El 20 de diciembre de 2001, Eduardo "Wado" De Pedro se salvó de la muerte. Y no era la primera vez. En octubre de 1978, cuando tenía casi dos años, su mamá lo puso en la bañadera y lo defendió con su cuerpo de la patota del Ejército, la Policía Federal, la Gendarmería y el Servicio Penitenciario que entró a su casa y la asesinó. A su padre lo habían matado un año antes. En 2001, Wado tenía 25 años y repartía su tiempo entre la carrera de Derecho y la militancia en la Universidad, en HIJOS y en el Sindicato de Judiciales. El 19 de diciembre, fue a Plaza de Mayo cuando supo que habían declarado el Estado de Sitio. Como a muchos, el intento de prohibir las protestas fue lo que lo convocó frente a la Casa Rosada. El 20, como a muchos, fue la represión a las Madres de Plaza de Mayo lo que lo movilizó. Terminó en un patrullero, golpeado, picaneado y amenazado de muerte. 

Hoy, con años de gestión y experiencia en articulación política, cree que Fernando De la Rúa podría haber evitado el desastre que lo llevó a irse en helicóptero si le hubiera hecho caso a Néstor Kirchner: “Hay un discurso de Néstor en el que le dice a De la Rúa: ´póngase al frente de la sociedad, que la sociedad lo va a acompañar, haga lo que tiene que hacer, lo que dijo en la campaña, que la sociedad lo va a acompañar´. Pero acá vimos a un presidente que gobierna en torno al establishment y no a las necesidades de la gente. Hay un punto donde la gente te deja de apoyar y se produce lo que pasó”.

El 20 de diciembre de 2001 Wado no pudo llegar hasta la Pirámide, donde las Madres estaban siendo reprimidas por la policía montada con gases y caballos. Frente a la Catedral, lo agarró la policía. Cuando quisieron meterlo en un patrullero, escapó y siguió el protocolo: gritar su nombre. En medio del tumulto y la confusión vio a un fotógrafo que conocía, Damian Neustadt, y volvió a gritar: “Soy Wado, soy de HIJOS”. 

Los policías de la Federal lo recapturaron. La mención a la agrupación que reúne a los hijos e hijas de víctimas de la última dictadura hizo que se ensañaran más aún. “Este es de HIJOS, lo vamos a matar”, decían. “Terminé en el piso, con un par de caballos muy cerca, la policía llevándome. Me vuelven a meter en el patrullero y me empiezan a pegar bastonazos. Para que entre al patrullero me ponen electricidad. En el patrullero, se me pone un policía de cada lado y me dan con el bastón en la cintura. El que manejaba se daba vuelta y me pegaba con el codo”, cuenta el ministro de Interior en su despacho a exactos 20 años de los hechos y a pocos metros de dónde todo eso sucedió. 

Como el conductor estaba ocupado con los golpes, el patrullero chocó. Si eso no hubiera pasado, la historia de Wado podría haber sido otra: ya le habían sacado el teléfono y el DNI. Al lugar llegó una ambulancia y los policías no tuvieron más remedio que conceder que llevaran al detenido al Hospital Argerich. Allí, la ayuda de los médicos fue crucial para conseguir el tiempo necesario para que los habeas corpus presentados fueran respondidos y la Justicia ordenara su liberación.

El relato de la detención y los golpes 

--¿En qué momento y por qué fuiste para la plaza de Mayo en las protestas del 19 y 20 de diciembre de 2001?

--El 19 estaba con mis compañeros de militancia universitaria en un plenario cuando vimos que habían declarado el estado de sitio y vinimos a la Plaza. Muchos sectores de la sociedad venían teniendo pequeñas o grandes manifestaciones en oposición a la continuidad de las políticas de Menem o a nuevas políticas, como el recorte del presupuesto universitario que hizo Ricardo López Murphy, la baja de los sueldos del sector público y las jubilaciones que hizo Patricia Bullrich. Hay muchos funcionarios que fueron parte de la primera Alianza que lo son de la segunda.

--¿Habías caceroleado los días previos o el detonante fue el Estado de sitio?

Venía participando desde los 90 en cada una de las manifestaciones de resistencia a las políticas que iban en contra de la producción nacional, del empleo y la represión, en HIJOS, en el MTA, en la militancia universitaria.

--¿Qué recordás del momento de la detención?

