Una de las obras podría situarse en un punto de fundación. La otra en una línea proyectada hacia el futuro. Una, Laborintus II, escrita por Luciano Berio en 1965 por encargo de la Televisión Francesa para conmemorar el aniversario 700 del nacimiento de Dante Alighieri, es un clásico. Y lo es, en gran medida, porque su uso del catálogo como principio constructivo cataloga, a su vez, toda una serie de usos y costumbres con respecto al hecho sonoro que bien podría ser identificada como “los sesenta”. La otra, creada por encargo del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín, pertenece a Alex Nante, un compositor de 24 años, formado en la Argentina y actualmente en París, en cuyo Conservatorio se perfecciona junto a Stefano Gervasoni, que ya ha ganado varios premios y cuyas obras son tocadas por varios de los principales solistas y ensambles europeos actuales.
Laborintus II circula por el mundo dantesco y, según las propias palabras de su autor, por “los temas de la memoria, la muerte y la usura; la reducción de todas las cosas a su valor de mercado”. Y Música nocturna, obviamente, refiere a la noche. Y, sobre todo, según cuenta Nante a PáginaI12, “al silencio, la melancolía y la soledad”. La obra, pensada para un instrumental similar al de la obra de Berio, tiene, por otra parte, una especie de texto secreto. Uno de esas maravillosas acuarelas que Clarice Lispector escribía los sábados para el Jornal do Brasil. Allí escribía: “Si no hay valor, que no se entre. Que se espere el resto de la oscuridad frente al silencio. Con sólo los pies mojados por la espuma de algo que se extiende dentro de nosotros. Que se espere. Uno indisoluble por el otro. Uno al lado del otro. Dos cosas que no se ven en la oscuridad. Que se espere. No el fin del silencio, sino el bendito auxilio de un tercer elemento, la luz del alba. Después nunca más se olvida. Inútil huir a otra ciudad. Pues cuando menos se espera se le puede reconocer –de repente–. Al cruzar una calle en medio de las bocinas de los autos. Entre una y otra carcajada fantasmagórica. Después de una palabra dicha. A veces en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asombran, la mirada se desorbita. Desde entonces es fantasma”.
La composición de Nante forma parte de una trilogía dedicada a la noche, 8 Intuiciones nocturnas, que fue estrenada por el grupo Le Pli, y Nocturnal, para flauta sola. Para él, toda obra implica “un conflicto de comunicación”. Un conflicto que “está presente en el momento de escribir, en que uno debe lograr que la partitura refleje de la manera más precisa posible lo que se piensa, en el de la interpretación, en que los intérpretes llegan a esa partitura con sus propias informaciones, y por supuesto en el momento de la audición. Uno nunca puede estar seguro de que lo que alguien oye es aquello que uno quiso que sonara pero, al mismo tiempo, esa es la magia de la música: está habitada siempre por múltiples voces”. El concierto será mañana a las 20 en la Usina del Arte (Pedro de Mendoza y Caffarena) y su director será Santiago Santero, uno de los maestros de composición de Nante y uno de los músicos más activos y trascendentes en la divulgación de músicas nuevas durante las últimas décadas. Junto a él también estará como conductor, en Laborintus II, Mariano Moruja y en esa obra participará Rafael Spregelburd como narrador. El programa se completará con la Sequenza V para trombón, también de Berio y el grupo de intérpretes nuclea a varios de los mejores solistas argentinos: las cantantes Natalia Salardino, Virginia Majorel y Lucía Lananne, Pablo Fenoglio (será el solista en Sequenza V), Julián Rodríguez Astorga y Axel Juarez en trombones, Alina Traine (solista en Música Nocturna) y Lucrecia Jancsa en arpas, el Coro Diapasón Sur, Sergio Catalán en flauta, Matías Nieva, Christian Martinelli y Leandro Melluso en trompetas, Federico Landaburu, Alejandro Cancelos y Griselda Giannini en clarinetes, Favio Loberso y Alejandro Becerra en cellos, Carlos Vega en contrabajo y Oscar Albrieu y Bruno Lobianco en percusión.