Aguanten los choris (y el pacú)

Pablo Mehanna

Cada mediodía las calles de Buenos Aires se inundan de un aroma inconfundible: el que desprenden las carnes cuando se apoyan en el hierro calentado por unas brasas al rojo vivo. Más allá del contexto ciudadano, de los edificios y un tránsito agobiante, la ciudad homenajea esa mitología, tan constitutiva como falaz, del ser gauchesco nacional. Y lo hace a través de cientos de parrillas, ofreciendo chorizos y morcillas, entrañas y bifes, provoletas y chinchulines. Las hay modestas y también cinco estrellas, populares y exclusivas. En un contexto así, saturado de humo y sabores repetidos, inaugurar un nuevo lugar no siempre es fácil. Ese es el reto que se impuso La Brasería, reciente apertura en las (cada vez menos) tranquilas calles de Núñez.  

La Brasería apuesta a desmarcarse de su competencia con un local bien puesto, a tono con la zona residencial donde está, pero a la vez relajado, apto familias y grupos de amigos. Las brasas se aromatizan con trozos de espinillo, que imparten un tenue ahumado. La vereda se aprovecha en mediodías de sol y en noches cálidas, y el amplio interior permite ver a los parrilleros en su trabajo cotidiano. 

La carta incluye los best sellers nacionales: achuras varias (la tabla de achuras, generosa, trae molleja, chinchulines y unos muy buenos riñoñes, por $260) y cortes de carne como ojo de bife ($266), entraña ($280) y colita de cuadril ($220). Pero también hay lugar para una mirada propia, con por ejemplo el chori chipá ($70), un choripán ahumado envuelto en el típico pan de queso correntino, un “ojo uruguayo” para compartir a $360, además de matambrito a la pizza, pacú a las brasas (para dos, a $420) o una hamburguesa de 200 grs ($196). A esto se suman pastas bien caseras, con protagonismo propio, como los raviolones de cordero, ricota y parmesano, con salsa de hongos) y varias tablas (versión canchera de la parrillada) para compartir, desde una bien carnívora para cuatro personas ($1100) a la de verduras grilladas a $160. 

En una ciudad donde las parrillas son la norma, La Brasería tiene algo para sumar. 

La Brasería queda en Quesada 1701. Teléfono: 4786-1990. Horarios de atención: martes a domingos de 12 a 15 y de 20 a 24. 


Milanga para todos y todas

Pablo Mehanna

La milanesa no es un invento argentino: existe en distintas variantes (las carnes usadas, los estilos de rebozados, el modo de cocción) en muchos lugares del mundo, con profusa historia por detrás. Pero esto no impide que la milanesa sea un emblema de la argentinidad. En ningún otro país se vive la pasión -y el consumo- que hay aquí por esa feta de carne aplastada y apanada, omnipresente en la mesa hogareña y en la de los restaurantes, clásico familiar y transversal, que gusta a todos por igual. Así, no extraña que en los últimos años hayan salido cadenas gastronómicas a copar la parada, definiéndose como los capangas de la milanesa, con distintas variedades y suertes. Pero cuando hablamos del rey, debemos volver al barrio: ahí, en un poco glamorosa Av. Rivadavia, a la altura de Almagro, es donde Don Ignacio hace de las suyas. 

El local es pequeño, no muy atractivo, con sus paredes repletas de fotos, pósters, vinilos y rockabilias varias, cuadros de autos de carrera y de motos, próceres del metal y del bebop que comparten espacio. Ahí, entre tanta parafernalia estética, entre rock, blues y jazz, se pueden comer algunas de las más ricas milanesas de Buenos Aires a precios de bolsillo amigable, con una carta que incluye más de 20 opciones. Desde la básica ($90) a la napolitana ($130) pasando por lo que a cada uno se le ocurra: la Don Ignacio lleva salsa de tomate, mozzarella, jamón, cebolla, orégano y dos huevos fritos ($200), otras traen roquefort, humita, salsa blanca, panceta, anchoas, ajíes en vinagre... Incluso hay una que se llama Vigilante, y que lleva dulce de membrillo y queso ($150). Pero en todos los casos, la base es una milanesa bien hecha, sin nervios ni grasas, con fritura prolija y buen grosor de la carne. 

La carta tiene más para elegir: entradas tradicionales (buñuelos, lengua, muy buenas empanadas fritas a $20), correctas papas fritas, bifes y hamburguesas, pastas, pocos y no muy buenos vinos, cerveza de litro a $110. Todo esto es anecdótico: en Don Ignacio, se come, se bebe y se respira milanesa. 

Don Ignacio queda en Av. Rivadavia 3439. Teléfono: 4861-3133. Horario de atención: martes a sábado, mediodía y noche; domingos, mediodía. 


Hay picada, salamín y conservas

Pablo Mehanna

“Somos un mercado de productores”, dice Leo Llopiz, responsable de La Gran Tienda, un local nacido en Mar Azul, con sucursal en Palermo y en Maschwitz. Llopiz es parte de Mamma Rosa, una empresa familiar mendocina, donde elaboran conservas y dulces varios, donde -entre mucho más- hacen ricas mermeladas, zapallos en almíbar, berenjenas en escabeche, y la especialidad de la casa, los alcauciles en aceite, muy requeridos por cocineros y consumidores. “Queríamos un punto de venta a la calle, y lo nuestro no era suficiente. Así, a través de ferias en todo el país, convocamos a pequeños productores para que se sumen”. 

Hoy, esta esquina de Palermo ofrece un tentador catálogo, incluyendo las conservas mendocinas, pero también muy buenos fiambres (con los tandileros de Las Dinas como protagonistas), con salamines, chistorras, sopresattas, bondiolas, jamón a la pimienta, entre otros. Hay quesos muy ricos, como los del italiano Franco Fubini (de Córdoba), con su Formaggio di Fosso, el Zolino o el Taleggio; también los de Juan Grande, de Lincoln, con su feta y su halloumi para grillar a las brasas o plancha. Los vinos merecen mención aparte, de muy pequeños productores, difíciles de conseguir incluso en vinotecas y elegidos por su relación precio calidad. 

Una buena idea es pedir un sándwich (todos a $80), y probar así los productos antes de comprar para el hogar. Hay varias opciones, como el Villa Gesell (lomito y queso ahumado, hongos de pino y queso blanco); el Delia, con panceta crocante, jamón natural, palta y queso de campo; y el Mary (jamón crudo, brie, rúcula y tomate). También hay picadas (comen dos, pican cuatro), como la Franco-Italiana ($420), con brie, morbier, queso azul, boconccino de búfala, jamón crudo, porcheta, putanesca, mortadela con nuez, nueces, frutillas y alcauciles o la Clásica ($350) con fontina, gouda, brie, barra ahumado, lomo praga, milancito, bondiola, jamón crudo, aceitunas y cherries. Una picada extra large (comen 10, pican 15) sale $950. 

Buena atención y sabores de la tierra, tan amados por el paladar nacional.  

La Gran Tienda queda en Guatemala 5800 (sucursales en Mar Azul y Maschwitz). Teléfono: 4776-2338. Horario de atención: lunes a sábados, de 10 a 22.