En la tapa del disco, una rosa empieza a marchitarse sobre una superficie, mientras un trozo de vidrio la aplasta perpendicularmente. La atmósfera parece cargada de humo, aunque quizá sea niebla. Y entonces la música empieza a salir por los parlantes: una guitarra acústica tira algunos acordes que quedan resonando, muy en el fondo se escuchan algunos sonidos callejeros. De repente alguien silba. Y así se construye la primera parte del EP In Virus Times, con el que Lee Ranaldo logró condensar algunas de sus sensaciones (compartidas por buena parte del planeta) durante los primeros tiempos de la pandemia y los últimos de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos.

Incertidumbre, ansiedad, incredulidad, encierro: todo reflejado en cuatro piezas instrumentales con las que el ex Sonic Youth se encontró improvisando en una habitación de su casa. La misma desde la que ahora le dice a Página/12 que no tuvo medias tintas con el título del EP (En tiempos del virus, en español) porque así se sentía durante el momento en el que lo grabó: "No creo que hubiese podido hacer este disco en otro momento y tiene que ver con el modo en el que todo se dio hasta hacer estas grabaciones. Mi álbum Names of North End Women, en colaboración con (el músico y productor español) Raül Refree, salió en febrero de 2020, y teníamos todo un año planeado de giras y conciertos experimentales, pero después todo eso se cayó con la pandemia. Fue un momento tan extraño que dejé de hacer música durante varios meses. Ni siquiera agarraba la guitarra, no hacía nada. Y cuando empecé a hacer las grabaciones que se convirtieron en este disco había pasado tanto tiempo que sentí como si tomara la guitarra por primera vez, en cierto sentido".

Sentado con una acústica, Ranaldo se puso a hacer sonar las cuerdas y escucharlas vibrar. "Nada de adornos, todo muy básico", recuerda. "Era como volver a aprender a tocar el instrumento. Y también se sentía la influencia de lo que estaba pasando: gente que se enfermaba, que moría, las calles vacías, todo el mundo encerrado en sus casas o departamentos, una increíble ansiedad por el virus y, en Estados Unidos, por Donald Trump, las elecciones... Fue un momento muy extraño. Mentalmente fue un momento como ningún otro en cuanto a la ansiedad que se producía en muchos niveles diferentes. Y yo ni siquiera planeé hacer un disco, no tenía ni idea de eso, simplemente era la primera vez que tocaba la guitarra en seis meses. Toqué un par de cosas que me gustaron, entonces pensé en poner un par de micrófonos y hacer una buena grabación de eso. Grabé unos 90 minutos de música, simplemente tocando la guitarra, haciendo variaciones sobre los temas que están en el disco. Y después pasé los siguientes tres meses dándole forma, editándolo, tratando de estructurarlo y de darme cuenta de qué forma convertir esto que había grabado en una pieza musical real, que tuviera un aspecto conciso. Pero incluso en ese momento era casi como un ejercicio: quería darle forma a esa larga grabación que había hecho, no pensaba en que fuera un disco hasta que tuve la mayor parte terminada".

Ranaldo pensaba publicarlo a través de algún sello chico, como el de un amigo suyo que se especializa en discos de solo guitarra acústica, pero Mute Records (que publica sus álbumes de canciones) se entusiasmó con el EP: "Les gustó mucho, estaban entusiasmados por el disco y tenían algunas ideas sobre cómo hacer el vinilo, de color, con la música de un lado y un grabado en el lado B, un póster... Tuvieron algunas ideas muy inspiradoras sobre cómo presentar esta música y me alegró mucho de que respondieran así, aunque también estaba un poco sorprendido. Así que fue casi un disco accidental: hice estas grabaciones y tomaron vida propia. Siento que fueron las grabaciones más naturales que haya hecho alguna vez, porque no tenía planes ni agenda".

