“Soy la garantía de que los fondos al fomento del cine están y seguirán estando”. La afirmación sale de la boca de Ralph Haiek, flamante presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Las palabras, que tiempo atrás hubieran pasado inadvertidas, hoy se resignifican tras la crisis institucional y política que atravesó el Instituto, luego de que una sugestiva denuncia mediática por “corrupción” derivara en la forzada renuncia de Alejandro Cacetta a la presidencia. Ante el temor de que fuera la primera estocada de un proceso que tuviera como objetivo final la reducción del dinero que el Incaa recauda para el Fondo de Cine, la reacción de la comunidad audiovisual fue tan contundente como homogénea: el Fondo no se toca. “Mi objetivo es ordenar, transparentar y modernizar el Incaa, porque eso significaría más y mejores películas, y más trabajo para todos los profesionales. A lo largo de mi carrera, siempre tuve una concepción de crecimiento y desarrollo. Nunca administré la escasez ni los despidos”, aclara Haiek.

De larga trayectoria en TV, donde pasó por la producción, la exhibición y también la formación, el hombre que hasta el conflicto se desempeñaba como vicepresidente recibe a PáginaI12 en el escaso momento libre que tiene por estos días. En etapa de reuniones con las distintas asociaciones que conforman la comunidad audiovisual, Haiek da su parecer sobre lo ocurrido y adelanta los objetivos de su gestión. “Espero que en el tiempo logre ser el presidente del consenso”, desea, ante la designación política al frente del Instituto. También señala que el concurso del que surgirá el nuevo rector de la Enerc, tras la renuncia de Pablo Rovito, estará listo en alrededor de 90 días. “La Enerc es una escuela de formación que viene trabajando muy bien. De hecho, nadie le pidió la renuncia al rector, cuyo mandato de todas maneras había caducado. La idea del nuevo concurso es que sea por proyecto, que no sea sólo pensado en administrar lo hecho. Si tenemos una escuela tan prestigiosa, que ya cuenta con cinco sedes en el interior, pensemos proyectos que sean capaces de ampliar la base de estudiantes, carreras y objetivos”, subraya. 

–¿Qué hay de real y qué de mediático en la denuncia?

–Se me explicó que la salida de Cacetta fue por la falta de reacción a la exigencia política.

–¿Cuál es esa agenda gubernamental?    

–La agenda del Gobierno es modernizar el Instituto y transparentar el manejo de los fondos. No es posible que sigamos con los expedientes analógicos. Está en agenda la aplicación electrónica de los expedientes. Lo que pasó es que hubo una lenta reacción política al pedido de transparentar el manejo de fondos. Eso es algo que yo activé desde el momento que asumí, la semana pasada, la presidencia.

–¿Pero hubo o no irregularidades administrativas?

–Hay denuncias que el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, elevó a la Oficina Anticorrupción. En la denuncia mediática se dijo que en el Enerc no se hicieron obras. Eso no es verdad.

–¿Desmiente que las obras no se hicieron?

–¿Cómo no lo voy a desmentir si las obras están a la vista? Cuando desde la OA me citaron y me puse al tanto de los hechos, ordené no sólo el apartamiento de los gerentes involucrados sino que di la orden al jefe de sumarios de que haga los sumarios correspondientes. Hay irregularidades administrativas.  

–¿Cómo cuáles?

–Como la de facturar por el máximo que el gerente podía firmar sin licitación, cuyo tope era de 250 mil pesos. En el mismo día, por ejemplo, hay cuatro facturas, con la sospecha de que sea para evitar la licitación. Es una sospecha de irregularidad administrativa, que seguirá su curso en la OA, mientras en el Instituto se abrieron sumarios que darán o no lugar a las denuncias correspondientes.

–Hay quienes sostienen que muchas veces la burocracia estatal es tan grande que, si se tiene que licitar todo, la gestión sería muy lenta y hasta imposible. ¿No puede haber sido una manera de dinamizar la gestión?

