Los rusos, siempre los rusos. Pero los que rescata del pasado la notable compilación Cosmismo ruso, publicada recientemente por el sello Caja Negra, escapan del canon. Lejos de la literatura y la filosofía de ese origen que mayoritariamente llegó a nuestras manos, los autores reunidos y comentados por el crítico y teórico de los medios Boris Groys presentan una insólita respuesta rusa a la crisis de las religiones y el nihilismo. "¡Inmortalidad para todos!", "¡Nuestra tarea es la resurrección de los muertos!", "¡La sociedad comunista debe ser también interplanetaria!" son algunas de las consignas que sintetizan el programa de acción de un movimiento heterogéneo y heterodoxo, integrado por anarquistas radicales, activistas revolucionarios, poetas afines a lo oculto, novelistas utópicos y pioneros de la astronáutica. 

Estos autores --aparecen los nombres de Nikolái Fiodorov, Alexander Bogdanov, Alexander Svyatogor, Valerian Muraviov, Konstantín Tsiolkovski y Alexander Chizhevski-- abarcaron un período comprendido entre fines del Siglo XIX y 1928. Desde la intelligentzia, los unía la utopía de emanciparse de las limitaciones de la naturaleza. Un mismo espíritu prometeico que disparaba la idea de crear un nuevo mundo liberado de sufrimientos. 

Se trata, en casi todos los casos, de textos condenados al olvido durante años. Quizás durante mucho tiempo quedaron fuera de órbita, hasta que la actualidad --con la agenda de los ideólogos de Silicon Valley y con corrientes de pensamiento como el posthumanismo y el ciberfeminismo-- los vuelve nuevamente relevantes. La utopía de los cosmistas rusos contemplaba la interplanetariedad: después de superar los límites temporales de la vida (pronosticaban que el progreso tecnológico convertiría a la muerte en un lujo innecesario) el ser humano estaría en condiciones de romper las ataduras espaciales y expandir su revolución por todo el universo. El extraordinario prólogo de Martín Baña y Alejandro Galliano pone en contexto estos textos y a estos autores, que invitan a ser leídos con placer y avidez en estos desangelados años del Siglo XXI.