Los Globos de Oro son noticia por no ser noticia. La Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood (HPFA, por sus siglas en inglés) anunció el lunes pasado las 25 ternas de cara a su 79º ceremonia –El poder del perro y Belfast, ambas con siete, lideraron las candidaturas en cine, mientras que Succession, con cinco, lo hizo entre las series–, a realizarse el domingo 9 de enero. Pero desde la industria no recibió más que indiferencia y miradas de reojo, un signo inequívoco de que los pinchazos que sufrieron los globos durante 2021 le quitaron gran parte de su aire y el (poco) prestigio que tenían estas estatuillas entregadas por un selectísimo grupo de menos cien personas, en su mayoría hombres, blancos y (muy) adultos. Fueron meses de boicot de los principales estudios, devolución de estatuillas de varias estrellas de la pantalla grande y, el tiro final, la caída de la transmisión de la gala en la cadena NBC, aunque ya avisó que retomará en 2023, siempre y cuando la HPFA profundice sus “reformas significativas”.

El desinfle no empezó ayer. Fue en febrero, en vísperas de la 78º gala, cuando el diario Los Ángeles Times publicó una investigación -con ¡cincuenta! fuentes- en la que exponía la lógica sectaria de los 87 integrantes de la Asociación, quienes permanecían atornillados a sus puestos mientras recibían voluminosos regalos e intercambiaban favores a cambio de votos. Como ejemplo mencionaban las dos nominaciones para la serie Emily en París, cuyo rodaje fue cubierto por alrededor de 30 miembros que, en 2019, tuvieron una estadía muy cómoda en un hotel cinco estrellas con habitaciones de 1400 dólares la noche y almorzaron en el exclusivo Musée des Arts Forains, un museo privado repleto de objetos de 1850. Hasta una de las guionistas de la producción de Netflix, Deborah Copaken, reconoció que había varios títulos de mejor calidad que merecían esas nominaciones.

El artículo hacía hincapié también en la voluntad de aferrarse a como dé lugar a los privilegios de la pertenencia y la negación crónica a sumar nuevos integrantes. La noruega Kjersti Flaa decidió ir más allá de la queja pública y llevó el asunto a la Justicia, donde acusó a la organización de una “cultura de la corrupción” generada por una exención impositiva que le significa millones de dólares en concepto de dinero adicional al correspondiente. Si bien la denuncia fue rechazada por un juez federal, el escándalo consiguió envión suficiente para prolongarse en el tiempo. La HPFA pareció tomar nota cuando, en marzo, prometió una “reforma organizativa” y contrató a un consultor estratégico en cuestiones de diversidad y a una empresa especializada “para realizar una revisión integral de las políticas internas, evaluar los procesos de membresía, operaciones y gobernanza y revisar la alineación de la asociación con las mejores prácticas de la industria en diversas áreas”, según el comunicado.

Las aguas se calmaron durante dos meses luego de que la HPFA, con la soga cada vez más apretada en el cuello, enviara una carta a sus miembros pidiéndoles que aprobaran el paquete de reformas pensado durante marzo y abril. Entre las principales novedades figuraba la creación de un código de conducta que ponía fin a los “regalos” o “viajes de cortesía”, además de la eliminación de varios requisitos para potenciales ingresantes, como el estar radicado en el estado de California, trabajar en medios tradicionales (lo que permite incluir a periodistas de portales o revistas digitales extranjeras) o tener un socio que funcione como “sponsor”. El objetivo, siempre según la carta, era sumar 20 miembros en 2021 e igual cantidad en 2022 –tanto mejor si son mujeres afroamericanas– para aumentar la plantilla en un cincuenta por ciento en 18 meses. Lo aprobaron, pero no fue suficiente.

Como la del Coronavirus, la segunda ola fue más fuerte que la primera. Al anuncio de un boicot por parte del movimiento Time’s Up y más de cien agencias publicitarias, se sumó el aviso de que Netflix “pararía todas las actividades” vinculadas con la HPFA “hasta que la entidad reconociera la amplitud del problema y proporcione una hoja de ruta clara para el cambio”, según el comunicado de ese momento. Días después se sumó Amazon Studios, con un mensaje similar de parte de su jefa, Jennifer Salke. En esa misma línea se manifestaron desde WarnerMedia, dueña del estudio del mismo nombre y HBO, a través de carta pública en la que lamentaron que las medidas “no vayan lo suficientemente lejos para abordar la amplitud del problema” y que “el cronograma no capture la necesidad inmediata con la que estos temas deben ser abordados". Mientras llovían comunicados de esta índole, varios referentes del star system, como Mark Ruffalo, Scarlett Johansson y Tom Cruise, avisaron que devolverían sus estatuillas.

Y así se llegó hasta este lunes negro. Los medios especializados norteamericanos coinciden en que hubo muy poca asistencia de periodistas al anuncio de las nominaciones y poco más de diez mil personas siguiéndolas en vivo por Youtube, una cifra ínfima para el que solía ser uno de los eventos del show business más seguidos a nivel mundial. La periodista Angelique Jackson, de Variety, contó que cuando llamó a los agentes de prensa de los principales ternados, como respuesta común recibió un “no comments”. Sí habló la presidente de la HPFA, Helen Hoehne, para quien fue un “año de cambios y reflexión”. “Durante ocho meses hemos trabajado incansablemente como organización para ser mejores. Cambiamos nuestras reglas y estatutos, agregamos un nuevo código de conducta y reestructuramos nuestro gobierno. También tenemos 21 nuevos miembros, la cantidad más grande y diversa en nuestra historia de 79 años. No solo han aportado una nueva perspectiva, sino también ideas que nos ayudarán a seguir evolucionando”, enumeró.

Belfast

A excepción de Nicole Kidman, ternada por Being the Ricardos, hubo silencio de radio en las redes sociales de los actores y actrices nominados más importantes. La celebración corrió por cuenta de algunxs de segunda línea, como Jamie Dornan (Belfast), Aunjanue Ellis (King Richard), el francés Omar Sy (Lupin), Billy Porter (Pose) y Hannah Waddingham (Ted Lasso). Las dos películas más nominadas no se dieron por aludidas, pero sí destacaron su presencia en los Critics' Choice Awards, un reconocimiento históricamente secundario que reveló sus ternas unas horas más tarde ese mismo lunes. Las redes sociales oficiales de Belfast, que también encabezó las preferencias con once nominaciones, publicaron un video alusivo celebrando esa noticia, y ni “mu” sobre lo otro. Mismo caso que las redes de El poder del perro y su publicación alusiva a las 10 nominaciones de los Critics'. Solo el tiempo dirá si los globos recuperan el aire de antaño o si definitivamente se convierten en recuerdos de otra época, de otro mundo.