Unas seis comunidades de Coronel Juan Solá (Morillo), en el norte de la provincia de Salta, en el departamento Rivadavia, uno de los más pobres del país y donde predominan habitantes del Pueblo Wichí, vienen explotando desde hace un par de años de manera controlada y sistemática el árbol de brea (Parkinsonia praecox) o Palo Verde, que crece en zonas áridas y semiáridas como árbol o arbusto y es parte del paisaje en el Chaco salteño. De su sabia se puede obtener la goma brea, un sustituto de la goma arábiga que tiene múltiples usos en la industria medicinal, cosmética, y como aditivo para productos comestibles, gaseosas y hasta para los vinos.
El proyecto inicial nació en los años 90, pero por problemas de comercialización y licencias fue muy difícil de sostener en el tiempo. Recién en 2013 logró, a través de una resolución, que la Comisión Nacional de Alimentos la incorporara como aditivo alimentario al Código Alimentario Argentino, aunque aún faltan otros reconocimientos como el de la ANMAT y el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Desde 2019, la Asociación Tepeyac, que trabaja desde hace décadas en la zona, con el acompañamiento de organismos nacionales como el INTA, y de personas interesadas en la temática, como Chris Van Dam, uno de los que primero trabajó en el proyecto a través de la Cooperación Técnica Alemana GTZ, retomaron la iniciativa que hoy le da trabajo a unas 90 familias wichí, mientras estudian cómo hacer para preservar la fauna autóctona y hacer crecer su producción.
El palo verde tiene la particularidad de exudar una goma que tiene las mismas particularidades que la goma arábiga, contó Van Dam a Salta/12. Ese producto hoy se importa desde Senegal y su mercado ha crecido a pasos agigantados convirtiéndose en un commodity muy codiciado a nivel mundial, “cada vez se le encuentran más usos en la industria alimenticia”, explicó Van Dam, sociólogo de profesión pero que dedicó su vida al estudio de las condiciones sociales de las comunidades indígenas y su mejoramiento. Hoy además maneja un negocio de comercio justo, VinculArte, a través del cual comercializan artesanía wichí.
La característica viscosante de la goma arábiga permite su utilización para postres, helados, gaseosas y hasta en los vinos, el 20% de lo que se importa va a su producción. Hoy dos bodegas salteñas están estudiando la posibilidad de probar su sustitución por goma brea, aunque para comercializarlo primero se necesitaría la aprobación del Instituto Nacional de Vitivinicultura. Por otro lado, pandemia mediante, son varios los especialistas médicos que aseguran que las características de esa brea sirven para combatir los efectos del coronavirus en el cuerpo.
“Encontramos cierta correspondencia entre las comunidades wichí y el proceso de cosecha de la goma brea porque ellos son recolectores cazadores”, detalló Van Dam. El proceso de recolección, que se da entre agosto y diciembre, los meses calurosos pero sin lluvias, implica recorrer el territorio marcando las ramas más gruesas del árbol con un machete, para en aproximadamente 15 días obtener la goma que exuda a través de las heridas en forma de lágrimas.
Si se tienen los cuidados pertinentes, la producción no implica la muerte del árbol, que podrá seguir cumpliendo sus funciones por años. Se estima que tienen un promedio de 20 años de vida. “A nosotros nos interesó porque les generaba un ingreso adicional a las comunidades sin modificar sus características”, acotó el sociólogo.
El principal objetivo del proyecto es que “el Estado logre visibilizarlos como actores económicos”. A su vez, a la preservación del bosque y su diversidad biológica “que podría ser fuente de generación de ingresos y trabajo digno a través de las especies forestales de la zona”. “¿Por qué existe un fondo especial del tabaco o del algodón y no para los productos forestales no maderables para que el pequeño productor pueda recibir un ingreso adicional y seguir trabajando?”, se preguntó Va Dam.
En un principio fueron tres las misiones productoras, Los Baldes, La Cortada y Pozo de Chañar, bajo la promesa de “que nosotros les compraríamos toda su producción”. Más tarde se sumaron Kilómetro 6, Capitán Pagé, y San Patricio, y lograron comercializar toda su producción con un único comprador, una empresa representante de una firma suiza “que se dedica a la producción de sabores para la industria alimenticia y farmacéutica”, y que se encuentra en Buenos Aires, contó Van Dam.
En el último año, pasaron de producir 700 kilos a 4.000, y a través de la colaboración de dos técnicos del INTA están realizando estudios para mejorar su producción. “(El palo verde) Puede crecer muy bien sobre suelos pobres, desertificados y recuperar el suelo, así que estamos convencidos que a través de proyectos de restauración forestal, la brea va a ser una especie importante, porque además captura carbono, lo que nos permitiría acceder a los mercados de bonos verdes”, añadió entusiasmado. “Una de las expectativas es que el gobernador nos reciba en algún momento y nos escuche para que pueda entender el valor y el potencial que este tipo de productos no maderables tiene para la región y quienes allí habitan”.
