“Siento que no cometí ningún delito, estoy seguro de haber obrado bien profesional y humanamente respecto de lo que se me solicitó”, aseguró el médico clínico Pedro Di Spagna, que hace más de un año trabajó como contratado para la internación domiciliaria durante la cual falleció Diego Armando Maradona. Indagado como el octavo imputado en la causa, Di Spagna negó haber tenido responsabilidad en la muerte del futbolista y apuntó contra otra de las imputadas, la médica coordinadora de la empresa de medicina prepaga Swiss Medical, Nancy Forlini, informaron hoy fuentes judiciales.

Di Spagna, de 48 años, declaró el lunes en la Fiscalía General de San Isidro ante los fiscales Cosme Iribarren, Patricio Ferrari y Laura Capra, en el marco de la causa en la que se investiga un presunto "homicidio con dolo eventual" de Maradona.

"Quiero agregar que siento que no cometí ningún delito, estoy seguro de haber obrado bien profesional y humanamente respecto de lo que se me solicitó. Si cometí un pecado es levantarme todos los días 6.30 de la mañana para trabajar", dijo el médico en su indagatoria. Di Spagna señaló, ademas, que se considera "un buen profesional" y que está mal anímicamente.

"Nunca pasé por una situación así. He tenido infinidad de llamadas de amigos dándome el apoyo. Y de pacientes también. Yo atiendo en un sanatorio y pedí que mis pacientes se los trasladarán a otro médico porque estoy muy preocupado, no duermo bien y no entiendo por qué estoy acá", agregó.

El médico y sus defensores, Facundo Perelli y Manuel Barros, aportaron a la causa unos audios de WhatsApp en los que la propia Forlini daba cuenta que era ella quien "ordenaba todo”. En esos registros, la médica le dijo que no concurriera nuevamente a la casa del barrio San Andrés de Tigre, donde sólo pudo ver al paciente en una oportunidad, el 12 de noviembre, porque el 18 concurrió pero no lo dejaron verlo. Di Spagna explicó que la persona que le comunicó en forma directa que Diego no quería ser atendido ese 18 de noviembre, una semana antes de su muerte, fue el principal imputado, el neurocirujano y médico de cabecera de Maradona, Leopoldo Luque.

"Luque nos dice que no íbamos a poder verlo, que no era el momento", aseguró Di Spagna. “Le dijimos que esperábamos todo lo que fuera necesario para atenderlo. Entró Giannina (Maradona) para convencerlo y salió diciendo que no había manera de entrar haciendo señas con las manos, que no quería ver a nadie”, detalló.

El médico Di Spagna había sido contratado para que hiciera el seguimiento de Maradona en la casa de Tigre por la empresa Medidom, la tercerizada en la que la prepaga Swiss Medical había delegado la atención del jugador en su internación domiciliaria.

El clínico, a quien al igual que al resto de los acusados se le prohibió la salida del país, está ligado al fútbol hace varios años ya que integra el cuerpo médico del Club Atlético Huracán e, incluso, participó en la elaboración de los protocolos de la Asociación del Fútbol Argentino para que vuelva la actividad futbolística en pandemia.

Los fiscales le reprochan haber visto a Maradona sólo una vez y no haber hecho un adecuado control clínico.