–Hay dos Incaa: el que aflora y es reconocido en todo el mundo por el fomento a la producción, y el que está en el supramundo. El prestigio internacional del Incaa, al que se lo ubica entre las principales cinco entidades nacionales de cine, está basado en el talento y la calidad de los profesionales audiovisuales y de mucha de la gente que trabaja en el Instituto. Eso se ve sobre la superficie. Obviamente, la burocracia que existe en el Incaa es un problema. Los trámites se demoran mucho. Lo que me llama la atención es que haya tanta vehemencia sobre la pelea porque estén los fondos, y la falta de esa vehemencia sobre el manejo que se hace de esos fondos. Todos tienen la misma queja sobre el Incaa.

–¿Cuál es?

–Que todo tarda, que nunca saben dónde está el trámite, que falta previsibilidad en los tiempos para que salgan los expedientes... Me llama la atención que no se manifiesten en las calles en contra de esa burocracia, que genera como subproducto la irregularidad administrativa. Como hay sospechas, estamos sumariando. Debo decir que hay una continua irregularidad administrativa en el tiempo. Acá hubo un método para las irregularidades, basado en la permanente burocracia, por la que nadie lucha. La misma industria que se queja de la burocracia del Incaa es la que, de alguna manera, no contribuyó a terminar con ella. 

–¿Pero cree que la reacción de la comunidad audiovisual fue exagerada?

–No. Lo que creo es que hay que saber diferenciar entre la forma en que tomó estado público la cuestión de fondo. Lo importante es modernizar, ordenar y transparentar el Incaa. Queremos que los productores sepan qué pasa con los trámites de sus películas, y que cualquier argentino sepa cómo se gasta el dinero en el Instituto. Porque la sospecha es que el dinero que se malgastaba en viajes, hoteles y remises es plata que no está yendo a las películas. Además de que la burocracia ralentiza los procesos, haciendo que la plata en el banco se desvalorice con la inflación. A veces pienso que puede existir cierto prejuicio respecto a no cambiar nada por miedo a perder lo que ya se tiene. En ninguna agenda del gobierno está la posibilidad de que se pierda algo de lo que ya se tiene.

–La comunidad audiovisual leyó que la salida de Cacetta era el primer paso de un proceso que avanzaba contra el Fondo de Fomento.

–El conflicto tuvo más que ver con la manera que con el fondo. La crisis tuvo más que ver con el ecosistema político actual, donde hay prejuicios de todos lados. Soy la garantía de que los fondos al fomento del cine están y seguirán estando. A lo largo de mi carrera, siempre fui un emprendedor. Nunca administré la escasez ni los despidos. Siempre tuve una buena relación con los sindicatos, porque siempre pensé en crear trabajo.

–¿No existe entonces, en el gobierno, ningún plan que exime a los cableoperadores, canales de TV y radios del gravamen que tributan y que forma parte del Fondo?

–No. Participé en muchas reuniones y, lejos de hablarse de disminuir los fondos, siempre se pensó la manera de ampliarlos. De hecho, está reglamentada en la Ley de Medios cobrarles a las señales extranjeras un 5 por ciento, pero como esos canales tienen sede en el exterior, la mirada está puesta en cómo se puede hacer al sistema de cable un agente de retención para aplicar ese artículo. También estamos pensando en qué hacer con las OTT extranjeras (plataformas y aplicaciones audiovisuales extranjeras), que no pagan ni AFIP. Es un debate que se da en el mundo y que también hay que dar aquí. Pueden ser buenas noticias para el cine.   

–La preocupación pasa por la nueva Ley de convergencia, de la que se desconoce su redacción. ¿No hubiera sido más sencillo hacer público el texto del proyecto para espantar fantasmas?

–Lo que pasa es que no está terminado. El Incaa se presentó ante la comisión redactora y siempre se habló de que quedaba todo igual. Incluso para el teatro y la música, y se sumaba el tema de las OTT. Pero todavía no hay un anteproyecto, apenas es un borrador.

–También se habló de que desde la salida de Cacetta la producción del Incaa había estado paralizada.

–La de cine es una industria que no se puede parar. Hay un circuito que siguió en marcha. Se priorizó que ninguna película se pare por esta situación. Pusimos el esfuerzo, y creo que lo logramos. Los únicos cambios que se hicieron fueron en el área administrativa, donde había sospechas.