“Esto se tiene que convertir en política pública, porque tiene que ver con cómo manejar el ecosistema generando beneficios económicos y sociales a la vez”, culminó.
Hoy la Argentina importa goma arábiga por 3,5 millones de dólares anuales, por lo que el valor de la goma brea se incrementa si se piensa en lo que implicaría en materia de sustitución de importaciones, pero además para ganar en mercados regionales como Brasil, Uruguay o Chile.
La Asociación Tepeyac ya cuenta con la colaboración del Ministerio de Ambiente de Nación y además se presentaron en el Programa de Pequeñas Donaciones de Naciones Unidas (PPD) para seguir investigando y avanzando en su producción.
“Es parte de toda una estrategia que tenemos junto a otra gente para dar respuestas a las comunidades con un criterio de manejo de uso racional de los recursos del monte”, explicó Eduardo “Lalo” Bertea, integrante y uno de los referentes de Tepeyac junto a su pareja, Silvia.
Con Ambiente de Nación vienen trabajando proyectos encarados en ese sentido “para el uso sustentable, como, por ejemplo, para el cuidado del loro hablador o barranquero o la producción de la harina de algarroba”. También a través del Programa Social de Bosques (PROSOBO) y el de Uso Sustentable de la Biodiversidad (USUBI).
Lalo y Silvia Bertea, al igual que Van Dam, subrayan que la resina de brea es muy interesante por varios motivos, porque significa un ahorro para el país sustituyendo importaciones de goma arábiga, pero también significa avanzar en un manejo racional del recurso, investigaciones que apuntan a su aprovechamiento y forestación de zonas de peladares y recuperar suelos, “además del aumento de ingresos para los que viven ahí”.
“Arrancamos con 36 familias y hoy son más de 90 las que hacen el aprovechamiento de los árboles de la zona y reciben un ingreso cada 15 días”, se explayó Silvia Bertea. Ese es el período que deben esperar entre que se realiza el corte en el árbol y el momento de la extracción de la resina, “pueden ganar entre $2.000 y hasta $30.000 por quincena de acuerdo a los kilos que extraigan”.
Justamente, por la expansión que tuvo comenzaron a realizar capacitaciones “para cuidar los árboles y hacer un uso racional de ese recurso”. La asociación recibe y acopia de mano de las comunidades el producto, y se encarga de despacharlo, vía Orán, a Buenos Aires, con las respectivas guías de transporte que emite la Secretaría de Ambiente de Salta.
“Lo que hace falta es ajustar todos los mecanismos de comercialización y permisos y para eso necesitamos un marco normativo que permita regular y asegurar esta comercialización y el apoyo en cuanto a inversión para seguir fomentando su producción de manera sustentable y no caer de la mono producción o el monocultivo, porque no podemos creer que solo vamos a vivir de la goma brea, sino que va a ser parte de esa diversidad”, aportó Eduardo.
Por último, destacó que este recurso, como otros que existen en el monte chaqueño, “significa que si bien la Argentina es reconocida como el granero del mundo, tiene una diversidad biológica, cultural y también geológica, puede ser una respuesta a carencias existentes, pero para eso tenemos que entender que se pueden producir otros productos no tradicionales que pueden dar respuesta a problemáticas serias del mundo como la salud, la alimentación y hasta la captura de carbono para dar respuestas al problema del cambio climático”.
La goma arabiga y Bin Laden
La explotación de la goma brea tiene una historia geopolítica muy importante para Senegal, Sudán y los países que la producen. En todos, quienes explotan ese producto son multinacionales poderosas de Francia o Alemania. Franceses e ingleses se enfrentaron por la goma arábiga en tiempos de la colonia, pues eran muchas las virtudes de esta savia insulsa e inodora utilizada en papelería, textil, pintura, tintas y confitería.
Uno de los que llegó a manejar su monopolio en Sudán fue el señalado, y por eso asesinado por los Estados Unidos, como el autor intelectual del atentado del 11 de septiembre del 2001, Osama Bin Laden.
Hijo de una familia acaudalada de Arabia Saudita, su padre era un constructor que había hecho fortuna abriendo carreteras en Oriente Medio y en África. Además de dominar un 20 por ciento del mercado inmobiliario saudí. De controlar desde 1980 diversas empresas en Suiza. Una vez que rompió relaciones con Arabia Saudí prosiguió con su actividad en Sudán. Allí fue que obtuvo el monopolio de la extracción y exportación de goma arábiga.
Tras su muerte, nada se supo de sus herederos y cómo se distribuyó esa fortuna. Sudán, que es el mayor productor mundial, a pesar de estar sometido a sanciones internacionales de todo tipo por haberlo albergado y encontrarse en la lista de países que albergan al terrorismo, el único producto que puede exportar es la goma arábiga, ya que entre otros grandes compradores, le vende a la Coca Cola y a Pepsi.