Durante esos seis meses en los que ni siquiera agarró la guitarra, Ranaldo hizo un video para su versión de "Isolation", de John Lennon, con imágenes que le mandaban otras personas de todo el mundo. "Los de todos eran iguales: calles vacías, personas sentadas solas en sus casas...", dice. "Era como si todo el mundo estuviera pasando por lo mismo al mismo tiempo. Eso es algo inusual, no sucede muy a menudo". Lo que sí agarró el músico fueron lápices y pinceles. "Leah (Singer, artistas visual), mi mujer, traía flores a casa para poner en nuestra mesa, porque estábamos encerrados y lo único que hacíamos era escuchar radio o ver televisión, o hablar de Trump o del virus, de lo que estaba pasando. Entonces empecé a dibujar estas flores, primero cuando llegaban a casa en su mejor momento, y un par de días después empezaban a morir y las dibujaba así, y luego también cuando estaban muertas y secas. De algún modo, siento que cuando empecé a hacer estas grabaciones hice lo mismo con el sonido. Me puse a tocar estos acordes y a escucharlos florecer, desvanecerse y desaparecer en la habitación, y luego lo mismo con otro acorde. Se sintió muy básico y primitivo, como un camino para volver a tocar la guitarra".

-Hablaste de que lo grabaste en "un tiempo sin movimiento". ¿Trataste de condensar eso en las grabaciones?

-Supongo que sí. Hacía mucho que no tocaba y de repente volví a sentir interés por agarrar la guitarra. En cierto sentido, el disco tampoco tiene movimiento: es repetitivo, las cosas suceden muy lento...

-¿Cambiaron mucho tus sensaciones cuando Trump finalmente dejó la Casa Blanca?

-Sí, cambiaron, aunque él todavía anda dando vueltas, es como una presencia de mierda tras bambalinas. Cuando fue elegido Biden, la gente de a poco comenzó a volver a su vida: apagó la televisión, dejó de prestarle atención muy cercana a los eventos de cada día. Sentíamos que al menos alguien con una perspectiva adulta estaba a cargo (risas). También fue el comienzo de empezar a sentir que podíamos hacer otras cosas. Yo podía volver a pensar en hacer música, planear la posibilidad de hacer algunos conciertos, cosas así. Fue una buena sensación, aunque todavía hay un resto de aquellos sentimientos dando vuelta. Todavía hay mucha derecha, aquí y en el resto del mundo, que es atemorizante y amenazante, pero no tanto desde que Trump se fue de la presidencia.

-Tus dibujos de flores marchitándose conectan con la tapa del EP. ¿Esa foto de Anna Paula Bogaciovas fue tomada a pedido tuyo o ya existía?

-Ella ya la había sacado. Ella vive en San Pablo y es amiga mía. Creo que es una fotógrafa increíble pero no es muy conocida. Hicimos algunas fotos juntos cuando estuve en Brasil y amo su trabajo. Ella hizo una serie de imágenes de flores con un vidrio roto o cosas así, y apenas las vi supe que tenían que ser la tapa del EP. Tenía que ver con el hecho de que yo estaba dibujando flores, entonces pensaba en esa imagen, pero también era el solo hecho de esa foto con el vidrio roto, la neblina, la flor muriendo... Parecía perfecta para el disco.

-Mientras avanza el EP, uno espera un final esperanzador, pero la cuarta pieza es la más oscura de todas...

-Lo es, lo es.

-¿Por qué la elegiste para el final?

-No lo sé. Cuando finalmente terminé de estructurar las diferentes secciones, lo más difícil fue entender en qué orden ponerlas. La primera tiene un poco de esperanza, hay algunos silbidos y otras cosas... Pero no sé, como todavía era el otoño (boreal) del año pasado y todavía no habíamos salido de ese momento -bueno, todavía no salimos, los casos volvieron a aumentar y hay protestas en Europa por las obligaciones y demás-, pero de algún modo me pareció que era la pieza correcta para terminar el disco. Esa pieza tiene una atmósfera fatalista y se siente como si todavía estuviéramos en un momento en el que todavía no se resolvió nada. En un sentido, la pieza no se resuelve hacia un final agradable y en parte es como me sentía en ese momento: todo esto aún no se resolvió.

-Algunos músicos no quieren publicar las canciones que compusieron durante la pandemia porque no quieren ser quienes le recuerden al público sobre estos tiempos. ¿Por qué vos tomaste otra postura?