El 20, un compañero de la facultad me llama y me dice que estaban reprimiendo a las Madres. Yo tenía que ir a la Cámara Electoral, pero voy a la plaza a intentar defenderlas de la policía. No pude acceder. De repente un escuadrón de motoqueros y cuatriciclos de la policía federal me saca el bolso que tenía, me detienen enfrente de la Catedral, en Diagonal y me meten en el patrullero. Logro escapar del patrullero, corro hacia donde estaban las Madres y siento golpes por todos lados. Termino en el piso, con un par de caballos muy cerca, la policía llevándome. Me vuelven a meter en el patrullero y me empiezan a pegar bastonazos. Para que entre al patrullero me ponen electricidad. En el patrullero, se me pone un policía de cada lado y me dan con el bastón en la cintura. El que manejaba se daba vuelta y me pegaba con el codo, me tenían de los pelos para que el que manejaba pudiera pegarme. Como yo dije que era Wado de Hijos a un fotógrafo que conocía para que llame a los organismos de derechos humanos, los policías decían “este es de HIJOS, lo vamos a matar”.

--¿Creíste que te podían matar?

Estaban en eso. Yo sentía cada uno de los golpes, cada una de las amenazas. Además, me sacan el teléfono y el DNI, eso está en la nota que sale en Página/12 en ese momento. Tenía miedo, la verdad es que estaba sacados, sacados mal. Y después, cuando me llevan al hospital, me querían sacar del hospital rápido.

--¿Militabas en HIJOS, había una reminiscencia respecto de lo que les había pasado a tus padres?

Militaba en HIJOS. Las actividades de HIJOS eran reprimidas por la policía. También escrachamos a policías en funciones. Recuerdo un escrache a (Basilio Benito) Pertiné, el hermano de la mujer de De la Rúa, que era militar. En ese escrache, nosotros lo denunciamos, nos habían hecho inteligencia, nos habían mandado un sobre por medio de Rafael Bielsa, con documentación de inteligencia que habían hecho sobre nosotros sobre la actividad de Pertiné.

--¿En el momento en que te lleva la policía te vino a la cabeza el recuerdo de tus padres?

--Permanentemente. Sí. Les pedía fuerza a mis viejos.

--¿Era la primera vez que te arrestaban?

--No era la primera vez que fui reprimido. Cuando reprimían al MTA, las manifestaciones universitarias. Pero sí fue la primera vez que me llevó la policía.


La crisis, el estallido social y el recuerdo de Kirchner 

--¿Viste venir la crisis? Perdón, no la crisis, el estallido social

--El estallido social no. La crisis sí. Veníamos de un proceso de agotamiento, de descreimiento. Veníamos de una defraudación electoral en el 99, que profundizó todo lo que estaba mal, profundizó el ajuste. Hizo el canje, el megacanje, el blindaje. Pero no veíamos venir el estallido y que se iba a ir el gobierno. Pero todas nuestras áreas de militancia, la sociedad, en los barrios en todos los sectores había un descontento generalizado, la gente no daba más. Cuando íbamos a los barrios y coordinábamos con los movimientos de trabajadores desocupados veíamos una situación límite.

--Con la experiencia en la gestión que tenés ahora ¿crees que el Gobierno podría haber evitado el estallido social y la renuncia?

--Hay un discurso de Néstor Kirchner muy interesante que le dice a De la Rúa: “póngase al frente de la sociedad que la sociedad lo va a acompañar, haga lo que tiene que hacer, lo que dijo en la campaña, que la sociedad lo va a acompañar”. Acá volvimos a ver un presidente que gobierna en torno al establishment y no a las necesidades de la gente. Hay un punto donde la gente te deja de apoyar y se produce lo que pasó.

--¿El kirchnerismo podría haber existido sin el 2001?

--Sí, pero no en el 2003. El 2001 anticipó el plan de Kirchner. En un discurso de Kirchner cuando era intendente ya decía “no vamos a parar hasta llegar a la Casa Rosada”. Ya había un proyecto nacional. 

20 años para atrás y 20 años para adelante

--¿Hace 20 años cómo te imaginabas a vos dentro de 20 años?

--Siempre me imaginé participando de proyectos colectivos, de la construcción política en la Argentina. Nunca me imaginé en el Ejecutivo, sí discutiendo al lado de la gente el rumbo de la Argentina. Hace 20 años lo que veíamos de la política era todo negativo. Pero siempre le tuve mucha confianza a la militancia, a la experiencia de una generación que estaba muy cerca de la gente, que tenía experiencia sindical, en derechos humanos. Siempre tuve confianza en que íbamos a poder reconstruir el tejido social que rompió la dictadura militar y que íbamos a poder armar una fuerza política frentista, amplia para gobernar. Es cierto que Néstor nos incorpora más a lo institucional, nunca pensé que iba a ser tan rápido. Néstor generó esa confianza y el espacio para toda una generación que pasó de resistir a la construcción.

--¿Y cómo te ves ahora en 20 años?

--En el mismo lugar de concepción, confiando en una Argentina que pueda contener a los 50 millones de personas, confiando en nuestro pueblo, confiando en que vamos a tener de una vez por todas una Argentina en serio justa, con empleo para todos, con estabilidad, una Argentina más normal. Y voy a seguir del mismo lado, voy a seguir pensando lo mismo porque mis sueños todavía no están cumplidos.