Se viene otra final por el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino. De los 35 equipos que compiten en la Primera Nacional, solo dos obtienen el ansiado objetivo de jugar en la Liga Profesional. El primer lugar ya lo consiguió Tigre y el otro boleto lo van a disputar Quilmes y Barracas Central (jugarán hoy a las 20.10 en cancha de Racing). Pero la previa al partido entre el Cervecero y El Guapo, esconde un poco la pelota y lo que cobra protagonismo es la incertidumbre. Más que goles bonitos, jugadas decorosas o competencia licita, lo que atraviesa el campo de juego son las polémicas. El antecedente mayor que enmarca este contexto, más allá de que las aguas se hayan calmado, se inicia en Barracas Central. Penales a favor mal cobrados (nueve en total), penales en contra no cobrados y el runrún de soborno a jugadores de Villa Dalmine por no darlo todo en aquel partido decisivo que depositó al equipo de Rodolfo de Paoli a la primera final que perdieron por 1-0 contra los de Victoria.

Tras aquella acusación, el Violeta quedó en el ojo de la tormenta y pese a que algunos de sus jugadores desmintieron tal situación, a principio de este mes, la Comisión Directiva del conjunto de Campana, decidió rescindir el contrato de 16 integrantes del plantel y todo siguió su curso. Siga, siga (Pancho Lamolina dixit). El show debe continuar. Más allá del engordado archivo de polémicas, Barracas va por una nueva oportunidad para escalar a Primera y hacer historia. Con la mente puesta en esta instancia, después de dejar sin chances a Almirante Brown en la semifinal del reducido, intentará darle una alegría al pueblo barraqueño y subirse a lo más alto del podio del fútbol profesional. Del otro lado espera Quilmes, que busca regresar a la categoría que mejor le sienta y a la que más veces ascendió (nueve ascensos a primera división). Pero el equipo que dirige Facundo Sava, también llega a este partido en la mira de todos y más que nada de su último rival: Ferro. La semana pasada los de Caballito se vieron perjudicados por un penal mal cobrado de Nicolás Lamolina (hijo de quien patentó el siga, siga) y se quedaron a un paso de llegar a la final.

“En la cancha, sentí que el arquero había salido con imprudencia y por eso sancioné penal, pero luego, viéndolo, me doy cuenta que es Anselmo el que golpea el cuerpo del arquero”, declaró Lamolina días después a TyC Sports, en busca de hacerse cargo del error. “Sentí una decepción tremenda, sobre todo porque mi búsqueda es la de la justicia deportiva. A la gente del fútbol, a la gente de bien, a la gente de Ferro Carril Oeste, que seguramente con esta decisión se sentirá muy a disgusto conmigo, pedirle las disculpas del caso”. Pero al equipo de Caballito no le bastó tal cosa y presentó una carta dirigida al presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio “Chiqui” Tapia, con un expreso pedido: que el partido con Quilmes se vuelva a jugar o que se habilite otra instancia de ascenso para los de Caballito.

“Se trata nada menos que de un resultado en instancias decisivas del torneo que no es fruto de la lid deportiva sino pura y exclusivamente de un yerro arbitral, reconocido públicamente por su propio autor por lo que solicitamos que en virtud del principio de deportividad y de integridad mencionado se disponga la reiteración del partido viciado”, dice uno de los pasajes de la carta que firmó el presidente de Ferro, Daniel Pandolfi. En medio de este clima de dudas y perdones, hay un partido, una final que espera por un ganador. El Cervecero agotó las 15 mil entradas que pusieron a su disposición y se entusiasma con un décimo ascenso a Primera. Las dos hinchadas transitan la ansiedad por el partido de hoy y a la orilla de la fanaticada, asoman las costuras de incertidumbres que no se pueden explicar: qué está pasando en el fútbol. Por qué las definiciones de los partidos cada vez se alejan más de las canchas y se disputan en grises escritorios.