No hubo una estructura montada desde la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) para hacer espionaje durante el gobierno de Mauricio Macri y, pese a que tareas ilegales hubo, éstas estuvieron en manos de espías que perseguían intereses personales. Ésa es la lectura posible del fallo que este martes firmó la Cámara Federal porteña por mayoría y que, en este momento, es música para los oídos de Mauricio Macri. El expresidente está procesado por la vigilancia ilegal a los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan y su principal interés está centrado en que la causa deje Dolores y pase a los tribunales de Comodoro Py. De lograrlo, ya sabe cuál es la posición de parte de la Cámara Federal porteña: hubo cuentapropismo, no una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal.
Los camaristas Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi fallaron en sintonía con lo que predicaba el macrismo. Farah, por el contrario, dijo que hubo una asociación ilícita y que había que preguntarse quién era el destinatario de la información que los espías recababan. Si bien el juez no lo dice, hay un ejemplo que llama la atención: ¿Los espías vigilaron a la hermana menor del entonces presidente, Florencia Macri, y a su pareja, Salvatore Pica, porque quisieron? Hay otros casos en los que se mencionaba una orden “del uno” –como se conoce al presidente en el submundo de los servicios–. Por ejemplo, dijeron que era una orden “del uno” buscar el lugar donde habían estado reunidos el supremo Carlos Rosenkrantz y el operador Fabián “Pepín” Rodríguez Simón.
No es ése el tenor del voto de la mayoría, encarnada por Llorens y Bertuzzi, que sostuvo:
Al interior de la AFI había un escenario caótico. No había un grupo cohesionado, con estructura y metas, sino que existía una situación de desorden que era aprovechada para llevar adelante “planes delictivos puntuales”. En otras palabras, los jueces dicen que no hubo una orden de espiar masivamente como parecería surgir de las distintas causas que hay en trámite tanto en Dolores como en Comodoro Py (inorgánicos como Marcelo D’Alessio, las bases AMBA en provincia de Buenos Aires, la AFI siguiendo a trabajadores del Hospital Posadas, la exSIDE haciendo espionaje masivo en las cumbres mundiales o pinchando correos).
Los espías realizaban tareas de inteligencia por órdenes de algún superior, motivaciones personales o pedidos de terceros ajenos a los organismos de inteligencia. Los únicos procesamientos que quedaron en pie fueron los de los policías de la Ciudad que pasaron a la AFI al principio del gobierno de Macri y que pasaron a la fama como Súper Mario Bros. Los tres más célebres son Jorge Sáez, Leandro Araque y Facundo Melo. A ellos los reclutó el entonces director operacional de Contrainteligencia Diego Dalmau Pereyra, que dejó esa jefatura para mediados de 2018. En esa época apareció Alan Ruiz, que quedó al mando de Operaciones Especiales. Tanto Ruiz y Dalmau serían los que les daban órdenes a estos espías porque la Cámara revocó el procesamiento del exdirector general Gustavo Arribas y solo mantuvo en parte el de Silvia Majdalani, justamente por no haber controlado los agentes que estaban a su cargo pero no por ordenarles las tareas que realizaron.
No está claro, dicen Llorens y Bertuzzi, por qué los espías seguían a Cristina Fernández de Kirchner y remarcaron que había órdenes del juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena para hacer tareas de inteligencia antes de las cumbres mundiales (que incluían a CFK). Al menos, en ese sentido, el fallo parece chocar con lo que el año pasado resolvió otra Cámara, la de La Plata, al confirmar los procesamientos de Arribas, Majdalani y Alan Ruiz por el espionaje en el Instituto Patria. Esa causa –la del Instituto Patria– estaría en condiciones de arrancar su camino para ser elevada a juicio oral.
Hubo tareas de inteligencia en las cárceles pero algunas (como las escuchas) fueron ordenadas judicialmente y otras estaban dentro de lo que podía hacer el Departamento de Análisis de la Información del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Entre lo permitido, los jueces llegan a incluir la vigilancia sobre manifestaciones que se hacían extramuros. Los únicos dos que mantienen sus procesamientos en ese tramo de la investigación son el exjefe de inteligencia del SPF Cristian Suriano y su número dos, Juan Carlos Silveira, porque compartían información con los Súper Mario Bros.