-Creo que estos tiempos van a ser difíciles de olvidar, pero conozco a mucha gente -especialmente la que no pudo trabajar y cosas así- que simplemente quiere borrar este año y medio de su memoria, continuar donde dejaron las cosas en febrero de 2020. Muchos músicos simplemente quieren volver a salir de gira y hacer de cuenta de que nunca pasó nada. Para mí es justo al revés: cuando termine todo esto y podamos dejar de pensar en vacunas y demás, quiero sentir un renacimiento. No quiero volver a lo de antes ni borrar u olvidar todo lo que pasó, quiero avanzar manteniendo todo esto en mi memoria. Para avanzar quiero intentar muchas cosas diferentes, no volver a donde estaba hace dos años: "ok, juntemos a la banda, vayamos de gira, toquemos de nuevo las viejas canciones". No sé cómo se puede avanzar sin tener la perspectiva radicalmente alterada por todo lo que sucedió en el último año y medio. No puedo dejar de pensar en algo que pasó al principio de la pandemia: en un momento empecé a leer sobre pandemias anteriores, de hace cien años o de la Edad Media. Tuve el sentimiento de que estas serán las nuevas guerras que deberemos pelear en el siglo XXI. Esta es la primera, pero no puedo imaginar que vaya a ser la última vez que tenemos una pandemia global. Con el modo en el que la gente se mueve hoy por todo el planeta, es imposible mantener una enfermedad contenida: siento que esto es casi el ensayo para lo que va a venir. Es un momento de gran desafío para la humanidad y, ¿por qué vamos a querer olvidar que sucedió? ¿Cómo vamos a querer olvidar que hubo una toma al Capitolio, que Trump básicamente trató de destruir la democracia en nuestro país? Y no es solo Trump: tenés a Bolsonaro, a toda la derecha en todo el mundo, dictadores que están en ascenso, estupideces como la supremacía blanca... Es realmente un momento para reevaluar todo esto y creo que la pandemia fue una prueba de que necesitamos nuevas estrategias.


-Cuando Sonic Youth se separó después de más de treinta años de carrera tuviste que emprender un nuevo comienzo, ahora otro. ¿Eso te estimula o te abruma?

-¡Me estimula muchísimo! Es buenísimo tener ese primer comienzo cuando sos joven, como cuando empezó Sonic Youth: todo era flamante. Pero después de todo este tiempo, todavía estar haciendo arte, música, y sentir una revitalización... Creo que algunos artistas, cuando llegan a mi edad y vienen haciendo algo durante muchos años, pierden la chispa, esa cualidad especial, y caen en repetir lo que habían hecho antes. Yo adoro sentir que hay una renovación todo el tiempo, nuevas ideas que aparecen. Eso me resulta inspirador.

-¿Vas a hacer esa gira que te impidió la pandemia o estás pensando en un nuevo álbum de canciones antes?

-Estoy pensando en hacer música nueva y grabarla, pero creo que mi actitud respecto a salir de gira ha cambiado. Quiero hacer menos conciertos y que sean más especiales, más únicos, en lugar de salir de gira con un disco nuevo y tocar el mismo set cada noche en diferentes ciudades. Cada uno de mis últimos cuatro conciertos fue completamente diferente: hice uno en el que toqué las canciones del disco, otro con un ensamble de seis músicos tocando una composición larga que hice antes de la pandemia, otro tocando un instrumento futurista italiano de 1913 que fue vuelto a construir hace diez años... Creo que quiero explorar diferentes cosas y hacer que cada presentación sea más sorprendente, más individual. Ya veremos... Estoy en una situación interesante porque con mi colaborador Raül Refree estamos pensando en hacer más cosas: vamos a hacer un concierto en Francia en enero y vamos a pasar una semana tratando de desarrollar algunas ideas nuevas. Pero no vamos a tocar lo viejo, vamos a empezar a escribir y a saltar a cosas nuevas. Estoy un poco en eso. Siento que en este momento de mi vida quiero explorar tantas ideas como pueda.

