Desde Santiago
Santiago amaneció tranquila, de cielo azul y noche larga. La victoria presidencial de Gabriel Boric, reconocida rápidamente por su contrincante José Antonio Kast, aplacó todo escenario de especulación, en un continente donde algunas elecciones presidenciales se volvieron terrenos de altas tensiones o desestabilización, como ocurrió, por ejemplo, en mayo de este año en Perú. El candidato electo brindó un discurso ante una avenida Alameda desbordada y luego se retiró para despertar temprano y comenzar a trabajar en lo que vendrá, que es mucho.
El nuevo gobierno asumirá internamente en un escenario de una fuerte movilización social de respaldo, elevada expectativa, paridad en el poder Legislativo, una derecha que demostró no tener inconveniente en nuclearse alrededor de un candidato pinochetista y que, puede anticiparse, buscará defender el modelo económico mantenido desde la dictadura de Augusto Pinochet. Será un escenario complejo, para lo cual Boric anunció en su discurso de victoria que irá “avanzando con pasos cortos, pero firmes”, en el marco de un “cambio de ciclo histórico”.
El nuevo presidente no dio nombres por el momento de quienes podrían ser los integrantes de su nuevo gobierno, en el marco de una campaña que fue realizada por una coalición política entre el Frente Amplio -su espacio- y el Partido Comunista, y donde, a su vez, se realizaron varios momentos de acercamiento con integrantes de la ex Concertación. Boric tiene un poco menos de tres meses para construir el gabinete y tomar posesión en lo que será una jornada histórica en el país: un mandatario de 36 años, exdirigente estudiantil, parlamentario, proveniente de una nueva generación política que ingresó en escena parar cuestionar el statu quo heredado desde la dictadura.
América latina
La expectativa interna, por parte de sectores de progresistas y de una parte importante de la izquierda, también tiene su correlato a nivel internacional, en particular en América Latina. La victoria de Boric cierra un 2021 marcado por las victorias de Pedro Castillo en Perú, y Xiomara Castro, en Honduras. El nuevo presidente de Chile suma así un tercer presidente de centro-izquierda en el continente este año, en el contexto de recuperación de fuerzas progresistas: el mapa continental es hoy muy diferente al que se encontró Andrés Manuel López Obrador al asumir la presidencia de México en 2018, o Alberto Fernández en Argentina al ganar en el 2019 en simultáneo con un golpe de Estado en Bolivia.
Ese crecimiento de gobiernos progresistas en el continente comenzó a tener su correlato de iniciativa de integración regional, por ejemplo, en la Cumbre de la CELAC realizada en México en septiembre pasado. La perspectiva de un gobierno de Boric visto desde esa óptica puede generar expectativa en cuanto a contar con un apoyo en la dirección integracionista. La declaración del senador Juan Ignacio Latorre, parte de Revolución Democrática al interior del Frente Amplio y encargado del área internacional en el comando de campaña de Boric, ya anticipó que: "queremos articular o ayudar a articular, porque tampoco va a ser algo solo de Gabriel, una coordinación mayor desde el sur de América Latina mirando al mundo, al Asia y a las potencias como China y Estados Unidos, pero con autonomía política".
Latorre, afirmó también estar “muy expectantes de todos los movimientos políticos que van a ocurrir en América Latina. El próximo año esperamos que Lula derrote a la extrema derecha (en Brasil), con (Gustavo) Petro en Colombia y que pueda haber una articulación de varios gobiernos progresistas". Las elecciones en ambos países, la primera en mayo, la segunda en octubre, serán decisivas en cuanto a la importancia de ambos países, económica, geopolítica y diplomática, en particular en el caso brasilero.
Boric, a diferencia de Fernández o López Obrador, se pondrá al frente de la presidencia de Chile en un momento de fortalecimiento de las fuerzas progresistas en cuanto a mapa de gobiernos, y de debilidad o desaparición de las iniciativas de las derechas, como el Grupo de Lima, creado en el 2017 en una política contra el gobierno de Nicolás Maduro, o Prosur, creado en el 2019 luego de que, de manera coordinada, los gobiernos de derecha de América del Sur hayan abandonado la Unasur.
¿Asumirá Chile un papel de liderazgo en ese escenario continental con potencialidad para avanzar en un fortalecimiento de instrumentos regionales? ¿O se mantendrá en un segundo plano? Dependerá seguramente del equilibrio entre su agenda de prioridades, concepciones, compromisos, fortalezas o debilidades internas. El caso de Perú, cuyo presidente asumió a fin de julio, evidenció que un escenario de fragilidades internas puede simultáneamente llevar a perder iniciativa en política exterior o tener que negociar de manera más marcada esa política.
Por el momento Latorre afirmó que la primera gira exterior de Boric “probablemente sea Argentina”, país para el cual la victoria de Boric significa la llegada de un gobierno de signo político cercano en su país vecino con salida al océano Pacífico. Por último, la victoria del nuevo presidente chileno es vista desde el progresismo latinoamericano, no solamente como una mayor posibilidad de construcción regional, sino también como una derrota de las fuerzas políticas de extrema derecha que, en los últimos tiempos han tenido crecimiento e iniciativa en varios países. La victoria de Boric es así la derrota de Kast, Jair Bolsonaro, Javier Milei, VOX, o Mario Vargas Llosa quien ha venido apoyando a candidatos sistemáticamente vencidos en las urnas.