su EP Tres puntos suspensivos. “Creo que no puedo dormir, creo que estoy loco y no me dejan salir de acá”, cantó y tocó la guitarra a modo de catarsis sobre estos tiempos raros. Lo propio hizo en la nueva “Contando ovejas”.
A veces Wos saca tan afuera sus credenciales rockeras que no es preciso distinguir en donde comienza el rapero-freestyler y a dónde termina el solista de rock. En todo caso, Wos es un continuador de la música argentina pero con otras herramientas, otro lenguaje y otro recorrido. En la cultura, no es posible pasar por un lugar desconociendo lo anterior y Wos tiene presente esa idea. Pero hay algo en su propuesta y en su intención creativa de su música que indica que ha encontrado una voz propia, que no tiene tanto que ver con el qué (el género, el formato, el registro) sino más bien con el cómo. Cómo expresar aquello que necesita decir, con qué palabras, con qué enfoque, desde que posicionamiento político (antimeritocrático, antilibertario, por fuera del "sálvese quien pueda" y la lógica del "esfuerzo personal").
Porque en Oscuro éxtasis no solo hay melancolía, incertidumbre e intimidad (“Mirá mamá”), sino también euforia y denuncia. “Esta es una canción de amor para los giles y los mediocres. Para algunos que hablan de los otros. Para esos giles que se quedan en un lugar fijo reproduciendo patrones obsoletos”, marcó la cancha antes de “Que se mejoren”, una de las más potentes y eléctricas del disco, que fue producido por el ascendente músico y productor Evlay (Facundo Yalve), que también se ocupa de las guitarras en vivo. El elenco se completa con Natasha Iurcovich en bajo, Fran Azorai en teclados y Tomás Sainz en batería. Con esa misma energía, Wos y su banda también regalaron clásicos de la primera hora como “Púrpura”, “Andrómeda”, “Luz delito”, “Melón vino” y el himno de 2019, “Canguro”, que terminó con cánticos de todo el estadio bardeando al expresidente Mauricio Macri. Hay cosas que no se olvidan.