-Hablando de exploraciones, Thurston Moore y vos le dieron nueva forma a la guitarra de rock con Sonic Youth en los 80 y los 90. ¿Todavía hay más espacio para la exploración del instrumento? ¿Cuán a menudo encontrás nuevos sonidos o resonancias cuando tocás?

-Creo que sí hay espacio. Siempre dijimos que el instrumento no tenía límites y todavía pienso lo mismo. Hay muchísimas cosas que se pueden hacer con la guitarra. Por supuesto, la mayor parte de los guitarristas caen en tocar en un modo estandarizado, pero siempre hay gente experimentando y haciendo cosas interesantes. Creo que el instrumento en sí tiene toneladas de potencial. Cada tanto, la guitarra entra como en recesión y se escuchan otros instrumentos: electrónica, beats de hip hop, lo que sea. Pero la guitarra siempre regresa con cosas nuevas y sorprendentes. A veces hace falta pasar por un período tranquilo en el que la gente ni siquiera le preste atención a la guitarra y entonces vuelve a suceder.

-Raül produjo el primer disco de Rosalía, vos tocaste hace poco con Charly XCX. ¿Sentís alguna conexión con el mainstream actual?

-Seguro. Mis hijos tienen 20 y 22, así que constantemente están trayendo cosas nuevas a la casa. Y además, por mí mismo siempre estoy interesado en qué es contemporáneo, en qué está pasando. Escucho todo, desde material noise muy extraño y oscuro hasta Kanye, Billie Eilish o lo que esté pasando. Este es un momento muy interesante porque mucho del material moderno, especialmente en lo que tiene que ver con el hip hop, es lo más radical en término de producción. Es música mainstream, pero igual cuando escuchás algunos de esos discos te das cuenta del nivel de la producción. Cuando estábamos haciendo Daydream Nation con Sonic Youth, estábamos en el mismo estudio que Public Enemy, que estaban haciendo los backing tracks de The Bomb Squad, y era algo muy radical: collage, sampleo, todo eso. Y nosotros estábamos muy interesado en eso porque nos parecía que era de la música más radical que se estaba creando. Si escucho un track de Kanye, de Kendrick o de quien sea, son de lo más radical que hay en cuanto a sonido. Es muy interesante, porque por lo general lo más radical está en la periferia, pero ahora está entre lo más popular.

Sonic Youth

Los guardianes de un legado

Sonic Youth dio su primero concierto en junio de 1981, en Nueva York, y el último en noviembre de 2011 en San Pablo, Brasil.  En medio, la banda cambió la percepción de la guitarra eléctrica en un contexto rockero, con afinaciones extrañas y el ataque a todo el instrumento con objetos como palillos de batería o taladros. El cuarteto liderado por Thurston Moore, que completaban Kim Gordon, Ranaldo y Steve Shelley, fue también influencia crucial para el rock alternativo de los '90, con Nirvana a la cabeza.

"Sonic Youth ha estado parado por unos diez años, pero aún así para nosotros cuatro es algo que todavía sigue vivo, que continúa", afirma Ranaldo. "Tenemos un archivo enorme y sacamos grabaciones viejas, nos piden usar las canciones para películas, otros artistas nos citan como inspiración o cosas así... Aunque no estamos haciendo música nueva juntos o tocando, la banda tiene un enorme legado. Fue una parte enorme de nuestras vidas durante treinta años y en algún sentido nunca va a terminar para nosotros. Que alguna vez vayamos a volver a trabajar juntos es casi irrelevante: hoy somos los guardianes de ese legado. Quizá Thurston y Kim ya no sean amigos, pero todos hablamos... Y está bueno ver que cada uno progresa como artista y que nuestro impulso creativo no terminó cuando se separó Sonic Youth".

-¿Les llegan ofertas locas para reunirse?

-Sí, ha sucedido algunas veces. Hasta ahora lo hemos resistido (se ríe). Sonic Youth nunca fue una banda que basara sus decisiones en el dinero. Sí, nos han ofrecido cifras realmente delirantes para hacer shows. Si llega a suceder en algún momento, será por alguna motivación interna nuestra, pero no vamos a saltar por el aro sólo porque alguien nos muestre un cheque de un millón de dólares o lo que fuera.