Conocí a los nuevos “cabros”, como le dicen en Chile a los jóvenes, hace dos años, en Valparaíso. Estaban Jorge Sharp, alcalde de la ciudad –lo cual, por sí solo, ya era una gran novedad- Giorgio Jackson y Gabriel Boric, parlamentarios. De la larga cháchara, como le dicen en Chile a una conversación, con ellos, me quedaron muchas cosas. Dos en particular: que empezaba una nueva era en Chile y que aquellos cabros tenían mucha audacia. querían tomar el cielo por asalto, aunque no supieran todavía muy bien cómo hacerlo.
Dos años después uno de ellos, Gabriel, fue presidente de Chile. Si antes eran los cabros del MIR, ahora son los cabros del Frente Amplio. Un frente que hizo la critica de la política tradicional desde la izquierda, descontentos con la forma conservadora en que el Partido Socialista y la Democracia Cristiana condujeron a la salida de la dictadura pinochetista, manteniendo el modelo económico neoliberal, así como supervivencias de la viaje constitución pinochetista, como que el voto no sea obligatorio.
Es una generación que empezó a surgir en la política hace diez años, durante la crisis final del pinochetismo, con las grandes movilizaciones estudiantiles, de los llamados pinguinos, secundaristas, que desembocaron en las más grandes movilizaciones que Chile haya conocido. Que empezaron también con el protagonismo del movimiento estudiantil y desembocaron en la convocatoria de una Asamblea Constituyente con representación igualitaria entre hombres y mujeres y con representación especial de los mapuches. Y en las elecciones generales, para el Congreso y para la Asamblea Constituyente.
Boric polarizó en las elecciones presidenciales contra José Antonio Kast, que emergió como el líder de la otra gran novedad de la política chilena, la extrema derecha, una audacia no menor, dado que reivindica nada menos que a Pinochet, Trump y Bolsonaro.
Del resultado sorprendente de la primera vuelta, con Kast en primer lugar, con una ventaja de dos puntos sobre Boric, se llegó a la disputada y decisiva segunda vuelta. Que tuvo oscilaciones en las encuestas, pero que desde el comienzo mostró la recuperación de Boric, con los apoyos de otras fuerzas, entre ellas las del Partido Socialista y de la Democracia Cristiana.
La disputa no se dio solamente alrededor de los electores de otros partidos, como los de Parisi, el exótico candidato escapado a Estados Unidos. también fue alrededor del 53 por ciento que se abstuvo en la primera vuelta. Se logró que la abstención disminuyera a un 49 por ciento, uno de los factores que explican la victoria de Boric, porque la mayor parte de los que se habían abstenido estaban entre los más pobres y entre los jóvenes, público más sensible a las apelaciones del candidato de la izquierda.
La victoria de Boric se dio, finalmente, por una diferencia mas grande, diez puntos, con una porcentaje muy similar al del plebiscito nacional convocado por Pinochet en 1988, en el cual se rechazó la posibilidad de un nuevo mandato para el dictador, que saldría del gobierno dos años después.
Boric tendrá que ejercer de forma aun mas refinada el arte de hacer política, para poder tener un gobierno a la altura de las necesidades de Chile y las propuestas de campaña del mismo Boric. Para empezar, Boric anunció que seguirá en su gobierno la tradición inaugurada por la Asamblea Constituyente de paridad entre hombres y mujeres. Se especula que ministerios estratégicos, como el de economía, podrían ser ocupados por mujeres.
Su gobierno tendrá dos períodos, con un primero concomitante a la Asamblea Constituyente, hasta el referendo de inicios del segundo semestre del 2022, cuando los chilenos se pronunciarán sobre si están de acuerdo con la nueva Constitución. En ese primer período, Boric anunció que dará prioridad a una reforma tributaria con mayores impuestos sobre el 1,5 por ciento más rico de Chile. Otras reformas estructurales serán implementadas ya en el marco y adecuadas a la nueva constitución.
Boric tendrá que convivir con un Congreso y una Constituyente donde tendrá que construir mayorías, más estables en el segundo, más circunstanciales en el primero. Tendrá también que contar coN cuadros de otros partidos –incluso del Partido Socialista y de la Democracia Cristiana– para formar su gobierno.
Boric no tiene experiencia de gobierno, sólo fue presidente de la Federación de los Estudiantes de Chile, pero ya ha demostrado gran capacidad política a lo largo de la campaña electoral. En el mismo debate final con Kast tuvo un desempeño admirable, reflejado en las encuestas a su favor, como un factor decisivo de su victoria por una diferencia mayor de lo que las mismas encuestas preveían.
La victoria de Boric confirma que hay una nueva ola progresista en América Latina, de la que hacen parte México, Argentina, Bolivia, Perú y Honduras, a la cual se suma ahora Chile. Los próximos candidatos son Colombia y Brasil con el favoritismo de Gustavo Petro y de Lula en las elecciones de 2022. Se proyecta así una tercera década del siglo XXI muy favorable a la izquierda en América Latina.
Chile confirma su rol de laboratorio político del continente con el gobierno de Boric y la Asamblea Constituyente. Y confirma que la extrema derecha vino para quedarse en el continente. Su líder en Chile es Kast. Una polarización que seguirá en los próximos años en Chile, teniendo a Boric y a Kast como principales protagonistas.