A comienzos del año el ministro de economía era José Luis Machinea. El presidente De la Rua había perdido a su vicepresidente, Carlos Álvarez, creyendo que se fortalecía su figura cuando en realidad se estaba debilitando. No logró la confianza de los supuestos inversores internacionales a pesar de que había puesto todo su esfuerzo en lograrlo. En realidad, el esfuerzo lo habían tenido que hacer los argentinos, porque fueron cuatro ajustes a las finanzas del Estado siempre justificados en lograr las simpatías del FMI. No logró reactivar la economía a pesar de recibir el blindaje del FMI en diciembre 2000 que comunicó por Cadena Nacional regalándonos la inmortal frase: “que lindo es dar buenas noticias”.
El fugaz Ricardo López Murphy
El 2 de marzo Machinea fue despedido. El presidente se jugó a cortarse solo del Frepaso y la UCR y eligió a Ricardo López Murphy, un cruzado del ajuste y la ortodoxia. En plena campaña electoral, en 1999, había dicho que si la Alianza ganaba debía bajar los sueldos un 10%. Siempre los sueldos, nunca las ganancias de los bancos.
“Lopez Murphy ministro de economía: la última chance antes de Cavallo” dice un diario del 5 de marzo. El mundo financiero lo apoyó: IDEA, CEMA, FIEL. La bolsa subió. El entonces embajador de EEUU, James Walsh, lo calificó de “decisión brillante”. Lo mismo opinaron el FMI, BID, Banco Mundial, y los gobiernos europeos. La que se opuso fue la UIA, su presidente Osvaldo Rial declaró” hace 32 meses que tenemos recesión y estas medidas ahondan la depresión”. El flamante ministro no defraudó, anunció recortes de cuatro mil millones de dólares. Sobre todo en salud, asistencia social, economías regionales, y un recorte del 30% del presupuesto universitario. Eso fue pegarse un tiro en el pie porque la propia Franja Morada pidió la cabeza del ministro. También, para dar el ejemplo, propuso reducir un 30% la planta estatal. “Los recortes son duros, pero son la única alternativa” se defendía el duro López Murphy. De inmediato y como protesta renunciaron tres ministros del gabinete: Hugo Juri de educación, Fredy Storani de Interior: “No quiero ser el encargado de decirle a la policía que repriman” y Marcos Makón de desarrollo social. El rechazo fue generalizado, todos los gobernadores se opusieron. El 19 de marzo López Murphy fue despedido.
La hora de Domingo Cavallo
La Alianza estaba a la total deriva. Domingo Cavallo se autopercibia como el salvador, proponía parar con los ajustes y expandir la economía inyectando recursos: “Si hacemos bien las cosas en 2001 crecemos un 10%”. Logró entusiasmar a casi todos. Eduardo Bauza lanzó “Ha aparecido la luz”. Ruckauff “con Cavallo salimos de la crisis”. Todo el empresariado encabezado por Techint y Arcor lo festejaron, “Ahora nos van a venir a buscar para prestarnos plata”. El secretario del tesoro de los EEUU lo declaró “HEROE”. El pueblo argentino compró esa esperanza como quien se aferra a un salvavidas en medio del mar. Las encuestas le daban casi 60% a favor. Algunos ya lo postulaban como presidente 2003.
Y Cavallo, agrandado, pidió condiciones, SUPERPODERES, superministro. Era más que un ministro, era la figura política central, eclipso a De la Rúa. La Alianza había virado totalmente.
En el primer trimestre de 2001 se habían fugado 13 mil millones de dólares. El 72% de ese total era de las principales doscientas empresas que operaban en el mercado argentino.
Pero quedó claro que no conseguía financiamiento. Por eso empezó a proponer un Plan de Convertibilidad Ampliado con una canasta de monedas, no solo el dólar. Se empezó a notar que está improvisando. Quiso que se deje de hablar de devaluación. El FMI y el Banco Mundial salieron a criticar a Cavallo. El riesgo país se disparó por encima de los mil puntos. El paquete de monedas hizo correr la desconfianza. El héroe se resquebrajaba. En abril, los sondeos de opinión daban 68,9% en contra del gobierno. Cavallo cambio el tono y se volvió un riguroso fiscalista. La era de los ajustes siguió.
