La amplia victoria de Gabriel Boric pavimenta el camino que los chilenos comenzaron a transitar con el estallido social de 2019. Su proyecto de gobierno plantea avanzar en conjunto con el proceso constituyente, a diferencia de José Antonio Kast, quien proponía mantener la carta magna de 1980, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.
Con el estallido de octubre de hace dos años, millones de chilenos salieron a las calles a reclamar más derechos sociales, políticos y económicos. Esa gran movilización que puso en jaque al gobierno de Sebastián Piñera --y que reprimió salvajemente- tuvo como corolario un acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que dio origen al proceso constituyente inédito en el país vecino y que terminará a fines de 2022.
Parecía, entonces, un grave retroceso que un candidato de ultraderecha tuviera chances de llegar a La Moneda y pudiera profundizar un modelo de desigualdad tan ponderado por la prensa hegemónica. Por fortuna lo impidió la participación récord en esta segunda vuelta, pese al voto no obligatorio.
Doris González, vocera de Boric, señala a PáginaI12 que el presidente electo “va ayudar a empujar el proceso constituyente, que hoy se despliega en diferentes regiones del país, con la participación ciudadana. Es fundamental para que Chile pueda tener una constitución democrática y de cara al pueblo”.
Es que la sola existencia de la Convención Constituyente, presidida por una líder mapuche, con igual representación de hombres y mujeres, es un impulso para un liderazgo favorable a las transformaciones que necesita Chile. Una demanda que empezó antes del estallido, con las enormes manifestaciones estudiantiles de las que Boric fue parte. Entre esas demandas figura un cambio en el sistema privado de pensiones, las AFP. Doris González afirma que “va a ser un proceso de transición, no se va a acabar inmediatamente con las AFP. La derecha llegó a decir que se les va a expropiar los fondos a las personas, hubo mucha desinformación".
La agenda de Apruebo Dignidad también se centra en el acceso a la educación superior, la mejora del salario de los trabajadores, una reforma tributaria con un impuesto a los súper ricos. El proceso de la Constituyente representa un espacio de construcción de un horizonte para el país, con perspectiva a la largo plazo; por eso es protagonista de este capítulo que comienza.
La derecha reaccionaria que puja en América latina esperaba sumar un peldaño en Chile. El tándem con Bolsonaro habría significado una pinza amenazante para la región. Afortunadamente, no pudo.