No hundirse era el objetivo. Generalizó el IVA, impuesto financiero y subieron las tarifas de luz, gas, teléfonos, cable, transportes, trenes. Recortes en la ANSES.
La Alianza agonizaba. Alfonsín y los cuadros radicales empezaron a criticar a Cavallo y buscaron poner límites. Terragno, Storani y Posse se fueron del gobierno y buscaron formar un polo con los gobernadores. Situación difícil de los gobernadores. Igual le pasaba a los gobernadores peronistas. Muchos como Reuteman, De la Sota, y Ruckauff también aplicaron ajustes.
En Julio, Menem es arrestado por la venta de armas a Croacia. Surge el MPA, Movimiento Productivo Argentino presidido por Duhalde y seguido por Alfonsín y De Mendiguren de la UIA. Crecen las voces para salir de la Convertibilidad, pero ya parece muy tarde para que sea indoloro.
La ley de déficit 0 fue votada y fue el último apoyo del PJ. El Megacanje incluyó 32.000 millones de dólares. Pareció un alivio y no duró nada. Se leyó como la señal del fin.
El ministro de salud Héctor Lombardo dice que el presidente tiene arterioesclerosis. La imagen presidencial está herida de muerte. En un intento de revertirlo visita el programa Videomatch conducido por Marcelo Tinelli, no podía salir peor. Se transforma en una caricatura.
El secretario del tesoro EEUU, Paul O´Neill, dice “nadie los obligó a ser como son”, “No vamos a gastar el dinero de los plomeros y carpinteros norteamericanos”.
Surgen monedas provinciales en claro síntoma de un país que se disgrega: los Lecops, Patacones, Lecor y el BOFE. Cavallo hace una gira europea en junio y vuelve con las manos vacías.
El 9 de julio Día de la Independencia, De la Rua anuncia que nos vamos a liberar, llamó a hacer un esfuerzo patriótico y propuso un recorte de 3000 millones de dólares, déficit 0 y un descuento salarial para toda la administración pública del 13%. Era el séptimo ajuste en 19 meses.
El 11 de septiembre derriban las Torres gemelas en Nueva York.
Elecciones 2001, se crea el Movimiento 501, alejarse a más de 500 kilómetros del lugar de votación para no tener que hacerlo. El peronismo obtiene el 38,5% de los votos, la Alianza el 22% ALIANZA y languidece, pero el dato central es el descontento hacia la clase política en general que se plasmó en el alto nivel de votos en blanco o anulados (23,99%) y una relativamente alta abstención (24,53%) generando que solo el 57,37% del padrón electoral emitiera votos positivos.
El corralito
Los tiempos se aceleran. Gran parte de la población se encontraba endeudada en dólares y un sector de ahorristas buscaba sacar sus dólares del banco. Producto de la corrida bancaria, el Gobierno decretó un feriado bancario y cambiario estableciendo que sólo se pagarían sueldos y jubilaciones. Pasada esta medida, y frente a la no respuesta de los bancos ni el respaldo del Banco Central, el presidente De la Rúa en conjunto con Cavallo dispone el corralito el 2 de diciembre de 2001. Banqueros, financistas y contactos del poder político llegaron a tiempo a retirar sus depósitos.
La CGT realiza con contundencia el séptimo paro general frente al gobierno de De la Rúa con el impacto del corralito como telón de fondo. La gente no tiene palta y está desesperada. Millones de personas acuden a los clubes del trueque. Se cambian chucherías por comida, clases de guitarra por pan. Los piqueteros no solo cortan rutas, organizan la indigencia, los comedores populares no dan abasto.
“El gobierno estudia no pagar los aguinaldos en 2002”. Siguen apretando el torniquete. En las puertas de los bancos se desarrolla la ciudad de la furia, los ahorristas piden su dinero. Lo necesitan, no saben si alguna vez lo van a recuperar.
El final: Saqueos, protesta y represión
El 19 de diciembre por todo el país hay saqueos a supermercados, hay escenas de violencia y represión policial con plomo. Por la noche, De la Rua anuncia el estado de sitio creyendo que con eso impondrá autoridad. Fue el bombero loco que quiso apagar un incendio con nafta y se fue en helicóptero huyendo de la Argentina en llamas.